Los socialdemócratas austriacos luchan contra el declive en las elecciones

Los sondeos prevén que el SPÖ, en la cancillería desde hace una década, pierda el primer puesto

Sara Velert (Enviada especial)
Viena, El País
Los socialdemócratas austriacos (SPÖ) afrontan este domingo el reto de evitar la caída que les auguran las encuestas y mantener su peso histórico en un escenario político que vira hacia la derecha y que apunta al fin de su tradicional coalición con los democristianos. El canciller, Christian Kern, advierte contra una posible alianza de los conservadores de Sebastian Kurz, el favorito en estas legislativas, y la ultraderecha. Y hasta el último momento ha intentado levantar el vuelo tras el escándalo por una campaña sucia ideada desde sus filas. Los sondeos vaticinan que el SPÖ, en la cancillería desde hace una década, pierda el primer puesto.


Christian Kern se convirtió en la gran esperanza de los socialdemócratas cuando en mayo de 2016 dejó la dirección de los ferrocarriles estatales para ocupar la cancillería. Sus planes de “dejar entrar aire fresco” en el partido y de lanzar un New Deal para reactivar la economía se tradujeron en repuntes en las encuestas de intención de voto. Kern, de 51 años, también logró insuflar nuevo brío a la agónica coalición con los democristianos, enredada en interminables disputas mientras los electores emigran hacia el populismo.

Pero este impulso inicial se ha perdido en poco más de un año. Los democristianos (ÖVP) rompieron en mayo el Ejecutivo para forzar un adelanto electoral y aprovechar el tirón del popular ministro de Exteriores, Sebastian Kurz, que ha puesto a su alcance la cancillería con la promesa de que es hora “de algo nuevo”. El SPÖ confía aún en ganar el pulso con un programa de “cambio responsable”, pero los sondeos les colocan invariablemente desde primavera en la segunda posición, muy cerca de la ultraderecha y a entre ocho y diez puntos de los conservadores.

“Kern no ha podido trasladar el impulso de su etapa inicial en la cancillería a la campaña”, constata el politólogo y analista electoral Christoph Hofinger. El debate lo ha dominado la crisis migratoria, que es “un campo en el que el SPÖ no puntúa”. Además, el caso de fake news (noticias falsas) contra Kurz, salido de la cocina socialista, ha provocado que “se perdiera el foco” y tiempo “para que Kern pudiera colocar su mensaje”, explica Hofinger, director de la consultora Sora.

El final de la carrera electoral deja una imagen de deseo de cambio en muchos austriacos cansados del duopolio de poder de los grandes partidos, que han moldeado la democracia austriaca salida de las ruinas del nazismo. Y ese anhelo apunta a un giro a la derecha y al fin de la gran coalición que cerraría una década de predominio socialdemócrata. Con o sin pacto con el ÖVP, el SPÖ ha puesto al canciller del país desde los años setenta, a excepción de la etapa de 2000 a 2006, en la que gobernó una alianza de conservadores y ultraderecha.

“Si eso vuelve a ocurrir, se cargarán el Estado social”, sostiene Eva Weissmann, de 55 años, mientras reparte propaganda del candidato socialista a las puertas de un centro comercial de Viena. Militante activa desde hace 12 años, Eva visita a los vecinos del barrio para recuperar la confianza perdida. “A veces no llegamos a los votantes porque las respuestas a los problemas se hacen cada vez más complejas, y eso se lo pone fácil a los populistas”, afirma.

Socialdemócratas y conservadores reunían a finales de los años ochenta más del 80% de los votos, y antes de arrancar esta campaña ya solo rondaban el 50%. “Los populistas nos han quitado votantes, pero también al ÖVP. Y este no es un fenómeno solo austriaco”, apunta sobre el declive de los mayoritarios Maria Maltschnig, directora del Instituto Karl-Renner, fábrica de ideas y academia política del SPÖ. La crisis económica y la de los refugiados “han arrojado muchas dudas en la población sobre si la política es lo bastante fuerte para protegerla”, señala. Maltschnig considera que el retroceso del SPÖ no se debe tanto a las políticas de austeridad que han pasado factura a otros partidos socialistas europeos, sino al hecho de que “el foco está ahora en la seguridad y la migración”. “Se nos atribuye la mayor capacidad en gestionar la sanidad, la educación e incluso en lo económico, pero no en esos dos temas”, añade.
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El ÖVP parece haber encontrado, al menos temporalmente, una receta contra la sangría de votos en Kurz, cuyo mensaje más repetido es el de “transformar Austria”, y de paso su sistema político. Sin haber destapado del todo sus cartas, ha marcado distancias con una posible repetición del pacto con los socialdemócratas y se ha mostrado cómodo en los debates con el líder ultraderechista, Heinz-Christian Strache.

El líder del SPÖ, en cambio, ha luchado en la recta final por colocar su programa mientras pedía disculpas por la campaña sucia. Aunque Kern destaca que le separan “mundos” del FPÖ y que si no gana este domingo pasará a la oposición porque sería inevitable un pacto entre ÖVP y los populistas, en su partido hay división al respecto. Algunos dirigentes no hacen ascos a una posible colaboración con los populistas para seguir en el poder. Ni siquiera está descartado forjar de nuevo la gran coalición, aunque en esas dos ecuaciones difícilmente aparecería Kern.

Aquella elección demostró que una campaña de propuestas “inclusivas” y “proeuropea” podía arrojar una mayoría progresista del 53%, pero “la izquierda no ha analizado con detalle” las posibilidades de ese resultado, destaca Christoph Hofinger, de la consultora Sora. En porcentajes ajustados para entrar en el Parlamento (el umbral es el 4%) se mueven también hoy los liberales de Neos y la lista de Peter Pilz, histórico de los ecologistas que ha dejado la formación verde.
Sin mayorías absolutas

Los sondeos conceden a los conservadores en torno al 33% de los votos desde el pasado mayo con una constancia inusual. En los comicios de 2013, el ÖVP logró el 23,9%. Los socialdemócratas han fluctuado entre el 22% y el 27%, frente al 26,8% de hace cuatro años. La ultraderecha del FPÖ se mueve en una franja similar, por encima del 20,5% de 2013. Los Verdes han sufrido una crisis interna que les deja cerca del descalabro, con entre el 4% y 5%, muy lejos del 12,4% de las últimas legislativas. Hace menos de un año aún alzaron a su exportavoz Alexander Van der Bellen a la presidencia frente a un candidato ultraderechista.

Aquella elección demostró que una campaña de propuestas “inclusivas” y “proeuropea” podía arrojar una mayoría progresista del 53%, pero “la izquierda no ha analizado con detalle” las posibilidades de ese resultado, destaca Christoph Hofinger, de la consultora Sora. En porcentajes ajustados para entrar en el Parlamento (el umbral es el 4%) se mueven también hoy los liberales de Neos y la lista de Peter Pilz, histórico de los ecologistas que ha dejado la formación verde.

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