Macron propone refundar Europa para atajar la eurofobia y el extremismo

El presidente francés desvela su visión de la Unión Europea a la espera del nuevo Gobierno alemán

Marc Bassets
París, El País
Emmanuel Macron planteó este martes una "transformación profunda" de la Unión Europea para protegerla de las amenazas exteriores y blindarla ante los populismos eurófobos en el interior. En un discurso desacomplejadamente europeísta, ante estudiantes franceses y extranjeros en la Sorbona, el presidente francés lanzó un llamamiento de alerta y a la vez ofreció una visión de futuro. “La Europa que conocemos es demasiado débil, lenta e ineficaz”, dijo. “Pero solo Europa puede darnos una capacidad de acción ante los grandes desafíos contemporáneos”. Las propuestas, entre las que se cuentan la creación de un superministro y un presupuesto de la Eurozona, llegan dos días después de las elecciones en Alemania, socio indispensable en este proyecto.


El presidente combinó la visión lírica y épica del pasado y el futuro del continente con propuestas muy concretas para relanzarlo tras las crisis del euro y del Brexit, y proyectarlo como potencia mundial en un contexto de repliegue de Estados Unidos y ascenso de China. El discurso giró en torno a tres temas: la Europa soberana, la Europa unida y la Europa democrática.

La idea de fondo: si los europeístas no refundan la UE, serán "los que prometen el odio, las divisiones y el repliegue nacional" quienes lo hagan.

"El nacionalismo, el indentitarismo, el proteccionismo encendieron las hogueras donde Europa pudo haber perecido", dijo. "Aquí están con hábitos nuevos".

Macron citó específicamente como expresiones del rechazo a Europa al Frente Nacional francés, a cuya candidata, Marine Le Pen, derrotó en las elecciones de mayo; el Brexit o salida de Reino Unido de la UE; y el éxito de la extrema derecha en las elecciones alemanas del domingo.

Por Europa soberana Macron entiende una Europa que proteja a sus ciudadanos ante los "grandes desafíos". Estos incluyen el cambio climático, las migraciones, el comercio o las amenazas geopolíticas, entre ellas el terrorismo, y los choques económicos derivados de la globalización. Es una Europa que defenderá los intereses globales de sus miembros que ya no pueden defenderlos solos.

Por eso el presidente francés propone la creación de una fuerza de intervención, un presupuesto de defensa y una doctrina militar común. Más medidas: una academia europea de espionaje, una fuerza común de protección civil y una oficina europea de asilo.

Para luchar contra el cambio climático y la reducción de las emisiones contaminantes, Macron sugiere, entre otras medidas, establecer un precio mínimo para el carbón dentro de las fronteras de la UE y un impuesto a la importación en las fronteras. Una tasa europea sobre las transacciones financieras debe servir para financiar la ayuda al desarrollo.

Europa, según Macron, debe crear una agencia de innovación, al estilo de DARPA, la agencia del Pentágono que anticipó cambios tecnológicos como Internet. Y es prioritario acabar con las ventajas fiscales y la desregulación de las grandes compañías tecnológicas.

La Europa unida es una Europa de 27 miembros (excluyendo a Reino Unido) que no buscará ni la unanimidad ni el mínimo común denominador: una Europa en la que grupos de países puedan avanzar por su cuenta sin que el resto lo pueda impedir. Tiene que ser una Europa, según Macron, que armonice el impuesto sobre las sociedades y el salario mínimo, para evitar la competencia desleal entre los países miembros. Y una UE que consolide la "unión de los hombres" de la que hablaba uno de los fundadores, Jean Monnet, fomentando el aprendizaje de lenguas extranjeras y la creación de universidades europeas.

La democratización de Europa, por último, pasa por la organización, en 2018, de un proceso de consultas con los ciudadanos europeos, las llamadas convenciones democráticas. Se trata de recoger sus aspiraciones e inquietudes a pie de calle para diseñar la futura UE

Fuentes del Palacio del Elíseo, sede de la presidencia francesa, sostienen que, una vez que Francia y Alemania han celebrado sus respectivas elecciones, se abre "una ventana que no se puede desaprovechar", un periodo de dos años en los que la UE puede poner en marcha su aplazada adaptación al siglo XXI. En 2019 deben concluir las negociaciones para la salida de Reino Unido de la UE, y es el año de las próximas elecciones al Parlamento Europeo, en las que Macron propugna candidaturas transnacionales. La mitad de los escaños deberían pertenecer a estas listas. El horizonte final para concluir el proceso sería 2024, año en que terminará la legislatura europarlamentaria y también el de los Juegos Olímpicos de París, un evento de significado político para el presidente francés.

El momento del discurso de la Universidad de la Sorbona se eligió con intención. Macron, que ya ha desgranado en los meses recientes elementos de su plan europeo, esperó a la celebración de las elecciones alemanas para formular su visión. Pero no ha querido esperar a la formación de un Gobierno de coalición en el país vecino. Así, los partidos alemanes, al discutir la política europea del próximo Gobierno en Berlín, podrán definirse respecto a las propuestas de París. Y a París le permitirá a su vez influir en estas negociaciones. Tras años de crisis en los que su liderazgo de ha desdibujado, Francia quiere volver a marcar el paso.

El discurso no era para un público francés, o no sólo. Iba a dirigido a Alemania, a quien propuso reforzar el mercado único para que las empresas de ambos países trabajen con las mismas reglas. Y a los europeos y a sus líderes. Les planteó una elección binaria: "Ustedes sólo afrontan una decisión simple. Dejar a cada elección un poco más de espacio a los nacionalistas, a los que detestan Europa, y en cinco, diez, quince años estarán aquí. Ya los hemos visto ganar, aquí. O asumir vuestra responsabilidad, y querer esta Europa asumiendo todos los riesgos, cada uno en nuestros países". O, dicho en otras palabras, la de Robert Schuman, otro de los padres fundadores de la Europa comunitaria, a quien el presidente francés citó: "Europa no se construyó y hubo la guerra".

La ambición del presidente francés es enorme. El discurso tenía un eco de los discursos sobre el estado de la Unión de los presidentes estadounidenses. Por momentos, sonaba más como un presidente de Europa, o un candidato a serlo, que un presidente francés. Parecía que quisiera exportar a Europa su estilo y método en Francia, donde en menos de un año puso patas arriba el sistema de partidos de la V República. El riesgo es que esta ambición tope con la aridez de la Europa real y el pragmatismo de sus líderes.

Puede ser un problema para Macron la presencia probable de los liberales del FDP en el Gobierno alemán, un partido cuyo líder, Christian Lindner, es reticente a propuestas como la de un presupuesto del euro. El ascenso de la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), que entrará en el Bundestag, también podría enfriar el entusiasmo europeísta en Berlín. Y la reelegida canciller Angela Merkel, pese a la sintonía con Macron, no comparte su afán refundador y visionario. La reforma de la Eurozona no parece la prioridad en la otra orilla del Rin. Y no habrá nueva Europa sin una alianza entre Francia y Alemania. En la Sorbona, Macron pone la primera piedra.

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