Un mensaje de texto de la ONU mantiene en vilo a 432.000 refugiados sirios en Líbano
Unos 220.000 refugiados dejarán de recibir ayudas debido a la falta de presupuesto de la ONU
Natalia Sancha
Beirut, El País
Pegados a las pantallas de sus móviles, el millón y medio de refugiados sirios que habitan el Líbano aguardan un fatídico mensaje de texto. El contenido del SMS en cuestión les informa de que a finales de octubre dejaran de recibir las ayudas de la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) o del Programa Mundial de Alimentos (PMA). La medida afecta a unas 220.000 personas que, privados de esos ingresos difícilmente podrán llegar a final de mes.
La ONU ha realizado este mes una reevaluación entre los beneficiarios a los que asiste para reorientar los fondos de los que dispone hacia aquellos que han quedado en una situación de mayor vulnerabilidad. En contrapartida, un próximo mensaje de texto será el que reciban con alegría aquellos refugiados que entren en las nuevas listas de asistencia.“Lamentamos informarle de que dejará de recibir asistencia en su tarjeta roja [entregada por la ONU] en un periodo de dos meses a razón de los recursos limitados. Recibirá una ayuda final en el mes de octubre de 2017. Manténgase registrado y se le informará cuando otras ayudas estén disponibles”, es el contenido del mensaje que la ONU ha enviado junto con un número de información hoy colapsado.
“Mi hermana lo ha recibió esta mañana. Tememos que hoy o mañana nos llegue a nosotros”, dice al teléfono Obay M., de 68 años y padre de nueve. Originarios de la ciudad siria de Homs, malviven desde hace cinco años en un asentamiento informal en el valle de la Bekaa, al este del país. Sus dos hijos varones no sobrepasan los nueve años de edad y por lo tanto están incapacitados para el trabajo. Antiguo agricultor hoy alejado del campo por causa de una enfermedad cardiaca, Obay solo piensa en casar a sus hijas menores para asegurar su manutención.
“Asistimos a 680.000 personas con ayudas de 27 dólares mensuales por familia”, explica en Beirut Edward Johnson, responsable de comunicación de PMA. “Unas 200.000 personas dejarán de recibir esta ayuda porque ya no son elegibles, mientras que otro número similar serán asistidas al encontrarse en una situación de mayor inseguridad alimentaria”, añade. Esta redistribución que responde a la algebra es difícil de entender para aquellos que la sufren en su piel. En la tienda de campaña que le sirve como hogar a Obay se hacinan nueve personas. Un camping gas hace las veces de cocina y un agujero en una esquina de la tienda de ducha y retrete.
Pero muchos otros refugiados malviven en peores condiciones. Los 145 euros que reciben mensualmente de ACNUR y los 22 del PMA son una piedra angular en la economía familiar. Su mujer hace malabares para hacer frente a los gastos de 100 euros por el alquiler de la tienda y los 300 de comida, agua y generador. Hasta ahora las ayudas de la ONU les cubren el 50% de los gastos que completan con lo que les aportan varias ONG religiosas, algún cartón de comida y lo que sus hijas cobren limpiando casas.
Tras seis años de guerra cumplidos como refugiado en un país donde los propios libaneses emigran en busca de trabajo, la mayoría de estas personas dependen de estas ayudas para mantener la cabeza sobre el agua. La deterioración de la económica libanesa ha acabado por exacerbar las tensiones sociales entre libaneses y sirios. Abu Alí, al igual que sus vecinos, ha trucado esta semana la pantalla del televisor donde diariamente sigue las noticias de Siria para aferrase a la de su teléfono móvil. “Nos llegó ayer el mensaje aunque ya no recibíamos ayudas del PMA”, musita al teléfono. Vive en un sótano sin electricidad alquilado en Halba, localidad al norte del Líbano. “Con lo que gano por horas como obrero puedo pagar el alquiler, pero las ayudas de la ONU es lo único que nos aseguraba la medicación para la epilepsia de nuestra hija”, lamenta.
ACNUR ha seguido el mismo proceso de reajuste que el PMA aunque a menor escala. “Ayudamos mensualmente a 30.000 personas con 175 dólares mensuales. Unas 16.000 serán reemplazadas por otros beneficiarios cuya situación ha empeorado. Desafortunadamente tenemos que trabajar con el presupuesto disponible”, explica en Beirut Lisa Abou Khaled, responsable de comunicación de ACNUR. La Agencia tan sólo ha obtenido el 39% de los 386 millones de euros solicitados para asistir a los refugiados sirios en Líbano en 2017. A nivel regional, los donantes internacionales han aportado el 55% de los 6.436 millones de euros demandados para cubrir las necesidades anuales básicas de 5.1 millones de refugiados sirios. Desde el inicio de la guerra en Siria en 2011, la ayuda humanitaria total supera ya los 47.000 millones de euros.
Natalia Sancha
Beirut, El País
Pegados a las pantallas de sus móviles, el millón y medio de refugiados sirios que habitan el Líbano aguardan un fatídico mensaje de texto. El contenido del SMS en cuestión les informa de que a finales de octubre dejaran de recibir las ayudas de la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) o del Programa Mundial de Alimentos (PMA). La medida afecta a unas 220.000 personas que, privados de esos ingresos difícilmente podrán llegar a final de mes.
La ONU ha realizado este mes una reevaluación entre los beneficiarios a los que asiste para reorientar los fondos de los que dispone hacia aquellos que han quedado en una situación de mayor vulnerabilidad. En contrapartida, un próximo mensaje de texto será el que reciban con alegría aquellos refugiados que entren en las nuevas listas de asistencia.“Lamentamos informarle de que dejará de recibir asistencia en su tarjeta roja [entregada por la ONU] en un periodo de dos meses a razón de los recursos limitados. Recibirá una ayuda final en el mes de octubre de 2017. Manténgase registrado y se le informará cuando otras ayudas estén disponibles”, es el contenido del mensaje que la ONU ha enviado junto con un número de información hoy colapsado.
“Mi hermana lo ha recibió esta mañana. Tememos que hoy o mañana nos llegue a nosotros”, dice al teléfono Obay M., de 68 años y padre de nueve. Originarios de la ciudad siria de Homs, malviven desde hace cinco años en un asentamiento informal en el valle de la Bekaa, al este del país. Sus dos hijos varones no sobrepasan los nueve años de edad y por lo tanto están incapacitados para el trabajo. Antiguo agricultor hoy alejado del campo por causa de una enfermedad cardiaca, Obay solo piensa en casar a sus hijas menores para asegurar su manutención.
“Asistimos a 680.000 personas con ayudas de 27 dólares mensuales por familia”, explica en Beirut Edward Johnson, responsable de comunicación de PMA. “Unas 200.000 personas dejarán de recibir esta ayuda porque ya no son elegibles, mientras que otro número similar serán asistidas al encontrarse en una situación de mayor inseguridad alimentaria”, añade. Esta redistribución que responde a la algebra es difícil de entender para aquellos que la sufren en su piel. En la tienda de campaña que le sirve como hogar a Obay se hacinan nueve personas. Un camping gas hace las veces de cocina y un agujero en una esquina de la tienda de ducha y retrete.
Pero muchos otros refugiados malviven en peores condiciones. Los 145 euros que reciben mensualmente de ACNUR y los 22 del PMA son una piedra angular en la economía familiar. Su mujer hace malabares para hacer frente a los gastos de 100 euros por el alquiler de la tienda y los 300 de comida, agua y generador. Hasta ahora las ayudas de la ONU les cubren el 50% de los gastos que completan con lo que les aportan varias ONG religiosas, algún cartón de comida y lo que sus hijas cobren limpiando casas.
Tras seis años de guerra cumplidos como refugiado en un país donde los propios libaneses emigran en busca de trabajo, la mayoría de estas personas dependen de estas ayudas para mantener la cabeza sobre el agua. La deterioración de la económica libanesa ha acabado por exacerbar las tensiones sociales entre libaneses y sirios. Abu Alí, al igual que sus vecinos, ha trucado esta semana la pantalla del televisor donde diariamente sigue las noticias de Siria para aferrase a la de su teléfono móvil. “Nos llegó ayer el mensaje aunque ya no recibíamos ayudas del PMA”, musita al teléfono. Vive en un sótano sin electricidad alquilado en Halba, localidad al norte del Líbano. “Con lo que gano por horas como obrero puedo pagar el alquiler, pero las ayudas de la ONU es lo único que nos aseguraba la medicación para la epilepsia de nuestra hija”, lamenta.
ACNUR ha seguido el mismo proceso de reajuste que el PMA aunque a menor escala. “Ayudamos mensualmente a 30.000 personas con 175 dólares mensuales. Unas 16.000 serán reemplazadas por otros beneficiarios cuya situación ha empeorado. Desafortunadamente tenemos que trabajar con el presupuesto disponible”, explica en Beirut Lisa Abou Khaled, responsable de comunicación de ACNUR. La Agencia tan sólo ha obtenido el 39% de los 386 millones de euros solicitados para asistir a los refugiados sirios en Líbano en 2017. A nivel regional, los donantes internacionales han aportado el 55% de los 6.436 millones de euros demandados para cubrir las necesidades anuales básicas de 5.1 millones de refugiados sirios. Desde el inicio de la guerra en Siria en 2011, la ayuda humanitaria total supera ya los 47.000 millones de euros.