Aprender a perder, Gallardo

En su peor semana como DT de un gran ciclo, el Muñeco mostró la hilacha de muchos que están acostumbrados al éxito: se dedicó más a atacar que a las responsabilidades propias. Está bueno aceptar las derrotas, duelan lo que duelan.

Mariano Dayan @marianodayan
mdayan@ole.com.ar
Ganar es fácil, dar vueltas olímpicas es lo más lindo, sentirse capaz de cualquier cosa es hermoso. Ahora, la vida da vueltas permanentemente, en cualquier ámbito, y hay que aprender a bancarse la mala cuando llega. Hay que saber perder, lo que muchísimas veces les cuesta a los justamente a los que no suelen vivir esa experiencia. Y eso es lo que le está pasando al mejor entrenador del fútbol argentino, al top de la historia de River.


En medio de la semana más dura de un ciclo súper de más de tres años, Gallardo puso por momentos más el foco en su calentura con los de afuera que en el análisis puertas adentro, más en los arbitrajes que en el propio juego. Como si River no hubiese sido el gran responsable de comerse cuatro goles en 25 minutos contra Lanús, más allá de haber sufrido la ineficacia del VAR para ponerse 3-0. Como si River no hubiese sido el incapaz de meterla en los últimos 20 minutos del superclásico, generando poco. Como si Pitana no le hubiese dado una mano al inventar una expulsión de Cardona o al perdonarle la vida al Pity Martínez. Como si Boca no hubiese generado más chances que las de los goles, habiendo desperdiciado contras potencialmente letales.

Así de voraz e intenso como planta sus equipos, así también se mostró Gallardo a la hora de hablar. Sin tomarse una pausa para parar la pelota y elegir las palabras adecuadas, a veces yendo al frente como loco sin necesidad. Hasta apostando innecesariamente a la chicana cuando un tipo como él, serio, con su perfil, no las necesita. ¿Ahora Boca no puede festejar campeonatos o clásicos porque no jugó la Libertadores y la miró por TV? Habló como si un equipo suyo no hubiera abierto el arco para recibir cuatro goles el martes, como si el zapatazo de Nández no hubiese sido lícito y a puro toque, como si no hubiese perdido dos finales en gran parte por responsabilidades propias.

Probablemente Gallardo, por presente y por proyección, por su carácter, por armar equipos, por planteos ofensivos, por conocimientos, por ADN, en el futuro gane más de lo que pierda y hasta puede llegar a la Selección. Hasta puede ser campeón en breve en la Copa Argentina. Pero que los títulos, su capacidad, su idolatría, no tapen el bosque. Además de analizar internamente en qué flaquearon él y sus jugadores, aprender a perder lo va a hacer mejor DT. A veces está bueno aceptar las derrotas, duelan lo que duelan.

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