La ruleta rusa hace añicos al Sevilla: manita del Spartak
Los rusos le endosan la peor derrota en Champions de su historia y le complican los octavos. Es tercero de grupo. Ben Yedder falló un gol a lo Cardeñosa.
Juan Jiménez
As
EI Sevilla se descosió en Moscú en una noche nefasta, la peor de su historia en la Champions League. Nunca encajó cinco goles en la competición (en la vieja Copa de Europa el Madrid le hizo ocho en 1958). Los de Berizzo apostaron a la ruleta rusa y salieron de la guarida del Spartak directos a urgencias. La derrota, humillante, le deja tercero de grupo y la brecha del marcador (5-1) le sitúa en posición peliaguda en caso de empates. El goalaverage particular con los rusos es ya una quimera y por delante también está el Liverpool.
El partido llegó al descanso con un extraño 1-1. El Spartak velocísimo al contragolpe, castigó un irregular balance defensivo tras córner con un cabezazo de Promes, jugador casi anónimo que llegó a Rusia procedente del Twente y fue un suplicio para Mercado. Kjaer pareció arreglar la noche. El oportunista empate del danés, que forzó para jugar, frenó el vendaval ruso y pareció restablecer la normalidad el partido. Carrera, que implantó el catenaccio el día del Liverpool, jugaba y dejaba jugar. En la emboscada cayó Berizzo.
Antes, el Sevilla se animó. Selikhov, estelar en contraposición de Sergio Rico, que no paró una, desvió dos tiros de Krohn Delhi y otro de Ben Yedder. Al francés le quedó un balón muerto en el 53’. Sin portero, se acomodó el balón con frialdad y criterio. Pero no fusiló. Su definición, rescatada bajo palos por Kombarov, recordó rápidamente al vicegol Cardeñosa en el Mundial de Argentina.
Lo que sucedió desde entonces fue un descalzaperros sevillista. Melgarejo hizo el 2-1 en el minuto 58 y y Berizzo y sus chicos perdieron los papeles en la última media hora. La situación recordó aquella semifinal de Copa de 2016 en la que el Celta, entonces de Berizzo, perdió 4-0 ante el Sevilla de Emery por perder la cabeza, el orden y las líneas. Un calco. Cayeron los goles: Glushakov, Luiz Adriano y otra vez el gran Promes. Una humillación en toda regla que deja en mal lugar al Sevilla y a Berizzo con el Valencia al fondo. Un momento difícil.
Juan Jiménez
As
EI Sevilla se descosió en Moscú en una noche nefasta, la peor de su historia en la Champions League. Nunca encajó cinco goles en la competición (en la vieja Copa de Europa el Madrid le hizo ocho en 1958). Los de Berizzo apostaron a la ruleta rusa y salieron de la guarida del Spartak directos a urgencias. La derrota, humillante, le deja tercero de grupo y la brecha del marcador (5-1) le sitúa en posición peliaguda en caso de empates. El goalaverage particular con los rusos es ya una quimera y por delante también está el Liverpool.
El partido llegó al descanso con un extraño 1-1. El Spartak velocísimo al contragolpe, castigó un irregular balance defensivo tras córner con un cabezazo de Promes, jugador casi anónimo que llegó a Rusia procedente del Twente y fue un suplicio para Mercado. Kjaer pareció arreglar la noche. El oportunista empate del danés, que forzó para jugar, frenó el vendaval ruso y pareció restablecer la normalidad el partido. Carrera, que implantó el catenaccio el día del Liverpool, jugaba y dejaba jugar. En la emboscada cayó Berizzo.
Antes, el Sevilla se animó. Selikhov, estelar en contraposición de Sergio Rico, que no paró una, desvió dos tiros de Krohn Delhi y otro de Ben Yedder. Al francés le quedó un balón muerto en el 53’. Sin portero, se acomodó el balón con frialdad y criterio. Pero no fusiló. Su definición, rescatada bajo palos por Kombarov, recordó rápidamente al vicegol Cardeñosa en el Mundial de Argentina.
Lo que sucedió desde entonces fue un descalzaperros sevillista. Melgarejo hizo el 2-1 en el minuto 58 y y Berizzo y sus chicos perdieron los papeles en la última media hora. La situación recordó aquella semifinal de Copa de 2016 en la que el Celta, entonces de Berizzo, perdió 4-0 ante el Sevilla de Emery por perder la cabeza, el orden y las líneas. Un calco. Cayeron los goles: Glushakov, Luiz Adriano y otra vez el gran Promes. Una humillación en toda regla que deja en mal lugar al Sevilla y a Berizzo con el Valencia al fondo. Un momento difícil.