La migración y el clima, primeros choques en las negociaciones de Gobierno en Alemania
Conservadores, liberales y Verdes discrepan sobre asuntos cruciales en las conversaciones para formar la coalición Jamaica
Ana Carbajosa
Berlín, El País
Las primeras grietas han asomado esta semana en las negociaciones que mantienen los partidos alemanes llamados a formar una coalición de Gobierno. La inmigración, el asilo y el cambio climático son los culpables de los desencuentros en la primera ronda de conversaciones entre el bloque conservador CDU/CSU, Verdes y Liberales. De ellas debe nacer la llamada coalición Jamaica, por los colores de la isla caribeña, un experimento inédito en la historia de la política federal alemana y que en principio no deseaba ninguno de los partidos condenados ahora a entenderse.
“Las diferencias son muy muy grandes”, estimó Peter Tauber, secretario general de la gubernamental CDU, tras la maratoniana sesión de 12 horas del pasado jueves. Nicola Beer, secretaria general de los Liberales (FDP), cifró en un 50% las posibilidades de que los partidos sentados a la mesa de negociación logren finalmente un acuerdo de Gobierno.
El partido de la canciller, Angela Merkel, ganó las elecciones alemanas el pasado septiembre, pero con una mayoría insuficiente para formar Gobierno. La aritmética obliga ahora a la canciller a sentarse a negociar con partidos con posiciones enfrentadas en asuntos que se perfilan cruciales en la próxima legislatura. Esta semana ha sido solo el inicio de unas complejas negociaciones que se prevé se prolongarán como poco hasta navidades.
La migración y sobre todo el asilo ha sido asuntos que han marcado la pasada legislatura. Cerca de millón y medio de refugiados llegaron a Alemania en los últimos dos años, dando pie a la proliferación de ataques xenófobos y al resurgimiento de una extrema derecha que ha acabado ocupando 94 escaños en el Parlamento. La presión política sobre la canciller Merkel y su partido para endurecer la política migratoria ha sido desde entonces una constante.
Primer encontronazo: la Unión demócrata cristiana de Merkel (CDU) y su aliada bávara, la más conservadora CSU, pactaron antes de dar comienzo las negociaciones un objetivo máximo de entrada de refugiados de 200.000 personas. Los Verdes se oponen a un límite numérico del derecho de asilo. “Es la base para cualquier negociación” se mostró sin embargo inflexible Andreas Scheuer, secretario general de la CSU bávara.
Las diferencias van mucho más allá. Una de las cuestiones más espinosas y que amenaza con dominar la agenda política los próximos meses es la reunificación familiar. Interior calcula que unas 200.000 personas podrían venir a Alemania dentro del marco de la reunificación familiar de refugiados que ya están en el país. El anterior Gobierno impuso una moratoria que expira la próxima primavera para la entrada de familiares de aquellos que obtuvieron protección subsidiaria, algo así como un grado inferior del estatuto de refugiados.
El bloque conservador y los liberales quieren prolongar esa moratoria para limitar el número de migrantes que acoge Alemania. Los Verdes, sin embargo, se oponen a una medida que perciben como un obstáculo para la integración. “Un refugiado que esté en Alemania y cuya familia esté en Siria en Grecia o en Libia tiene un incentivo mucho menor para integrarse”, explican fuentes del partido ecologista.
“Las cifras que se barajan no son excesivamente altas. Se trata más bien de una decisión simbólica, de un mensaje político de Berlín a los votantes y los que piensan en migrar en el que Alemania debe decidir si quiere dar la imagen de país integrador o restrictivo en su política migratoria”, interpreta Thomas Liebig, experto en migraciones de la OCDE.
Ampliar la lista de países seguros a Marruecos, Túnez y Argelia, es otra de las propuestas del bloque conservador que secundan los liberales y que no cuentan con la aprobación de los Verdes.
Sí están de acuerdo los partidos sin embargo en aprobar una nueva ley de inmigración para los migrantes económicos. La clave sin embargo es la orientación que debe tener la norma llamada a regular los flujos migratorios y la entrada de la demandada mano de obra cualificada en Alemania.
La política ambiental es la fuente del segundo gran encontronazo. Los ecologistas quieren que más allá de las buenas palabras, los partidos acuerden cómo piensan ejecutar los compromisos internacionales adquiridos por Alemania de reducción de gases de efecto invernadero. Exigen concreción y si no, advirtió Katrin Göring-Eckardt, co líder de los Verdes, en un vídeo colgado por el partido en las redes sociales, “no podemos seguir hablando”.
El partido ecologista exige también el cierre de las 20 centrales de carbón más contaminantes y un calendario para el abandono total de esta fuente de energía sucia. Los planes de los Verdes chocan con la renuencia liberal a compromisos que supongan costosos sacrificios económicos y con las políticas de un Gobierno que hasta ahora ha tratado de evitar tocar una actividad económica de la que dependen miles de puestos de trabajo.
Si las negociaciones fallan
Los partidos llamados a formar la coalición Jamaica negocian bajo presión y sin demasiadas alternativas a la vista. La aritmética electoral deja escaso margen de maniobra. Más allá de Jamaica, la única otra opción con la que el bloque conservador ganador de las elecciones podría formar Gobierno sería una nueva gran coalición, que la socialdemocracia rechaza de plano. De fracasar las actuales conversaciones, quedaría la opción de formar un gobierno en minoría, una rareza a la que Merkel no parece predispuesta. Descartadas todas las anteriores, repetir las elecciones sería la última opción, que los partidos dicen estar dispuestos a evitar casi a cualquier precio.
“Una Europa fuerte y unida”
El futuro de Europa se perfila junto con la migración como uno de los temas más espinosos de las negociaciones de coalición alemanas. La canciller, Angela Merkel, se ha comprometido a secundar el impulso del presidente Emmanuel Macron para reformar la zona euro con el objetivo de prevenir potenciales crisis venideras.
El problema es que los Liberales, uno de los cuatro partidos que se sientan a la mesa de negociación, mantienen una interpretación muy restrictiva de lo que consideran la profundización del proyecto europeo. Es decir, recelan de cualquier mecanismo que implique compartir riesgos y transferencias financieras entre países miembros. Y el problema, sobre todo, es que los liberales están llamados a ocupar la cartera de Finanzas, que acaba de dejar vacía el hasta ahora todopoderoso Wolfgang Schäuble, que ha marcado el paso de las finanzas de la zona euro.
Esta semana, los partidos han abordado el tema de Europa y milagrosamente no han saltado las chispas. En parte, porque se ha aparcado cualquier tipo de concreción, que deberá ser abordada más adelante. “La dirección general ha sido muy pro europea y de una voluntad general de seguir los pasos de Macron”, explica una fuente próxima a las negociaciones.
“Los negociadores se comprometen a la formación de una Europa fuerte y unida”, reza el borrador que asumen los partidos y que el dirigente de la CSU, Manfred Weber, colgó este viernes en su cuenta de Twitter. “La cooperación franco-alemana es de especial relevancia para nosotros”, añade.
Las generalidades son lo fácil. Falta ahora lograr el acercamiento en puntos concretos como la creación de un Fondo Monetario Europeo como el que defendía Schäuble o la fundación de un euro presupuesto y el nombramiento de un ministro para la zona euro como defiende Macron. “La reforma de la eurozona va a ser lo más complicado, en parte porque es un asunto susceptible de ser explotado pro al extrema derecha (AfD)”, opina Joerg Forbrig, investigador del German Marshall Fund. “El futuro de Europa es un tema que se debería haber discutido durante la campaña y que sin embargo se evitó deliberadamente y ahora bajo presión es mucho más difícil”, añade.
No hubo tampoco acuerdo en cómo abordar la relación con Turquía, un país con el que Alemania mantiene sonados enfrentamientos diplomáticos. La CDU, la CSU y los Liberales optan por romper el acercamiento de Ankara con el bloque comunitario. Los Verdes sin embargo, con un co líder de origen turco muy crítico con el régimen de Recep Tayyip Erdoğan, y que se perfila como próximo ministro de Exteriores alemán, se desmarcan de esa estrategia. “Estamos apenas al principio de la negociación. Va a ser un proceso muy largo”, advierten las fuentes próximas a la negociación.
Ana Carbajosa
Berlín, El País
Las primeras grietas han asomado esta semana en las negociaciones que mantienen los partidos alemanes llamados a formar una coalición de Gobierno. La inmigración, el asilo y el cambio climático son los culpables de los desencuentros en la primera ronda de conversaciones entre el bloque conservador CDU/CSU, Verdes y Liberales. De ellas debe nacer la llamada coalición Jamaica, por los colores de la isla caribeña, un experimento inédito en la historia de la política federal alemana y que en principio no deseaba ninguno de los partidos condenados ahora a entenderse.
“Las diferencias son muy muy grandes”, estimó Peter Tauber, secretario general de la gubernamental CDU, tras la maratoniana sesión de 12 horas del pasado jueves. Nicola Beer, secretaria general de los Liberales (FDP), cifró en un 50% las posibilidades de que los partidos sentados a la mesa de negociación logren finalmente un acuerdo de Gobierno.
El partido de la canciller, Angela Merkel, ganó las elecciones alemanas el pasado septiembre, pero con una mayoría insuficiente para formar Gobierno. La aritmética obliga ahora a la canciller a sentarse a negociar con partidos con posiciones enfrentadas en asuntos que se perfilan cruciales en la próxima legislatura. Esta semana ha sido solo el inicio de unas complejas negociaciones que se prevé se prolongarán como poco hasta navidades.
La migración y sobre todo el asilo ha sido asuntos que han marcado la pasada legislatura. Cerca de millón y medio de refugiados llegaron a Alemania en los últimos dos años, dando pie a la proliferación de ataques xenófobos y al resurgimiento de una extrema derecha que ha acabado ocupando 94 escaños en el Parlamento. La presión política sobre la canciller Merkel y su partido para endurecer la política migratoria ha sido desde entonces una constante.
Primer encontronazo: la Unión demócrata cristiana de Merkel (CDU) y su aliada bávara, la más conservadora CSU, pactaron antes de dar comienzo las negociaciones un objetivo máximo de entrada de refugiados de 200.000 personas. Los Verdes se oponen a un límite numérico del derecho de asilo. “Es la base para cualquier negociación” se mostró sin embargo inflexible Andreas Scheuer, secretario general de la CSU bávara.
Las diferencias van mucho más allá. Una de las cuestiones más espinosas y que amenaza con dominar la agenda política los próximos meses es la reunificación familiar. Interior calcula que unas 200.000 personas podrían venir a Alemania dentro del marco de la reunificación familiar de refugiados que ya están en el país. El anterior Gobierno impuso una moratoria que expira la próxima primavera para la entrada de familiares de aquellos que obtuvieron protección subsidiaria, algo así como un grado inferior del estatuto de refugiados.
El bloque conservador y los liberales quieren prolongar esa moratoria para limitar el número de migrantes que acoge Alemania. Los Verdes, sin embargo, se oponen a una medida que perciben como un obstáculo para la integración. “Un refugiado que esté en Alemania y cuya familia esté en Siria en Grecia o en Libia tiene un incentivo mucho menor para integrarse”, explican fuentes del partido ecologista.
“Las cifras que se barajan no son excesivamente altas. Se trata más bien de una decisión simbólica, de un mensaje político de Berlín a los votantes y los que piensan en migrar en el que Alemania debe decidir si quiere dar la imagen de país integrador o restrictivo en su política migratoria”, interpreta Thomas Liebig, experto en migraciones de la OCDE.
Ampliar la lista de países seguros a Marruecos, Túnez y Argelia, es otra de las propuestas del bloque conservador que secundan los liberales y que no cuentan con la aprobación de los Verdes.
Sí están de acuerdo los partidos sin embargo en aprobar una nueva ley de inmigración para los migrantes económicos. La clave sin embargo es la orientación que debe tener la norma llamada a regular los flujos migratorios y la entrada de la demandada mano de obra cualificada en Alemania.
La política ambiental es la fuente del segundo gran encontronazo. Los ecologistas quieren que más allá de las buenas palabras, los partidos acuerden cómo piensan ejecutar los compromisos internacionales adquiridos por Alemania de reducción de gases de efecto invernadero. Exigen concreción y si no, advirtió Katrin Göring-Eckardt, co líder de los Verdes, en un vídeo colgado por el partido en las redes sociales, “no podemos seguir hablando”.
El partido ecologista exige también el cierre de las 20 centrales de carbón más contaminantes y un calendario para el abandono total de esta fuente de energía sucia. Los planes de los Verdes chocan con la renuencia liberal a compromisos que supongan costosos sacrificios económicos y con las políticas de un Gobierno que hasta ahora ha tratado de evitar tocar una actividad económica de la que dependen miles de puestos de trabajo.
Si las negociaciones fallan
Los partidos llamados a formar la coalición Jamaica negocian bajo presión y sin demasiadas alternativas a la vista. La aritmética electoral deja escaso margen de maniobra. Más allá de Jamaica, la única otra opción con la que el bloque conservador ganador de las elecciones podría formar Gobierno sería una nueva gran coalición, que la socialdemocracia rechaza de plano. De fracasar las actuales conversaciones, quedaría la opción de formar un gobierno en minoría, una rareza a la que Merkel no parece predispuesta. Descartadas todas las anteriores, repetir las elecciones sería la última opción, que los partidos dicen estar dispuestos a evitar casi a cualquier precio.
“Una Europa fuerte y unida”
El futuro de Europa se perfila junto con la migración como uno de los temas más espinosos de las negociaciones de coalición alemanas. La canciller, Angela Merkel, se ha comprometido a secundar el impulso del presidente Emmanuel Macron para reformar la zona euro con el objetivo de prevenir potenciales crisis venideras.
El problema es que los Liberales, uno de los cuatro partidos que se sientan a la mesa de negociación, mantienen una interpretación muy restrictiva de lo que consideran la profundización del proyecto europeo. Es decir, recelan de cualquier mecanismo que implique compartir riesgos y transferencias financieras entre países miembros. Y el problema, sobre todo, es que los liberales están llamados a ocupar la cartera de Finanzas, que acaba de dejar vacía el hasta ahora todopoderoso Wolfgang Schäuble, que ha marcado el paso de las finanzas de la zona euro.
Esta semana, los partidos han abordado el tema de Europa y milagrosamente no han saltado las chispas. En parte, porque se ha aparcado cualquier tipo de concreción, que deberá ser abordada más adelante. “La dirección general ha sido muy pro europea y de una voluntad general de seguir los pasos de Macron”, explica una fuente próxima a las negociaciones.
“Los negociadores se comprometen a la formación de una Europa fuerte y unida”, reza el borrador que asumen los partidos y que el dirigente de la CSU, Manfred Weber, colgó este viernes en su cuenta de Twitter. “La cooperación franco-alemana es de especial relevancia para nosotros”, añade.
Las generalidades son lo fácil. Falta ahora lograr el acercamiento en puntos concretos como la creación de un Fondo Monetario Europeo como el que defendía Schäuble o la fundación de un euro presupuesto y el nombramiento de un ministro para la zona euro como defiende Macron. “La reforma de la eurozona va a ser lo más complicado, en parte porque es un asunto susceptible de ser explotado pro al extrema derecha (AfD)”, opina Joerg Forbrig, investigador del German Marshall Fund. “El futuro de Europa es un tema que se debería haber discutido durante la campaña y que sin embargo se evitó deliberadamente y ahora bajo presión es mucho más difícil”, añade.
No hubo tampoco acuerdo en cómo abordar la relación con Turquía, un país con el que Alemania mantiene sonados enfrentamientos diplomáticos. La CDU, la CSU y los Liberales optan por romper el acercamiento de Ankara con el bloque comunitario. Los Verdes sin embargo, con un co líder de origen turco muy crítico con el régimen de Recep Tayyip Erdoğan, y que se perfila como próximo ministro de Exteriores alemán, se desmarcan de esa estrategia. “Estamos apenas al principio de la negociación. Va a ser un proceso muy largo”, advierten las fuentes próximas a la negociación.