Puigdemont prolonga la tensión con una secesión en diferido
“Con los resultados del 1 de octubre, Cataluña se ha ganado el derecho a ser un estado independiente”, dice el presidente de la Generalitat
Camilo S. Baquero
Barcelona, El País
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, declaró ayer la independencia de Cataluña pero abogó por suspender durante varias semanas los efectos de esta declaración para lograr una mediación. En una comparecencia estudiada al milímetro para intentar evitar la intervención de la autonomía y contentar al mismo tiempo a las bases independentistas, Puigdemont afirmó: “Asumo el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república”. Justo después añadió: “Propongo que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos el diálogo”. Puigdemont prolongó así la incertidumbre sobre la economía, que ya ha producido una fuga masiva de empresas.
La fórmula elegida por Puigdemont para proclamar la independencia y dejarla después en suspenso estuvo influida por las presiones extremas, tanto del sector más independentista para que no diera ni un paso atrás como del Gobierno, la comunidad internacional y los empresarios para que renunciara a su plan.
Sin embargo, la filigrana dialéctica no impidió que esta vez Puigdemont diera a entender claramente que la independencia había sido declarada y que lo único que pedía dejar en suspenso eran sus efectos. O lo que es lo mismo, la aplicación de la ley de transitoriedad jurídica, que fija la desconexión real de Cataluña del resto de España.
Los diputados de las dos formaciones independentistas que tienen la mayoría absoluta del Parlament, Junts pel Sí y la CUP, firmaron después del pleno un documento que proclama “la república catalana, como Estado independiente”, y pide su reconocimiento internacional. El documento, de altísimo calado político, puede no tener, sin embargo, validez jurídica, ya que ni se votó ni se registró en el Parlament.
El pleno terminó, pues, sin ningún tipo de votación y dejando un ambiente de absoluta incertidumbre por los siguientes pasos que pueden dar tanto los independentistas como el Gobierno.
Pese a que el documento de declaración de la independencia fue firmado por todo el bloque separatista, los anticapitalistas de la CUP se desmarcaron de Puigdemont y hablaron de “oportunidad perdida” por haber dejado en suspenso la declaración de independencia.
Como justificación a su intención de asumir “el mandato del pueblo para que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república”, Puigdemont hizo referencia a “un consenso amplísimo y transversal” que sostenía que el futuro “lo tenían que decidir los catalanes a través de un referéndum”. Y sobre el intento de diálogo con el Estado interpretó que la respuesta ha sido “una negativa radical y absoluta y combinada con la persecución de las instituciones catalanas”. “No somos unos delincuentes ni unos locos ni golpistas ni abducidos”, dijo el president en castellano. “No tenemos nada contra España y los españoles”, añadió para luego recurrir a que la “relación que no funciona” para justificar su decisión. “Nos queremos reentender mejor”, dijo.
Tras declarar la independencia y suspender sus efectos Puigdemont lanzó llamadas a la “responsabilidad” de los actores implicados. Al Gobierno central le pidió que “escuche” a quienes abogan por la mediación y a los “millones de ciudadanos de toda España que piden que renuncie a la represión y a la imposición”.
“Amedrentar”
A los ciudadanos catalanes el president les reclamó que actúen con “respeto” a los que piensan diferente. A las empresas les solicitó que continúen generando riqueza y que “no caigan en la tentación de utilizar su poder para amedrentar a la población”.
Lo dijo después de que las grandes empresas hayan emprendido una huida masiva de Cataluña por la inseguridad jurídica provocada por el proceso independentista. La declaración de ayer de Puigdemont, que no pone fecha para la concreción de los efectos de la independencia, prolongará aun más esta inseguridad.
El discurso de Puigdemont coincidió, de hecho, con una nueva jornada de fuga de compañías de Cataluña. Tras la marcha, en los últimos días, de seis de las siete grandes empresas del Ibex 35 ayer continuó el goteo con el anuncio del traslado de su domicilio social de, entre otras, la aseguradora Catalana Occidente, la editorial Planeta, las filiales españolas de viajes en línea eDreams Odigeo o el grupo químico Indukern. Otras empresas —como Freixenet y Codorniu— esperaban al discurso de Puigdemont para decidir.
Además, CaixaBank y Sabadell dieron un paso más y trasladaron también su sede fiscal a la Comunidad Valenciana tras haber anunciado ya la semana pasada el traslado de su sede social.
El presidente catalán intentó implicar, de nuevo, a la comunidad internacional en el conflicto, algo que el Gobierno español ya ha asegurado que no sucederá. “A la Unión Europea le pido que se implique a fondo y que vele por los valores fundacionales de la Unión”, dijo.
Esta apelación a las instituciones comunitarias llegó, precisamente, solo horas después de que sus máximos responsables rechazaran el plan de Puigdemont de proclamar la independencia. El rechazo más contundente llegó del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, quien, antes de la sesión plenaria, llamó a respetar el orden constitucional de España. “Hoy le pido a usted que respete el orden constitucional y que no anuncie una decisión que haría ese diálogo imposible”, dijo en un debate en el Comité de las Regiones de la Unión Europea (UE), tras recordar que el 2 de octubre le pidió diálogo al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.
Justo antes de que comenzara el pleno del Parlament, la portavoz del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker desmintió cualquier intento de mediación por su parte. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, también quiso mostrar su confianza en que la crisis catalana pueda ser resuelta “pacíficamente”.
La oposición catalana reaccionó con una mezcla de incredulidad e indignación ante las palabras del president. Inés Arrimadas, de Ciudadanos, dio por hecho que se ha puesto “en riesgo” la autonomía catalana. El PSC, en cambio, se agarró a la poca concreción de Puigdemont para poner en duda que haya dejado nada en suspenso. “No se puede suspender una declaración que no se ha hecho”. Catalunya Sí que es Pot, donde se integra Podemos, interpretó las palabras del presidente como una puerta abierta al diálogo.
El pleno del Parlament se desarrolló con problemas ya antes de comenzar, hasta el punto de que tuvo que retrasarse una hora. Fue el propio Puigdemont quien solicitó este aplazamiento por las discrepancias de última hora surgidas con la CUP. Mientras que Puigdemont y Junts pel Sí querían limitar el pleno a una declaración ambigua y sin concreciones, la CUP exigía una declaración de independencia sin matices. La fórmula elegida finalmente no contentó a amplios sectores de la formación anticapitalista. Fuentes de Junts pel Sí añadieron que, más allá de esta discrepancia, Puigdemont estuvo intentando algún tipo de mediación internacional que no se concretó. También el PP y Ciudadanos intentaron parar el pleno y llegaron a pedir formalmente su suspensión, petición que no fue atendida por la mayoría independentista.
Camilo S. Baquero
Barcelona, El País
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, declaró ayer la independencia de Cataluña pero abogó por suspender durante varias semanas los efectos de esta declaración para lograr una mediación. En una comparecencia estudiada al milímetro para intentar evitar la intervención de la autonomía y contentar al mismo tiempo a las bases independentistas, Puigdemont afirmó: “Asumo el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república”. Justo después añadió: “Propongo que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos el diálogo”. Puigdemont prolongó así la incertidumbre sobre la economía, que ya ha producido una fuga masiva de empresas.
La fórmula elegida por Puigdemont para proclamar la independencia y dejarla después en suspenso estuvo influida por las presiones extremas, tanto del sector más independentista para que no diera ni un paso atrás como del Gobierno, la comunidad internacional y los empresarios para que renunciara a su plan.
Sin embargo, la filigrana dialéctica no impidió que esta vez Puigdemont diera a entender claramente que la independencia había sido declarada y que lo único que pedía dejar en suspenso eran sus efectos. O lo que es lo mismo, la aplicación de la ley de transitoriedad jurídica, que fija la desconexión real de Cataluña del resto de España.
Los diputados de las dos formaciones independentistas que tienen la mayoría absoluta del Parlament, Junts pel Sí y la CUP, firmaron después del pleno un documento que proclama “la república catalana, como Estado independiente”, y pide su reconocimiento internacional. El documento, de altísimo calado político, puede no tener, sin embargo, validez jurídica, ya que ni se votó ni se registró en el Parlament.
El pleno terminó, pues, sin ningún tipo de votación y dejando un ambiente de absoluta incertidumbre por los siguientes pasos que pueden dar tanto los independentistas como el Gobierno.
Pese a que el documento de declaración de la independencia fue firmado por todo el bloque separatista, los anticapitalistas de la CUP se desmarcaron de Puigdemont y hablaron de “oportunidad perdida” por haber dejado en suspenso la declaración de independencia.
Como justificación a su intención de asumir “el mandato del pueblo para que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república”, Puigdemont hizo referencia a “un consenso amplísimo y transversal” que sostenía que el futuro “lo tenían que decidir los catalanes a través de un referéndum”. Y sobre el intento de diálogo con el Estado interpretó que la respuesta ha sido “una negativa radical y absoluta y combinada con la persecución de las instituciones catalanas”. “No somos unos delincuentes ni unos locos ni golpistas ni abducidos”, dijo el president en castellano. “No tenemos nada contra España y los españoles”, añadió para luego recurrir a que la “relación que no funciona” para justificar su decisión. “Nos queremos reentender mejor”, dijo.
Tras declarar la independencia y suspender sus efectos Puigdemont lanzó llamadas a la “responsabilidad” de los actores implicados. Al Gobierno central le pidió que “escuche” a quienes abogan por la mediación y a los “millones de ciudadanos de toda España que piden que renuncie a la represión y a la imposición”.
“Amedrentar”
A los ciudadanos catalanes el president les reclamó que actúen con “respeto” a los que piensan diferente. A las empresas les solicitó que continúen generando riqueza y que “no caigan en la tentación de utilizar su poder para amedrentar a la población”.
Lo dijo después de que las grandes empresas hayan emprendido una huida masiva de Cataluña por la inseguridad jurídica provocada por el proceso independentista. La declaración de ayer de Puigdemont, que no pone fecha para la concreción de los efectos de la independencia, prolongará aun más esta inseguridad.
El discurso de Puigdemont coincidió, de hecho, con una nueva jornada de fuga de compañías de Cataluña. Tras la marcha, en los últimos días, de seis de las siete grandes empresas del Ibex 35 ayer continuó el goteo con el anuncio del traslado de su domicilio social de, entre otras, la aseguradora Catalana Occidente, la editorial Planeta, las filiales españolas de viajes en línea eDreams Odigeo o el grupo químico Indukern. Otras empresas —como Freixenet y Codorniu— esperaban al discurso de Puigdemont para decidir.
Además, CaixaBank y Sabadell dieron un paso más y trasladaron también su sede fiscal a la Comunidad Valenciana tras haber anunciado ya la semana pasada el traslado de su sede social.
El presidente catalán intentó implicar, de nuevo, a la comunidad internacional en el conflicto, algo que el Gobierno español ya ha asegurado que no sucederá. “A la Unión Europea le pido que se implique a fondo y que vele por los valores fundacionales de la Unión”, dijo.
Esta apelación a las instituciones comunitarias llegó, precisamente, solo horas después de que sus máximos responsables rechazaran el plan de Puigdemont de proclamar la independencia. El rechazo más contundente llegó del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, quien, antes de la sesión plenaria, llamó a respetar el orden constitucional de España. “Hoy le pido a usted que respete el orden constitucional y que no anuncie una decisión que haría ese diálogo imposible”, dijo en un debate en el Comité de las Regiones de la Unión Europea (UE), tras recordar que el 2 de octubre le pidió diálogo al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.
Justo antes de que comenzara el pleno del Parlament, la portavoz del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker desmintió cualquier intento de mediación por su parte. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, también quiso mostrar su confianza en que la crisis catalana pueda ser resuelta “pacíficamente”.
La oposición catalana reaccionó con una mezcla de incredulidad e indignación ante las palabras del president. Inés Arrimadas, de Ciudadanos, dio por hecho que se ha puesto “en riesgo” la autonomía catalana. El PSC, en cambio, se agarró a la poca concreción de Puigdemont para poner en duda que haya dejado nada en suspenso. “No se puede suspender una declaración que no se ha hecho”. Catalunya Sí que es Pot, donde se integra Podemos, interpretó las palabras del presidente como una puerta abierta al diálogo.
El pleno del Parlament se desarrolló con problemas ya antes de comenzar, hasta el punto de que tuvo que retrasarse una hora. Fue el propio Puigdemont quien solicitó este aplazamiento por las discrepancias de última hora surgidas con la CUP. Mientras que Puigdemont y Junts pel Sí querían limitar el pleno a una declaración ambigua y sin concreciones, la CUP exigía una declaración de independencia sin matices. La fórmula elegida finalmente no contentó a amplios sectores de la formación anticapitalista. Fuentes de Junts pel Sí añadieron que, más allá de esta discrepancia, Puigdemont estuvo intentando algún tipo de mediación internacional que no se concretó. También el PP y Ciudadanos intentaron parar el pleno y llegaron a pedir formalmente su suspensión, petición que no fue atendida por la mayoría independentista.