Washington mantiene “dos o tres” canales de comunicación con Pyongyang
El secretario de Estado, Rex Tillerson, asegura que EE UU evalúa si Corea del Norte está listo para entrar en conversaciones sobre su programa de armamento nuclear
Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
Paren máquinas, la guerra no está tan cerca después de todo. O eso parece. Cuando las tensiones en la península coreana parecían más fuertes que nunca, y Donald Trump y Kim Jong-un intercambiaban declaraciones a cual más belicosa, el secretario de Estado de EE UU, Rex Tillerson, de visita en Pekín, ha revelado que la situación no es tan “oscura” como daba la impresión: Estados Unidos, ha dicho, mantiene varios canales de comunicación abiertos con Corea del Norte e incluso trata de determinar si Pyongyang está listo para entrar en conversaciones sobre su programa de armamento nuclear.
"Lo estamos evaluando, así que permanezcan atentos”, ha indicado el jefe de la diplomacia estadounidense en declaraciones a la prensa tras reunirse en Pekín con las autoridades chinas para preparar la visita del presidente Donald Trump a este país el próximo noviembre. “Preguntamos. Tenemos líneas de comunicación con Pyongyang. No estamos en una situación negra, a oscuras, tenemos un par, tres, canales abiertos con Pyongyang”.
Son canales directos. Preguntado si en alguno de ellos participaba China como mediador, Tillerson respondió tajante: "nuestros propios canales".
La crispación en torno al programa de armamento de Corea del Norte, y el intercambio de amenazas cada vez más duro entre Washington y Pyongyang fue este sábado uno de los grandes asuntos protagonistas de las conversaciones entre Tillerson y las autoridades chinas, que culminaron con una reunión entre el secretario de Estado y el presidente chino Xi Jinping en el pomposo Gran Palacio del Pueblo de Pekín. Pero en sus apretones de manos e intercambio de parabienes formales ante la prensa, ninguno mencionó a Corea del Norte.
Desde la sexta prueba nuclear del régimen de Kim Jong-un, China parece haber endurecido su posición ante su vecino y teórico aliado. Aunque insiste en la necesidad de dialogar para solucionar el conflicto, desde entonces ha votado a favor de una nueva ronda de sanciones en el Consejo de Seguridad de la ONU, que incluyen el embargo a las exportaciones norcoreanas de textil y limitan el suministro de crudo. Pekín ha anunciado nuevas restricciones a sus ventas de combustible a su vecino y, este jueves, concedía un plazo de 120 días a las empresas y joint-ventures norcoreanas para que cesen sus actividades en el territorio chino. El orden de cierre incluye también a las docenas de restaurantes estatales norcoreanos repartidos por todo el país, y que con sus camareras con insignias, retratos de los líderes nacionales y pantallas de televisión retransmitiendo los canales de Pyongyang, constituyen una peculiar ventana hacia la cultura del otro lado del río Yalu.
“China ha dado grandes pasos en las últimas semanas, y esperamos con anticipación que China se adhiera a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y las ponga por completo en práctica”, indicaba esta semana una portavoz del Departamento de Estado en Washington.
La aparente mayor firmeza de Pekín llega cuando esta capital se encuentra inmersa en los preparativos del nuevo Congreso quinquenal del Partido Comunista de China, que se inaugurará el próximo día 18. Es el mayor acontecimiento en la vida política del país y en el que Xi Jinping consolidará aún más su poder. El Gobierno chino lleva meses concentrado en evitar que pueda ocurrir el más mínimo suceso, interno o externo, que pueda perjudicar su desarrollo.
Hasta ahora, Corea del Norte parece haber buscado, precisamente, aguar la fiesta a Pekín en fechas señaladas chinas. Programó su última prueba nuclear para el inicio de la cumbre de los BRICS de la que Xi Jinping era anfitrión; en mayo, “robó” con el lanzamiento de un misil el protagonismo a la inauguración de la cumbre sobre la Nueva Ruta de la Seda en Pekín. La propia reunión entre Xi y Trump en Florida vino precedida de un disparo similar.
Y, después de que Trump amenazara en la Asamblea General de la ONU con “destruir por completo” a Corea del Norte y apodara al líder supremo como “hombre cohete”, Kim Jong-un ha amenazado con “domar con fuego al viejo chocho estadounidense”. Su ministro de Exteriores asegura que su país se toma las palabras de Trump como “una declaración de guerra”.
Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
Paren máquinas, la guerra no está tan cerca después de todo. O eso parece. Cuando las tensiones en la península coreana parecían más fuertes que nunca, y Donald Trump y Kim Jong-un intercambiaban declaraciones a cual más belicosa, el secretario de Estado de EE UU, Rex Tillerson, de visita en Pekín, ha revelado que la situación no es tan “oscura” como daba la impresión: Estados Unidos, ha dicho, mantiene varios canales de comunicación abiertos con Corea del Norte e incluso trata de determinar si Pyongyang está listo para entrar en conversaciones sobre su programa de armamento nuclear.
"Lo estamos evaluando, así que permanezcan atentos”, ha indicado el jefe de la diplomacia estadounidense en declaraciones a la prensa tras reunirse en Pekín con las autoridades chinas para preparar la visita del presidente Donald Trump a este país el próximo noviembre. “Preguntamos. Tenemos líneas de comunicación con Pyongyang. No estamos en una situación negra, a oscuras, tenemos un par, tres, canales abiertos con Pyongyang”.
Son canales directos. Preguntado si en alguno de ellos participaba China como mediador, Tillerson respondió tajante: "nuestros propios canales".
La crispación en torno al programa de armamento de Corea del Norte, y el intercambio de amenazas cada vez más duro entre Washington y Pyongyang fue este sábado uno de los grandes asuntos protagonistas de las conversaciones entre Tillerson y las autoridades chinas, que culminaron con una reunión entre el secretario de Estado y el presidente chino Xi Jinping en el pomposo Gran Palacio del Pueblo de Pekín. Pero en sus apretones de manos e intercambio de parabienes formales ante la prensa, ninguno mencionó a Corea del Norte.
Desde la sexta prueba nuclear del régimen de Kim Jong-un, China parece haber endurecido su posición ante su vecino y teórico aliado. Aunque insiste en la necesidad de dialogar para solucionar el conflicto, desde entonces ha votado a favor de una nueva ronda de sanciones en el Consejo de Seguridad de la ONU, que incluyen el embargo a las exportaciones norcoreanas de textil y limitan el suministro de crudo. Pekín ha anunciado nuevas restricciones a sus ventas de combustible a su vecino y, este jueves, concedía un plazo de 120 días a las empresas y joint-ventures norcoreanas para que cesen sus actividades en el territorio chino. El orden de cierre incluye también a las docenas de restaurantes estatales norcoreanos repartidos por todo el país, y que con sus camareras con insignias, retratos de los líderes nacionales y pantallas de televisión retransmitiendo los canales de Pyongyang, constituyen una peculiar ventana hacia la cultura del otro lado del río Yalu.
“China ha dado grandes pasos en las últimas semanas, y esperamos con anticipación que China se adhiera a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y las ponga por completo en práctica”, indicaba esta semana una portavoz del Departamento de Estado en Washington.
La aparente mayor firmeza de Pekín llega cuando esta capital se encuentra inmersa en los preparativos del nuevo Congreso quinquenal del Partido Comunista de China, que se inaugurará el próximo día 18. Es el mayor acontecimiento en la vida política del país y en el que Xi Jinping consolidará aún más su poder. El Gobierno chino lleva meses concentrado en evitar que pueda ocurrir el más mínimo suceso, interno o externo, que pueda perjudicar su desarrollo.
Hasta ahora, Corea del Norte parece haber buscado, precisamente, aguar la fiesta a Pekín en fechas señaladas chinas. Programó su última prueba nuclear para el inicio de la cumbre de los BRICS de la que Xi Jinping era anfitrión; en mayo, “robó” con el lanzamiento de un misil el protagonismo a la inauguración de la cumbre sobre la Nueva Ruta de la Seda en Pekín. La propia reunión entre Xi y Trump en Florida vino precedida de un disparo similar.
Y, después de que Trump amenazara en la Asamblea General de la ONU con “destruir por completo” a Corea del Norte y apodara al líder supremo como “hombre cohete”, Kim Jong-un ha amenazado con “domar con fuego al viejo chocho estadounidense”. Su ministro de Exteriores asegura que su país se toma las palabras de Trump como “una declaración de guerra”.