Sin hogar ni adónde ir: el drama de los habitantes de las 5.765 viviendas afectadas por el terremoto en México
Abandonaron sus casas por daños en las estructuras, no han accedido al apoyo del gobierno por la telaraña burocrática y tampoco tienen los recursos suficientes para costear una nueva casa
Elia Baltazar
Infobae
Jaquelin Rosario Villarreal vivió en un campamento de damnificados. Tenía un año cuando su familia perdió su casa todo durante el sismo de 1985 en la Ciudad de México, y tuvo que esperar a cumplir 33 para recibir las llaves de un nuevo departamento, a principios de septiembre pasado.
En la capital todavía hay personas que esperan recuperar la casa que perdieron hace tres décadas. Hasta antes del sismo del pasado 19 de septiembre, había 293 familias que todavía vivían en 5 campamentos de damnificados de 1985, según cifras del gobierno local.
De estas, 170 recibieron por fin un departamento el 6 de septiembre pasado. El resto sigue recibiendo 3.000 pesos de apoyo para la renta de un inmueble, mientras esperan el siguiente lote de vivienda financiada por el gobierno capitalino.
A estas familias se suman hoy los damnificados y desalojados por el sismo del 19 de septiembre pasado, que apenas comienzan el largo camino hacia un nuevo lugar donde vivir, en una ciudad que arrastra un déficit de 250.000 viviendas.
No hay un número oficial de familias que perdieron su casa, pero el gobierno federal asegura que en la capital hay al menos 5.765 casas afectadas. De estas, 3.492 sufrieron daño parcial y 2.273 son pérdida total.
Para ellos, los gobiernos federal y local han puesto en marcha apoyos económicos para la renta temporal de un inmueble, la reparación y reconstrucción de sus casas, y el acceso a créditos para la compra de vivienda nueva.
Suena bien. Pero los montos no compensan el precio de los departamentos que se perdieron en las zonas de alta plusvalía de la ciudad, como las colonias Condesa, Roma, Del Valle, Narvarte y Portales, que resultaron las más afectadas por el temblor y donde hay familias que ni siquiera han podido registrar su inmueble como pérdida para recibir alguna ayuda de gobierno. "No tenemos acceso a ningún recurso", dice Carmen Alcántara, quien perdió su departamento por el temblor.
Sin casa y sin apoyos, están atrapadas en una telaraña de trámites, burocracia y corrupción, que las aleja de la posibilidad de recuperar su vida y una propiedad.
En el limbo
Carmen Alcántara vivía en la calle de Lisboa de la colonia Juárez. Una céntrica zona de la Ciudad de México que, hasta antes del temblor, atravesaba por una etapa de efervescencia inmobiliaria y comercial. Con sus 111 años a cuestas, renacían en sus calles edificios nuevos intercalados entre inmuebles históricos, atractivos restaurantes, bares, teatros, tiendas y una envidiable ubicación al lado de la avenida Paseo de la Reforma.
Allí compró hace 10 años el departamento donde vivía con su esposo y su hijo de 12 años. "Era todo lo que tenía", dice. Y lo perdió en el sismo que dañó el edificio de al lado y este a su vez recargó y rompió los pilares de los pisos superiores de su edificio, ahora acordonado por riesgo de derrumbe. "No podemos sacar muebles, sólo ropa y papeles".
Desde que ocurrió el temblor, tuvo que desalojar el edificio de 24 departamentos, todos deshabitados, con excepción de tres donde viven una mujer y dos familias que rentan y no tienen a dónde ir.
Por el nivel de daño, su edificio debía estar registrado en la lista oficial de inmuebles que les permitiría acceder a algún tipo de ayuda de gobierno. Pero no es así. Carmen y sus vecinos han tropezado con todos los obstáculos burocráticos que hacen irreal su relato.
"Ya vinieron seis veces los de Protección Civil, ya hay un dictamen de un DRO (Director Responsable de Obra) y no podemos registrar el inmueble. Si no tenemos ese papel que avala el daño, no podemos tramitar nada".
Tampoco imagina cómo reparar su casa con los 8.000 pesos (421 dólares) que ofrece el gobierno para inmuebles dañados. Como sea, tendría derecho a ese dinero si acaso hubiera quien le explicara cómo resolver su situación.
Carmen ha recorrido las oficinas de gobierno para saber qué hacer con un edificio donde no puede vivir. "Ha sido imposible tramitar papeles como los planos estructurales del edificio, porque están perdidos en el archivo central de delegaciones y son obligatorios para reparar el edificio si es posible".
De no contar con esos planos, ella y sus vecinos tendrían que pagar 350.000 pesos (18.421 dólares) por un levantamiento topográfico para volver a hacerlos, y "hasta nos pidieron una mordida (dinero ilegal) de 25.000 pesos (1.316 dólares) en el Invea (Instituto de Verificación Administrativa) para ayudarnos, pero al final sólo nos entregaron los planos arquitectónicos que no sirven para estos casos".
Ella atribuye la desatención de gobierno a una falsa idea: que los afectados por el sismo que vivían en las zonas de más alta plusvalía de la ciudad no necesitan la ayuda de gobierno.
"No tenemos acceso a ningún recurso. Piensan que, como somos propietarios, entonces tendremos dinero para comprar un departamento nuevo, pero no es así". Ni aun teniendo asegurado su departamento podría recibir algo de ayuda. "El seguro solo te paga daños en tu casa, pero si la afectación está en áreas comunes –escaleras, corredores, estacionamiento– no aplica el pago".
Ni siquiera ha podido cancelar su servicio telefónico con Telmex, la empresa de Carlos Slim que le sigue cobrando la mensualidad del servicio.
Su situación se llama desamparo y la padecen sobre todo familias de clase media que no son prioridad en la atención de las autoridades.
¿Comprar casa? Imposible
Por ahora, Carmen vive en la casa de una amiga con su hijo. Todavía no sabe qué hará, pero la esperanza de tener una casa se diluye en cuanto mira hacia el futuro. Ella, que es trabajadora independiente, tiene 49 años y no percibe ingresos fijos, difícilmente tendrá acceso a un crédito bancario.
Para ella, que invirtió todos sus ahorros en un departamento bien ubicado que mantuviera su valor en el tiempo, no será fácil encontrar dónde vivir en una ciudad donde el costo promedio de las casas, hasta antes del temblor de septiembre pasado, había aumentado 2.000% desde 1985, y el metro cuadrado podía costar 26.000 pesos (1.368 dólares) si era nueva y 22.500 (1.184 dólares) si el inmueble estaba usado.
Estos son precios promedio, porque hay diferencias considerables entre zonas que hacen más difícil el acceso a una vivienda con mejores servicios urbanos, acceso a transporte y vías de comunicación.
En la colonia Juárez, donde vive Carmen, el precio del metro cuadrado de vivienda aumentó de 7.000 pesos (368.50 dólares) en el año 2.000 a 30.000 (1.579 dólares) y más en 2017, según las características del inmueble. En la colonia Roma y Condesa, a su vez, los precios pueden llegar a los 45.000 (2.368 dólares) y 53.000 pesos (2.789 dólares)o más, de acuerdo con los precios de consultoras inmobiliarias.
Aun después del temblor, que ha expulsado a decenas de familias y negocios de estas zonas, los expertos inmobiliarios aseguran que su valor tendrá una variación de no más de 10% a la baja.
"Veremos precios más caros y más baratos, porque el mercado inmobiliario está inestable y no sabe cómo comportarse, porque la situación es reciente", explica Jorge Estévez, asesor inmobiliario.
Las estadísticas del portal de búsqueda de inmuebles Metro Cúbicos reflejan esos cambios. A partir del sismo, aumentaron 141% las visitas a anuncios de casas en venta y 47% para departamentos. Para inmuebles en renta el incremento fue de 58% en promedio, pero aumentó casi 200% para zonas como Condesa.
"La gente quiere vivir allí a pesar de los efectos del temblor, y espera encontrar una oportunidad", dice Estévez.
Inés Prieto, head manager de Real Estate de Metros Cúbicos, anticipa que los patrones de búsqueda se restablecerán en un plazo de 4 a 5 meses. Mientras tanto, recomienda a la gente no tomar decisiones drásticas sobre su patrimonio.
Carmen y sus vecinos han llegado al punto de pensar en derrumbar su edificio para vender el terreno como lote y rescatar si acaso 3.5 millones de pesos (184,210 dólares) que dividirían entre 24 son 124.000 pesos (6.526 dólares) para cada uno. Sabe, no le alcanzará para comprar nada en una ciudad que todavía hoy tiene en sala de espera por una casa a damnificados del sismo de 1985.
Elia Baltazar
Infobae
Jaquelin Rosario Villarreal vivió en un campamento de damnificados. Tenía un año cuando su familia perdió su casa todo durante el sismo de 1985 en la Ciudad de México, y tuvo que esperar a cumplir 33 para recibir las llaves de un nuevo departamento, a principios de septiembre pasado.
En la capital todavía hay personas que esperan recuperar la casa que perdieron hace tres décadas. Hasta antes del sismo del pasado 19 de septiembre, había 293 familias que todavía vivían en 5 campamentos de damnificados de 1985, según cifras del gobierno local.
De estas, 170 recibieron por fin un departamento el 6 de septiembre pasado. El resto sigue recibiendo 3.000 pesos de apoyo para la renta de un inmueble, mientras esperan el siguiente lote de vivienda financiada por el gobierno capitalino.
A estas familias se suman hoy los damnificados y desalojados por el sismo del 19 de septiembre pasado, que apenas comienzan el largo camino hacia un nuevo lugar donde vivir, en una ciudad que arrastra un déficit de 250.000 viviendas.
No hay un número oficial de familias que perdieron su casa, pero el gobierno federal asegura que en la capital hay al menos 5.765 casas afectadas. De estas, 3.492 sufrieron daño parcial y 2.273 son pérdida total.
Para ellos, los gobiernos federal y local han puesto en marcha apoyos económicos para la renta temporal de un inmueble, la reparación y reconstrucción de sus casas, y el acceso a créditos para la compra de vivienda nueva.
Suena bien. Pero los montos no compensan el precio de los departamentos que se perdieron en las zonas de alta plusvalía de la ciudad, como las colonias Condesa, Roma, Del Valle, Narvarte y Portales, que resultaron las más afectadas por el temblor y donde hay familias que ni siquiera han podido registrar su inmueble como pérdida para recibir alguna ayuda de gobierno. "No tenemos acceso a ningún recurso", dice Carmen Alcántara, quien perdió su departamento por el temblor.
Sin casa y sin apoyos, están atrapadas en una telaraña de trámites, burocracia y corrupción, que las aleja de la posibilidad de recuperar su vida y una propiedad.
En el limbo
Carmen Alcántara vivía en la calle de Lisboa de la colonia Juárez. Una céntrica zona de la Ciudad de México que, hasta antes del temblor, atravesaba por una etapa de efervescencia inmobiliaria y comercial. Con sus 111 años a cuestas, renacían en sus calles edificios nuevos intercalados entre inmuebles históricos, atractivos restaurantes, bares, teatros, tiendas y una envidiable ubicación al lado de la avenida Paseo de la Reforma.
Allí compró hace 10 años el departamento donde vivía con su esposo y su hijo de 12 años. "Era todo lo que tenía", dice. Y lo perdió en el sismo que dañó el edificio de al lado y este a su vez recargó y rompió los pilares de los pisos superiores de su edificio, ahora acordonado por riesgo de derrumbe. "No podemos sacar muebles, sólo ropa y papeles".
Desde que ocurrió el temblor, tuvo que desalojar el edificio de 24 departamentos, todos deshabitados, con excepción de tres donde viven una mujer y dos familias que rentan y no tienen a dónde ir.
Por el nivel de daño, su edificio debía estar registrado en la lista oficial de inmuebles que les permitiría acceder a algún tipo de ayuda de gobierno. Pero no es así. Carmen y sus vecinos han tropezado con todos los obstáculos burocráticos que hacen irreal su relato.
"Ya vinieron seis veces los de Protección Civil, ya hay un dictamen de un DRO (Director Responsable de Obra) y no podemos registrar el inmueble. Si no tenemos ese papel que avala el daño, no podemos tramitar nada".
Tampoco imagina cómo reparar su casa con los 8.000 pesos (421 dólares) que ofrece el gobierno para inmuebles dañados. Como sea, tendría derecho a ese dinero si acaso hubiera quien le explicara cómo resolver su situación.
Carmen ha recorrido las oficinas de gobierno para saber qué hacer con un edificio donde no puede vivir. "Ha sido imposible tramitar papeles como los planos estructurales del edificio, porque están perdidos en el archivo central de delegaciones y son obligatorios para reparar el edificio si es posible".
De no contar con esos planos, ella y sus vecinos tendrían que pagar 350.000 pesos (18.421 dólares) por un levantamiento topográfico para volver a hacerlos, y "hasta nos pidieron una mordida (dinero ilegal) de 25.000 pesos (1.316 dólares) en el Invea (Instituto de Verificación Administrativa) para ayudarnos, pero al final sólo nos entregaron los planos arquitectónicos que no sirven para estos casos".
Ella atribuye la desatención de gobierno a una falsa idea: que los afectados por el sismo que vivían en las zonas de más alta plusvalía de la ciudad no necesitan la ayuda de gobierno.
"No tenemos acceso a ningún recurso. Piensan que, como somos propietarios, entonces tendremos dinero para comprar un departamento nuevo, pero no es así". Ni aun teniendo asegurado su departamento podría recibir algo de ayuda. "El seguro solo te paga daños en tu casa, pero si la afectación está en áreas comunes –escaleras, corredores, estacionamiento– no aplica el pago".
Ni siquiera ha podido cancelar su servicio telefónico con Telmex, la empresa de Carlos Slim que le sigue cobrando la mensualidad del servicio.
Su situación se llama desamparo y la padecen sobre todo familias de clase media que no son prioridad en la atención de las autoridades.
¿Comprar casa? Imposible
Por ahora, Carmen vive en la casa de una amiga con su hijo. Todavía no sabe qué hará, pero la esperanza de tener una casa se diluye en cuanto mira hacia el futuro. Ella, que es trabajadora independiente, tiene 49 años y no percibe ingresos fijos, difícilmente tendrá acceso a un crédito bancario.
Para ella, que invirtió todos sus ahorros en un departamento bien ubicado que mantuviera su valor en el tiempo, no será fácil encontrar dónde vivir en una ciudad donde el costo promedio de las casas, hasta antes del temblor de septiembre pasado, había aumentado 2.000% desde 1985, y el metro cuadrado podía costar 26.000 pesos (1.368 dólares) si era nueva y 22.500 (1.184 dólares) si el inmueble estaba usado.
Estos son precios promedio, porque hay diferencias considerables entre zonas que hacen más difícil el acceso a una vivienda con mejores servicios urbanos, acceso a transporte y vías de comunicación.
En la colonia Juárez, donde vive Carmen, el precio del metro cuadrado de vivienda aumentó de 7.000 pesos (368.50 dólares) en el año 2.000 a 30.000 (1.579 dólares) y más en 2017, según las características del inmueble. En la colonia Roma y Condesa, a su vez, los precios pueden llegar a los 45.000 (2.368 dólares) y 53.000 pesos (2.789 dólares)o más, de acuerdo con los precios de consultoras inmobiliarias.
Aun después del temblor, que ha expulsado a decenas de familias y negocios de estas zonas, los expertos inmobiliarios aseguran que su valor tendrá una variación de no más de 10% a la baja.
"Veremos precios más caros y más baratos, porque el mercado inmobiliario está inestable y no sabe cómo comportarse, porque la situación es reciente", explica Jorge Estévez, asesor inmobiliario.
Las estadísticas del portal de búsqueda de inmuebles Metro Cúbicos reflejan esos cambios. A partir del sismo, aumentaron 141% las visitas a anuncios de casas en venta y 47% para departamentos. Para inmuebles en renta el incremento fue de 58% en promedio, pero aumentó casi 200% para zonas como Condesa.
"La gente quiere vivir allí a pesar de los efectos del temblor, y espera encontrar una oportunidad", dice Estévez.
Inés Prieto, head manager de Real Estate de Metros Cúbicos, anticipa que los patrones de búsqueda se restablecerán en un plazo de 4 a 5 meses. Mientras tanto, recomienda a la gente no tomar decisiones drásticas sobre su patrimonio.
Carmen y sus vecinos han llegado al punto de pensar en derrumbar su edificio para vender el terreno como lote y rescatar si acaso 3.5 millones de pesos (184,210 dólares) que dividirían entre 24 son 124.000 pesos (6.526 dólares) para cada uno. Sabe, no le alcanzará para comprar nada en una ciudad que todavía hoy tiene en sala de espera por una casa a damnificados del sismo de 1985.