Festín del Atleti en el Ciutat
Un autogol de Róber y un error de Chema hundieron al Levante. Gameiro y Griezmann, a la contra, culminaron la goleada. El Atleti adelanta al Madrid y se sitúa tercero.
Patricia Cazón
As
Era el minuto cuatro cuando un balón se estampaba en la red de Oier y estallaba esa maledicció de cimientos profundos, la del Ciutat. Porque vestía el Atleti de arriba a abajo de amarillo y en cuatro minutos se había encontrado con viento a favor inesperado. Más en un estadio donde, si llueve, nunca es a su favor, que diez años son muchos sin ganar. Pero antes de que el partido rompiera a sudar, el Atleti se plantó ante el Levante con una ambición: quería y podía ganar.
Simeone encontró el Abracadabra tocando dos piezas en su pizarra: Griezmann a la derecha y no arriba, y arriba Correa junto a Gameiro y no Griezmann. Voilà. Un balón de Gameiro para el remate a bocajarro del argentino se convirtió en el primer gol. Porque al lado de Correa corría uno de los centrales del Levante, Pier, que en su intento de despejar, envió el balón a la red de su portero. 0-1 para el Atleti, minuto 4. Simeone lo celebró como si el gol lo hubiese marcado un futbolista suyo. Así de difícil le es lograr marcar en el Ciutat.
Y llegó el gol pero no su paso atrás. Quería el segundo, la tranquilidad, por mucho que Muñiz a los tres minutos ya ponía sus cartas boca arriba sobre la mesa: todo a la espalda de Thomas, tirar de esa manta, la falta de lateral derecho natural en el Atleti, fiado a la velocidad de Morales. Acechó con un zapatazo de Jasón y un puñado de faltas lanzadas por Bardhi, jugador con mirilla de francotirador en el balón parado, pero todos siempre se fueron fuera. Un futbolista del Atleti había alzado su voz para silenciar el Ciutat.
Sus botas era un recital de centros y pases para los desmarques y movimientos entre líneas de Correa y Gameiro, que sumaban otra doble ocasión para el Atleti: mano a mano de Gameiro achicado por Oier y el rechace enviado fuera por Saúl. El Levante, mientras, sin balón, se desesperaba corriendo tras él mientras Filipe no dejaba de recuperar balones e iniciar jugadas. Olía el Ciutat a maledicció, como siempre ante el Atleti, pero esta estaba toda entera sobre la cabeza de sus centrales. Y era de ese negro que sólo anuncia tormentas. Si en el 4’ había fallado Pier, en el 29’ le tocaría a Chema.
La jugada la inició Koke al colar, rapidísimo, un balón a Correa. El argentino regatea a Oier pero ante su tiro a puerta vacía aparece Chema y comienza el dejá vu: al intentar rechazar el central del Levante dejó el balón muerto, perfecto para que Gameiro llegara y sólo tuviese que tocarlo, plic, para enviarlo a la red. Simeone miraba el marcador y hubiese podido frotarse los ojos: minuto 29 y 0-2 en el Ciutat para el Atleti. Y tras dos regalos de los centrales del Levante, inmersos en un particular black saturday, dos amigos.
En la segunda parte, el Levante sólo fue comparsa de ese Atleti que ayer bailó alrededor de un engranaje perfecto, Griezmann-Gameiro-Correa. El primero, tras los puntas, con su recital de pases de tiralíneas, ante otro delantero que sea referencia (Gameiro) y un tercero que corra (Correa). Cada vez que corrían hacia Pier, picaban. El público del Ciutat comenzó a abandonar el campo en el 60’ mientras Gameiro y Griezmann daban su particular concierto: en siete minutos entre los dos harían otros tres goles, uno Gameiro, dos Griezmann. Tuyo, mío, le votre, mien. Un concierto. Si su pegada le ponía el ritmo endiablado, los demás la solidez necesaria para que cada contra desnudara al Levante y terminara con esa maledicció a lo grande. Dando un salto mortal. 5-0 y tercero, por delante del Madrid ya.
Patricia Cazón
As
Era el minuto cuatro cuando un balón se estampaba en la red de Oier y estallaba esa maledicció de cimientos profundos, la del Ciutat. Porque vestía el Atleti de arriba a abajo de amarillo y en cuatro minutos se había encontrado con viento a favor inesperado. Más en un estadio donde, si llueve, nunca es a su favor, que diez años son muchos sin ganar. Pero antes de que el partido rompiera a sudar, el Atleti se plantó ante el Levante con una ambición: quería y podía ganar.
Simeone encontró el Abracadabra tocando dos piezas en su pizarra: Griezmann a la derecha y no arriba, y arriba Correa junto a Gameiro y no Griezmann. Voilà. Un balón de Gameiro para el remate a bocajarro del argentino se convirtió en el primer gol. Porque al lado de Correa corría uno de los centrales del Levante, Pier, que en su intento de despejar, envió el balón a la red de su portero. 0-1 para el Atleti, minuto 4. Simeone lo celebró como si el gol lo hubiese marcado un futbolista suyo. Así de difícil le es lograr marcar en el Ciutat.
Y llegó el gol pero no su paso atrás. Quería el segundo, la tranquilidad, por mucho que Muñiz a los tres minutos ya ponía sus cartas boca arriba sobre la mesa: todo a la espalda de Thomas, tirar de esa manta, la falta de lateral derecho natural en el Atleti, fiado a la velocidad de Morales. Acechó con un zapatazo de Jasón y un puñado de faltas lanzadas por Bardhi, jugador con mirilla de francotirador en el balón parado, pero todos siempre se fueron fuera. Un futbolista del Atleti había alzado su voz para silenciar el Ciutat.
Sus botas era un recital de centros y pases para los desmarques y movimientos entre líneas de Correa y Gameiro, que sumaban otra doble ocasión para el Atleti: mano a mano de Gameiro achicado por Oier y el rechace enviado fuera por Saúl. El Levante, mientras, sin balón, se desesperaba corriendo tras él mientras Filipe no dejaba de recuperar balones e iniciar jugadas. Olía el Ciutat a maledicció, como siempre ante el Atleti, pero esta estaba toda entera sobre la cabeza de sus centrales. Y era de ese negro que sólo anuncia tormentas. Si en el 4’ había fallado Pier, en el 29’ le tocaría a Chema.
La jugada la inició Koke al colar, rapidísimo, un balón a Correa. El argentino regatea a Oier pero ante su tiro a puerta vacía aparece Chema y comienza el dejá vu: al intentar rechazar el central del Levante dejó el balón muerto, perfecto para que Gameiro llegara y sólo tuviese que tocarlo, plic, para enviarlo a la red. Simeone miraba el marcador y hubiese podido frotarse los ojos: minuto 29 y 0-2 en el Ciutat para el Atleti. Y tras dos regalos de los centrales del Levante, inmersos en un particular black saturday, dos amigos.
En la segunda parte, el Levante sólo fue comparsa de ese Atleti que ayer bailó alrededor de un engranaje perfecto, Griezmann-Gameiro-Correa. El primero, tras los puntas, con su recital de pases de tiralíneas, ante otro delantero que sea referencia (Gameiro) y un tercero que corra (Correa). Cada vez que corrían hacia Pier, picaban. El público del Ciutat comenzó a abandonar el campo en el 60’ mientras Gameiro y Griezmann daban su particular concierto: en siete minutos entre los dos harían otros tres goles, uno Gameiro, dos Griezmann. Tuyo, mío, le votre, mien. Un concierto. Si su pegada le ponía el ritmo endiablado, los demás la solidez necesaria para que cada contra desnudara al Levante y terminara con esa maledicció a lo grande. Dando un salto mortal. 5-0 y tercero, por delante del Madrid ya.