Trump se acerca a los demócratas para tratar de enderezar su presidencia

El mandatario corre el riesgo de deteriorar más su relación con los republicanos y alienar a su base tras el acuerdo con la oposición sobre la deuda

Joan Faus
Washington, El País
Ya no los humilla ni los acusa de obstruccionistas. Donald Trump ha enterrado, al menos temporalmente, su enfrentamiento con los congresistas demócratas. El presidente estadounidense ha iniciado el nuevo curso político con un sorprendente giro a la izquierda, que ha descolocado a Washington y a su propio partido, el republicano, que controla ambas Cámaras del Capitolio. Tras acordar con la oposición demócrata una solución temporal al límite de deuda federal, el mandatario ha abogado por explorar otras áreas de entendimiento con los progresistas.


¿Puro oportunismo táctico o viraje de estrategia? Esa es la gran pregunta que se hace la clase política estadounidense tras el pacto que eleva tres meses el techo de deuda del Gobierno federal a cambio de un paquete de ayudas para los afectados por el huracán Harvey. La iniciativa fue aprobada el viernes por el Congreso y ratificada por Trump ante el estupor y resignación de muchos republicanos. El pacto con los demócratas tuvo lugar, además, en medio del nerviosismo generalizado en EE UU previo a la llegada del devastador huracán Irma a Florida.

El acuerdo ha concedido al magnate inmobiliario su primer éxito legislativo en sus siete meses en la Casa Blanca y le permite tratar de enderezar su convulsa presidencia. El trasfondo es claro: evidencia su creciente frustración con la cúpula republicana del Congreso después de que las fricciones internas en el partido impidieran en agosto la aprobación de una ley que acabe con la reforma sanitaria de Barack Obama.

“Republicanos, lo siento, pero llevo siete años oyendo reemplazar y sustituir. No ocurrió”, escribió Trump el viernes en Twitter en referencia a la promesa republicana de derogar la reforma de Obama, un anatema conservador desde su aprobación en 2010. El presidente, además, recordó que los demócratas tienen el poder de bloquear leyes en el Senado. La normativa, que los dirigentes republicanos rechazan cambiar pese a la presión de Trump, establece que son necesarios 60 votos sobre 100 para aprobar la mayoría de leyes. Los republicanos controlan 52 escaños en la Cámara Alta.

Todos los mandatarios estadounidenses buscan proyectar una voluntad de cooperación bipartita. Trump ha hecho de la imprevisibilidad y su escasa lealtad una de las señas de identidad de su corta carrera política. Se presentó a las elecciones como el antipolítico y en su investidura presidencial demonizó al establishment de Washington. Pero, con su inesperado acercamiento a los demócratas, corre el riesgo de deteriorar aún más su relación con los congresistas republicanos y alienar a su sólida pero exigua base de votantes.

“Fue un mal acuerdo, un acuerdo ingenuo. Disparó y no alcanzó el blanco”, dijo el congresista republicano Sean Duffy en la cadena Fox Bussiness. Un total de 90 de los 240 republicanos en la Cámara de Representantes votaron en contra del pacto del techo de deuda al considerar que atenta contra los principios de conservadurismo económico y es un regalo a la oposición. Todos los demócratas votaron a favor.

El pacto se fraguó inesperadamente el miércoles. Trump invitó ese día al Despacho Oval a los dirigentes republicanos y demócratas de la Cámara de Representantes y el Senado. La escena, habitual en cualquier presidencia, trataba de alentar la cooperación entre ambos partidos para aprobar un nuevo techo de deuda, lo que permite seguir financiando al Gobierno a partir de octubre y es un ritual anual en Washington.
Sorpresa republicana

Pero la sensación era que del encuentro no iba a salir ningún acuerdo y que Trump buscaba sobre todo una imagen de aparente acercamiento. Poco antes de la reunión, el propio líder republicano de la Cámara, Paul Ryan, llamó “ridícula y desgraciada” la propuesta demócrata de extender hasta diciembre el límite de deuda a cambio de ayudas por el huracán. Poco se imaginaban Ryan ni el líder del Senado, el republicano Mitch McConnell, ni el propio secretario del Tesoro de Trump, que el presidente respaldaría esa iniciativa. Mucho menos que los humillaría públicamente al aceptarla en una misma reunión ante ellos y los dirigentes demócratas.

La inesperada mano tendida de Trump a la oposición continuó el jueves. El presidente dijo que veía nuevas oportunidades de pacto entre ambos partidos, mientras la prensa aseguraba que ha llegado a un acuerdo verbal con la cúpula demócrata para tratar de acabar con el requisito de que el Congreso tenga que aprobar cada año un nuevo techo de deuda cada vez que el Departamento del Tesoro consuma sus fondos.

“La gente de Estados Unidos quiere ver unidad”, dijo el republicano a la prensa. Unas horas antes, mandó un mensaje de calma sobre el riesgo de deportación a los jóvenes inmigrantes indocumentados, llamados dreamers. Lo publicó en Twitter después de que se lo pidiera Nancy Pelosi, la líder de la bancada demócrata de la Cámara de Representantes. El presidente concedió el martes al llamado programa DACA una débil prórroga de seis meses para que el Congreso busque una salida.

Hasta hace poco Trump se burlaba de Pelosi ironizando que su papel como líder demócrata da muchos votos a los republicanos. También llamaba “llorón” a Chuck Schumer, el jefe de los demócratas en el Senado. Desde que asumió la presidencia, Trump apenas había hablado con Schumer pero ambos neoyorquinos se conocen desde hace tiempo y el multimillonario llegó a organizar en 2008 un acto de recaudación de fondos para el veterano senador en su club de Mar-a-Lago en Florida.

Pelosi y Schumer han respondido con satisfacción pero con enorme cautela al acercamiento del camaleónico Trump, que un día alaba a una persona y a los pocos la denosta públicamente o viceversa. Pero en círculos conservadores, el pacto con los demócratas ha resucitado los peores fantasmas sobre la fidelidad de Trump con los republicanos. El empresario se postuló brevemente en el 2000 a las elecciones presidenciales como candidato independiente (luego se retiró) y llegó a amenazar con esa posibilidad en la campaña de 2016 si el aparato republicano no le trataba bien. En el pasado ha estado registrado como votante demócrata y ha defendido posiciones progresistas, como en el aborto.

Los republicanos confían en que el pacto de la deuda haya sido un espejismo y que Trump tarde poco en darse cuenta que los necesita a ellos no a la oposición si quiere aprobar propuestas clave, como la construcción de un muro con México o una reforma fiscal. Pero otras iniciativas del presidente, por ejemplo en libre comercio o infraestructuras, le acercan más a demócratas que republicanos. Todos en el universo conservador coinciden en que el acuerdo daña su causa y refuerza a sus rivales.

“El pueblo americano puede creer que escogió el pasado noviembre a un gobierno republicano, pero cada vez es más difícil de saber”, clamó The Wall Street Journal en un demoledor editorial tras el pacto de Trump con los demócratas. El diario conservador de referencia lamentó que el mandatario concediera una victoria a la oposición pero también culpó a los políticos republicanos: “Ilustra la inhabilidad republicana de gobernar”.

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