Peña Nieto: “México debe evitar la vuelta al pasado y el retroceso”
El presidente de México carga contra López Obrador, sin mencionarlo, durante el informe anual de rendición de cuentas
Javier Lafuente
México, El País
Enrique Peña Nieto dejó bien claro este sábado quién es el principal adversario de cara a las presidenciales del próximo año. No solo para su formación, el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI); también para el resto de organizaciones. De hecho, en su opinión, para todo el país. Ni siquiera tuvo que mencionar a Andrés Manuel López Obrador para saber que cuando aseguró que "México debe evitar la vuelta al pasado y el retroceso" estaba fijando la mira en el dos veces candidato presidencial, líder en todas las encuestas. El presidente de México apeló a la unidad de las formaciones políticas para evitar la llegada de López Obrador a Los Pinos.
En su último informe anual antes de las elecciones del 1 de julio de 2018, una suerte de discurso del estado de la nación en el Palacio Nacional ante lo más granado de la política y la economía mexicana, el presidente ofreció un discurso plano, sin apenas sorpresas ni emociones. Peña Nieto apeló a los datos, vistos y analizados de la forma que más le convenía y dejó de lado las emociones y cualquier atisbo de tratar de relanzar su imagen, fuertemente golpeada en los sondeos a un año de abandonar el palacio presidencial. El llamamiento a la unidad del presidente a las formaciones políticas llega en un momento crítico. La elección de un miembro del derechista Partido Acción Nacional (PAN) como presidente del Senado, con el voto de cuatro diputados disidentes de la formación, ha fracturado al partido conservador. En el trasfondo están los votos que el PRI necesita para la elección del nuevo fiscal general del Estado un poderoso cargo que durará nueve años, más incluso que el del próximo presidente de México.
El único momento en el que Peña Nieto recurrió a los sentimientos fue al referirse, sin mencionarlo, al presidente de Estados Unidos, Donald Trump: "No aceptaremos nada que vaya en contra de nuestra dignidad como nación", aseguró el mandatario mexicano, en claro guiño al muro que pretende levantar el inquilino de la Casa Blanca en la frontera con el vecino del sur. En un gesto poco habitual en Peña Nieto, también defendió el programa de protección a los dreamers que Trump estudia finiquitar y cuya decisión se sabrá el próximo martes. "A todos ustedes, jóvenes dreamers, solidaridad sin reservas". El mandatario mexicano también se refirió a la renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLC) y la incertidumbre que genera la posible salida de Estados Unidos del mismo, de acuerdo a las amenazas de Trump: "Buscamos sumar esfuerzos para que el bloque económico sea más dinámico, competitivo y próspero".
Peña Nieto hizo un repaso modélico de sus cinco años de gestión, destacando las reformas que se llevaron a cabo gracias al Pacto por México. El mandatario celebró los avances en materia educativa y en turismo. E hizo especial énfasis en la buena marcha y la estabilidad de la economía, después de unos años en los que la coyuntura internacional y la caída de los precios del petróleo le han sido adversas.
Aunque hubo una dosis autocrítica a los retos que se encaran en materia de seguridad —"la inseguridad siendo una amenaza para la sociedad"—, en el cuento de hadas que describió Peña Nieto no hubo espacio para otros de los casos que han marcado su gobierno, como la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, las inclementes agresiones a periodistas o, recientemente, los casos de espionaje a informadores y activistas de los derechos humanos.
El presidente dedicó buena parte de su intervención a resaltar la disminución de la desigualdad en este país de contrastes. "Puede ser", se lanzó en un pronóstico aventurado, que en la próxima década la pobreza extrema haya desaparecido en México, algo que los números cuestionan. La pobreza extrema se situó en el 7,6% en 2016, según los datos presentados esta misma semana por el Coneval, el organismo independiente que se encarga de la evaluación de las políticas de desarrollo social en México. Esa cifra es 1,9 puntos porcentuales inferior a la registrada dos años antes. A este ritmo, la pobreza extrema sí se erradicaría de aquí a una década. Si a la carestía extrema se le suma la moderada —la más común—, la foto cambia. Entre 2014 y 2016, el porcentaje de personas en esa situación pasó del 46,2% al 43,6%: 2,6 puntos porcentuales menos. A ese ritmo de reducción, aun siendo el más acelerado en lo que va de sexenio, tendrían que pasar casi 17 años para la erradicación total de la pobreza.
Javier Lafuente
México, El País
Enrique Peña Nieto dejó bien claro este sábado quién es el principal adversario de cara a las presidenciales del próximo año. No solo para su formación, el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI); también para el resto de organizaciones. De hecho, en su opinión, para todo el país. Ni siquiera tuvo que mencionar a Andrés Manuel López Obrador para saber que cuando aseguró que "México debe evitar la vuelta al pasado y el retroceso" estaba fijando la mira en el dos veces candidato presidencial, líder en todas las encuestas. El presidente de México apeló a la unidad de las formaciones políticas para evitar la llegada de López Obrador a Los Pinos.
En su último informe anual antes de las elecciones del 1 de julio de 2018, una suerte de discurso del estado de la nación en el Palacio Nacional ante lo más granado de la política y la economía mexicana, el presidente ofreció un discurso plano, sin apenas sorpresas ni emociones. Peña Nieto apeló a los datos, vistos y analizados de la forma que más le convenía y dejó de lado las emociones y cualquier atisbo de tratar de relanzar su imagen, fuertemente golpeada en los sondeos a un año de abandonar el palacio presidencial. El llamamiento a la unidad del presidente a las formaciones políticas llega en un momento crítico. La elección de un miembro del derechista Partido Acción Nacional (PAN) como presidente del Senado, con el voto de cuatro diputados disidentes de la formación, ha fracturado al partido conservador. En el trasfondo están los votos que el PRI necesita para la elección del nuevo fiscal general del Estado un poderoso cargo que durará nueve años, más incluso que el del próximo presidente de México.
El único momento en el que Peña Nieto recurrió a los sentimientos fue al referirse, sin mencionarlo, al presidente de Estados Unidos, Donald Trump: "No aceptaremos nada que vaya en contra de nuestra dignidad como nación", aseguró el mandatario mexicano, en claro guiño al muro que pretende levantar el inquilino de la Casa Blanca en la frontera con el vecino del sur. En un gesto poco habitual en Peña Nieto, también defendió el programa de protección a los dreamers que Trump estudia finiquitar y cuya decisión se sabrá el próximo martes. "A todos ustedes, jóvenes dreamers, solidaridad sin reservas". El mandatario mexicano también se refirió a la renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLC) y la incertidumbre que genera la posible salida de Estados Unidos del mismo, de acuerdo a las amenazas de Trump: "Buscamos sumar esfuerzos para que el bloque económico sea más dinámico, competitivo y próspero".
Peña Nieto hizo un repaso modélico de sus cinco años de gestión, destacando las reformas que se llevaron a cabo gracias al Pacto por México. El mandatario celebró los avances en materia educativa y en turismo. E hizo especial énfasis en la buena marcha y la estabilidad de la economía, después de unos años en los que la coyuntura internacional y la caída de los precios del petróleo le han sido adversas.
Aunque hubo una dosis autocrítica a los retos que se encaran en materia de seguridad —"la inseguridad siendo una amenaza para la sociedad"—, en el cuento de hadas que describió Peña Nieto no hubo espacio para otros de los casos que han marcado su gobierno, como la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, las inclementes agresiones a periodistas o, recientemente, los casos de espionaje a informadores y activistas de los derechos humanos.
El presidente dedicó buena parte de su intervención a resaltar la disminución de la desigualdad en este país de contrastes. "Puede ser", se lanzó en un pronóstico aventurado, que en la próxima década la pobreza extrema haya desaparecido en México, algo que los números cuestionan. La pobreza extrema se situó en el 7,6% en 2016, según los datos presentados esta misma semana por el Coneval, el organismo independiente que se encarga de la evaluación de las políticas de desarrollo social en México. Esa cifra es 1,9 puntos porcentuales inferior a la registrada dos años antes. A este ritmo, la pobreza extrema sí se erradicaría de aquí a una década. Si a la carestía extrema se le suma la moderada —la más común—, la foto cambia. Entre 2014 y 2016, el porcentaje de personas en esa situación pasó del 46,2% al 43,6%: 2,6 puntos porcentuales menos. A ese ritmo de reducción, aun siendo el más acelerado en lo que va de sexenio, tendrían que pasar casi 17 años para la erradicación total de la pobreza.