Íker Casillas revive la pesadilla de la suplencia
Oporto, ABC
Vuelven los peores fantasmas para Íker Casillas. El Oporto perdió 3-2 en casa del Leipzig y él se quedó en el banquillo. Así lo determinó el entrenador, Sérgio Conceiçao, en el último instante, y la sorpresa dejó a los fans blanquiazules boquiabiertos.
El exportero del Real Madrid no podía disimular su decepción, tal cual reflejaba su rostro. Cariacontecido, permaneció sentado y sin palabras.
Además, el primer gol de los alemanes retrató las carencias de su sustituto, José Sá, pues el tanto se produjo después de su estrepitoso fallo.
Íker no daba crédito ante lo que veían sus ojos, mucho más si tenemos en cuenta que en absoluto está lesionado.
Todo se debió a una «decisión técnica», según reconoció el técnico de los 'dragones'. «Soy entrenador y me pagan por tomar este tipo de decisiones. No me importa el ruido que se genera por dejar a Casillas en el banquillo», argumentó el habitualmente visceral Conceiçao.
«No me arrepiento de nada. Elegí a los mejores y, si tuviera que volver a elegir, escogería el mismo once», prosiguió.
El caso es que la polémica está servida en Portugal, con el presidente del club, Pinto da Costa, callado por ahora. Las redes sociales echaban chispas desde que salió a la luz la suplencia de la gran estrella del equipo a sus 36 años.
Buenos números de Casillas
Lo que nadie termina de entender es por qué prefirió el técnico al joven José Sá, en vista de que los números acreditan la buena marcha de Íker en esta su tercera temporada en el Oporto.
El equipo marcha líder del campeonato portugués y él solo ha recibido tres goles en ocho jornadas. El segundo clasificado, el Sporting, figura dos puntos por debajo y el gran rival a batir, el Benfica, languidece a cinco en su nefasto arranque.
La sorpresa no se habría extendido si Casillas fuera el de la pasada campaña, cuando sus ‘cantadas’ dieron que hablar al otro lado de la frontera y se le vio tan nervioso en el Estadio Do Dragao como en los tiempos en que José Mourinho le defenestró en el Bernabéu.
Se hablaba de que su descenso a los infiernos era un hecho. Incluso la palabra 'pesadilla' se cambiaba por otra mucho más fuerte: 'declive'.
No era para menos porque el portero del Oporto se había convertido en ídolo para la afición local, aunque sus errores superaron a sus aciertos y, en plena veteranía, no faltaban quienes que le daban la razón a 'The Special One' cuando arremetía contra él.
Ahora, sin embargo, nada de eso se ha dejado traslucir. De modo que se propaga una incógnita: ¿Qué hay en la sombra? ¿Qué ha ocurrido realmente?
Al ver la pifia de su sustituto, seguro que le vino a la mente lo que le sucedió a él mismo a los cuatro minutos de un duelo en casa del Vitória Guimaraes, curiosamente entrenado entonces por el mismo Sérgio Conceiçao. Sus manos se mostraron incapaces de atajar un balón por alto y el gol fatal subió inmediatamente al marcador, lo que significaba que el club portugués se alejaba del liderazgo.
Sabiendo cómo se las gastan los aficionados más acérrimos del bicampeón de Europa, Casillas optó por una actitud conciliadora al inicio de la segunda parte: antes de reanudarse el encuentro, se dirigió a la grada donde se arremolinaban los fans portuenses para pedirles disculpas por su grave error. La ‘cantada’ derivó en un mazazo psicológico y el Oporto no levantó cabeza en ningún momento.
El aval de Pinto da Costa
Un panorama que hoy es un mal recuerdo, pero que le hace a Íker añorar al entrenador que le convenció para fichar por el emblema del norte de Portugal: el hoy seleccionador nacional Julen Lopetegui.
Desde su marcha, tuvo que ser el presidente Pinto da Costa quien avalase al guardameta, puesto que los sucesivos inquilinos de la dirección técnica portista no han terminado de tenerlas todas consigo en lo que a él se refiere.
En consecuencia, está claro es que la situación vuelve a pintar muy fea para el ex ídolo del Real Madrid. Puede ser, además, la puntilla para que definitivamente se olvide de retornar al combinado que acudirá al Mundial de Rusia.
Los aficionados del Oporto le tienen cariño tanto a él como a su mujer, Sara Carbonero, entre otras razones porque se muestran muy integrados en los círculos locales y hablan bien de la ciudad siempre que tienen ocasión.
De hecho, Casillas había barajado varias ofertas suculentas este verano, pero la calidad de vida que tiene frente al Océano Atlántico le hizo decantarse por renovar su contrato una tercera temporada.
Lo que se preguntan los seguidores a estas alturas es si el entrenador ha abierto una ventana a la crisis de manera algo innecesaria. Don Sérgio ya ha demostrado su carácter en anteriores oportunidades. Habrá que esperar al encuentro del domingo en Liga frente al Paços Ferreira para ver en qué queda el conflicto.
Vuelven los peores fantasmas para Íker Casillas. El Oporto perdió 3-2 en casa del Leipzig y él se quedó en el banquillo. Así lo determinó el entrenador, Sérgio Conceiçao, en el último instante, y la sorpresa dejó a los fans blanquiazules boquiabiertos.
El exportero del Real Madrid no podía disimular su decepción, tal cual reflejaba su rostro. Cariacontecido, permaneció sentado y sin palabras.
Además, el primer gol de los alemanes retrató las carencias de su sustituto, José Sá, pues el tanto se produjo después de su estrepitoso fallo.
Íker no daba crédito ante lo que veían sus ojos, mucho más si tenemos en cuenta que en absoluto está lesionado.
Todo se debió a una «decisión técnica», según reconoció el técnico de los 'dragones'. «Soy entrenador y me pagan por tomar este tipo de decisiones. No me importa el ruido que se genera por dejar a Casillas en el banquillo», argumentó el habitualmente visceral Conceiçao.
«No me arrepiento de nada. Elegí a los mejores y, si tuviera que volver a elegir, escogería el mismo once», prosiguió.
El caso es que la polémica está servida en Portugal, con el presidente del club, Pinto da Costa, callado por ahora. Las redes sociales echaban chispas desde que salió a la luz la suplencia de la gran estrella del equipo a sus 36 años.
Buenos números de Casillas
Lo que nadie termina de entender es por qué prefirió el técnico al joven José Sá, en vista de que los números acreditan la buena marcha de Íker en esta su tercera temporada en el Oporto.
El equipo marcha líder del campeonato portugués y él solo ha recibido tres goles en ocho jornadas. El segundo clasificado, el Sporting, figura dos puntos por debajo y el gran rival a batir, el Benfica, languidece a cinco en su nefasto arranque.
La sorpresa no se habría extendido si Casillas fuera el de la pasada campaña, cuando sus ‘cantadas’ dieron que hablar al otro lado de la frontera y se le vio tan nervioso en el Estadio Do Dragao como en los tiempos en que José Mourinho le defenestró en el Bernabéu.
Se hablaba de que su descenso a los infiernos era un hecho. Incluso la palabra 'pesadilla' se cambiaba por otra mucho más fuerte: 'declive'.
No era para menos porque el portero del Oporto se había convertido en ídolo para la afición local, aunque sus errores superaron a sus aciertos y, en plena veteranía, no faltaban quienes que le daban la razón a 'The Special One' cuando arremetía contra él.
Ahora, sin embargo, nada de eso se ha dejado traslucir. De modo que se propaga una incógnita: ¿Qué hay en la sombra? ¿Qué ha ocurrido realmente?
Al ver la pifia de su sustituto, seguro que le vino a la mente lo que le sucedió a él mismo a los cuatro minutos de un duelo en casa del Vitória Guimaraes, curiosamente entrenado entonces por el mismo Sérgio Conceiçao. Sus manos se mostraron incapaces de atajar un balón por alto y el gol fatal subió inmediatamente al marcador, lo que significaba que el club portugués se alejaba del liderazgo.
Sabiendo cómo se las gastan los aficionados más acérrimos del bicampeón de Europa, Casillas optó por una actitud conciliadora al inicio de la segunda parte: antes de reanudarse el encuentro, se dirigió a la grada donde se arremolinaban los fans portuenses para pedirles disculpas por su grave error. La ‘cantada’ derivó en un mazazo psicológico y el Oporto no levantó cabeza en ningún momento.
El aval de Pinto da Costa
Un panorama que hoy es un mal recuerdo, pero que le hace a Íker añorar al entrenador que le convenció para fichar por el emblema del norte de Portugal: el hoy seleccionador nacional Julen Lopetegui.
Desde su marcha, tuvo que ser el presidente Pinto da Costa quien avalase al guardameta, puesto que los sucesivos inquilinos de la dirección técnica portista no han terminado de tenerlas todas consigo en lo que a él se refiere.
En consecuencia, está claro es que la situación vuelve a pintar muy fea para el ex ídolo del Real Madrid. Puede ser, además, la puntilla para que definitivamente se olvide de retornar al combinado que acudirá al Mundial de Rusia.
Los aficionados del Oporto le tienen cariño tanto a él como a su mujer, Sara Carbonero, entre otras razones porque se muestran muy integrados en los círculos locales y hablan bien de la ciudad siempre que tienen ocasión.
De hecho, Casillas había barajado varias ofertas suculentas este verano, pero la calidad de vida que tiene frente al Océano Atlántico le hizo decantarse por renovar su contrato una tercera temporada.
Lo que se preguntan los seguidores a estas alturas es si el entrenador ha abierto una ventana a la crisis de manera algo innecesaria. Don Sérgio ya ha demostrado su carácter en anteriores oportunidades. Habrá que esperar al encuentro del domingo en Liga frente al Paços Ferreira para ver en qué queda el conflicto.