El Govern considera que ha recibido un portazo a su oferta de negociación

El vicepresidente Oriol Junqueras descarta un adelanto electoral

Camilo S. Baquero
Barcelona, El País
La decisión del Consejo de Ministros de iniciar el camino para intervenir la autonomía de Cataluña, el artículo 155 de la Constitución, es para el Govern un portazo a su oferta de diálogo. El portavoz de la Generalitat, Jordi Turull, se prodigó este miércoles en explicar la fórmula de secesión en diferido y advirtió que el movimiento del Gobierno de Mariano Rajoy obliga al presidente Carles Puigdemont a sacar la independencia de la hibernación. El vicepresidente Oriol Junqueras, por su parte, descartó un adelanto electoral como una solución alternativa.


“Si el Gobierno pone en marcha el 155, quiere decir que no hay ninguna voluntad de diálogo y el Govern entonces será consecuente con el compromiso con el pueblo catalán”, aseguró Turull en una entrevista a Catalunya Ràdio. En su discurso en el Parlament, el pasado martes, Puigdemont especificó que la suspensión de la declaración de independencia obedecía a la idea de comenzar un diálogo para rebajar la tensión institucional.

Madrid y Barcelona tienen ideas diferentes cuando hablan de diálogo o al menos sobre cuál es la base sobre la que se podría construir. Rajoy insistió este miércoles en un diálogo dentro de la Constitución, la oferta que siempre ha puesto sobre la mesa. El president lo dejó claro este miércoles en una entrevista a la CNN: “Las hipotéticas negociaciones tienen que partir del hecho de reconocer la realidad, que la relación entre Cataluña y España no está funcionando y que hay una mayoría del pueblo catalán que quiere que Cataluña sea un Estado independiente. Y lo quiere hacer de acuerdo con el Estado”, explicó.

En esta misma línea se expresó el hombre fuerte del PDeCAT en Madrid, Carles Campuzano, que calificó de “error mayúsculo” la decisión de aplicar el 155. “El único diálogo posible es sobre si se reconoce a Cataluña como sujeto político. La comunidad internacional le pide [a Mariano Rajoy] diálogo sobre eso, y la sociedad civil catalana y la sociedad civil española le pide diálogo sobre eso”, insistió.

En el Palau de la Generalitat no sorprendió la decisión del Consejo de Ministros extraordinario. Este miércoles mismo llegó la carta con el requerimiento firmado por Rajoy. El texto da un plazo de siete días a la Generalitat, hasta el próximo lunes, para que confirme si se declaró la independencia el pasado martes. En caso afirmativo, le da hasta el próximo jueves para que “revoque” esa decisión y “restaure el orden constitucional y estatutario”.

El calendario escogido por La Moncloa para recibir la respuesta de la Generalitat es holgado si se compara, por ejemplo, con el impuesto en otras medidas puestas en marcha en pleno desafío soberanista. Tal es el caso de la intervención de facto de las arcas catalanas por parte del Ministerio de Hacienda. En septiembre, el ministro Cristóbal Montoro solo dio 24 horas a Puigdemont para adoptar la no disponibilidad del Presupuesto catalán. Fuentes del Govern lo interpretan como una disminución de la beligerancia, aunque subrayan que Rajoy no se ha movido ni un milímetro en su posición. A nadie se le escapa tampoco que, de por medio, está la celebración de la Fiesta Nacional de España.

Sin anticipo electoral

Con todo, Puigdemont logra así arañar tiempo para su plan de lograr una mediación internacional, aprovechando que el tema catalán está presente en la agenda de los medios extranjeros. Quim Arrufat, exdiputado y portavoz de la CUP, afirmó el martes que el presidente de la Generalitat les había explicado que la decisión de poner a hibernar la declaración de independencia respondía a las voces internacionales que lo pedían y potenciales mediadores. Los nombres, sin embargo, siguen siendo un secreto. Turull lo atribuye a la necesidad de “discreción”. El plan del Govern también pasa por intentar dejar en evidencia a Rajoy ante la comunidad internacional si se niega a negociar. “Si hay otro que actúa abiertamente contra esta nueva oportunidad, pone en evidencia a los ojos del mundo la diferencia entre los que vamos a hacer todo lo necesario para que la gente votara y los que no”, explicó Oriol Junqueras en una entrevista a RAC-1. El vicepresidente también rechazó un adelanto electoral. “Lo que quiero es que este trabajo culmine de la mejor manera posible y lo más rápido posible. Hacer ahora unas elecciones no ayudaría a que fuera más rápido. Las descarto del todo”.

La CUP aceptó el martes que la decisión del presidente Carles Puigdemont de diferir los efectos de la declaración de independencia dejaba “tocados” los puentes con Junts pel Sí, la coalición entre el PDeCAT y ERC. Un planteamiento que ya tiene una respuesta por parte de la coordinadora de la antigua Convergència, Marta Pascal. En una entrevista a la Cadena SER, la líder del PDeCAT aseguró que su formación tenderá la mano para “hablar con todo el mundo”. Pascal vio en el pleno del martes un tono más cercano en la intervención de Catalunya sí que es Pot. Su diputado Joan Josep Nuet abogó este miércoles por “una nueva visión” de la gestión por Cataluña del “nuevo momento político”.

La resaca del pleno del Parlament también puso de relieve la inquietud de algunos líderes de Esquerra Republicana respecto a la fórmula de Puigdemont. Lanúmero dos del partido, Marta Rovira, apoyó la petición de la CUP de fijar un término para el fin del periodo de negociaciones y sacar de la nevera la proclamación de la república catalana. Una posición que también defendió el diputado en el Congreso Joan Tardà.

“Deberíamos pedirle una aclaración a Rajoy sobre por qué no ha dicho nada sobre el diálogo y las propuestas de mediación. Diría que por las amenazas, pintan bastos”, tuiteó Rovira.

En el Govern están satisfechos con su estrategia pero entienden que la presentación en el pleno era difícil de digerir para los catalanes más movilizados en la vía secesionista. De ahí que el portavoz se prodigara en los medios este miércoles y pusiera énfasis en defender la apuesta de Puigdemont, que aseguró que no implica “renunciar absolutamente a nada” y mucho menos supone “un paso atrás” en el camino hacia la independencia.

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