El Sevilla cumple con sufrimiento
Se agarró a la magia de Éver Banega primero, y a su capacidad de sufrimiento después, para ganar al Spartak y dejar su pase a octavos a sólo un triunfo.
José María López Guerra
As
Tenía claro el Sevilla que a intensidad no le podían ganar y el comienzo del partido fue un monólogo de los de Berizzo. Banega tuvo una clarísima y Nolito, pero la pólvora estaba mojada. Poco a poco el Spartak comenzó a tomar aire y al Sevilla empezó a fallarle el último pase. La acumulación de jugadores rusos dentro del área requería de una precisión extrema y el riesgo de un contragolpe estaba muy presente.
Pero si hacía falta precisión, ahí estaba Banega a la media hora para poner un córner medido a la cabeza de Lenglet y hacer el 1-0. No le estaba sacando partido el Sevilla al balón parado y qué mejor noche para romper esa racha. Tras el gol, el Sevilla bajó el pistón de la presión y el Spartak se soltó algo en ataque. Rico sólo tuvo que intervenir una vez, pero fue para realizar una espectacular parada a una falta de Fernando.
En la segunda mitad aparecieron los espacios y ahí apareció Banega para hacer sus trucos de magia habituales. El conejo que se sacó de la chistera fue un disparo desde el pico del área con la pierna izquierda que se coló por la escuadra de la portería rusa. Un gol de genio.
El Spartak pareció desconectarse y el Sevilla pudo cerrar el partido, pero el equipo de Berizzo tiene una falta de pegada que le hace vivir en un nerviosismo eterno. A Ben Yedder le volvieron a sacar una bajo palos, Banega y Sarabia se lesionaron, el Sevilla perdió el mando del partido y el Spartak recortó distancias en una jugada embarullada.
El Sevilla no daba señales de vida pero al menos supo sufrir con su gente para lograr un triunfo que cura los males de la goleada en Moscú y que deja la clasificación para octavos mucho más cerca.
José María López Guerra
As
Tenía claro el Sevilla que a intensidad no le podían ganar y el comienzo del partido fue un monólogo de los de Berizzo. Banega tuvo una clarísima y Nolito, pero la pólvora estaba mojada. Poco a poco el Spartak comenzó a tomar aire y al Sevilla empezó a fallarle el último pase. La acumulación de jugadores rusos dentro del área requería de una precisión extrema y el riesgo de un contragolpe estaba muy presente.
Pero si hacía falta precisión, ahí estaba Banega a la media hora para poner un córner medido a la cabeza de Lenglet y hacer el 1-0. No le estaba sacando partido el Sevilla al balón parado y qué mejor noche para romper esa racha. Tras el gol, el Sevilla bajó el pistón de la presión y el Spartak se soltó algo en ataque. Rico sólo tuvo que intervenir una vez, pero fue para realizar una espectacular parada a una falta de Fernando.
En la segunda mitad aparecieron los espacios y ahí apareció Banega para hacer sus trucos de magia habituales. El conejo que se sacó de la chistera fue un disparo desde el pico del área con la pierna izquierda que se coló por la escuadra de la portería rusa. Un gol de genio.
El Spartak pareció desconectarse y el Sevilla pudo cerrar el partido, pero el equipo de Berizzo tiene una falta de pegada que le hace vivir en un nerviosismo eterno. A Ben Yedder le volvieron a sacar una bajo palos, Banega y Sarabia se lesionaron, el Sevilla perdió el mando del partido y el Spartak recortó distancias en una jugada embarullada.
El Sevilla no daba señales de vida pero al menos supo sufrir con su gente para lograr un triunfo que cura los males de la goleada en Moscú y que deja la clasificación para octavos mucho más cerca.