Macron propone en Atenas una nueva Europa más democrática y soberana
El presidente francés formula en un discurso autocrítico con las élites del continente su visión para resucitar el proyecto común
Marc Bassets
París, El País
Emmanuel Macron propuso este jueves en Atenas refundar Europa para hacerla más democrática y menos burocrática. Más cercana a los ciudadanos y más soberana. El presidente francés, que desde su victoria electoral en mayo intenta actuar como líder oficioso de la Unión Europea (UE), formuló en un discurso autocrítico con las élites del continente su visión para resucitar el proyecto común tras una década de la crisis que tuvo su epicentro en Grecia.
El marco del discurso era cinematográfico y teatral, como le gusta al presidente francés: la colina del Pnyx, donde nació la democracia griega, con la Acrópolis de fondo. La ambición no era menor: plantar las semillas de una nueva Europa, precisamente en el lugar donde la última crisis financiera estuvo a punto de hacerla estallar. Ningún presidente francés había hablado en el mismo lugar. El único precedente era el escritor André Malraux en 1959, cuando era ministro de Cultura del general De Gaulle. Macron citó una frase que Malraux pronunció en el mismo lugar: “Hay una Grecia secreta que reposa en el corazón de todo hombre occidental”.
Macron quiere construir este hilo, el que va de la democracia de los griegos antiguos a una identidad (¿una nación?) europea de la que muchos dudan. Su plan se resume en más soberanía y más democracia. Ocupa el terreno de sus adversarios políticos y hace suyos algunos diagnósticos de los euroescépticos, que critican a la UE como un monstruo burocrático que devora la soberanía nacional y erosiona la democracia. Y plantea como solución la apertura en todos los países de lo que él llama convenciones democráticas, una especie de ágora paneuropea, un diálogo entre los ciudadanos que desembocaría en una Europa “refundada”, más fuerte, capaz de hablar de tú a tú a Estados Unidos y China, mejor armada para proteger a los europeos ante amenazas globales como el terrorismo o el cambio climático, y, sobre todo, mejor conectada con una ciudadanía alejada del proyecto y que se siente tentada de dar el portazo.
10 años de la crisis
La crisis explicó Macron, comenzó hace diez años cuando países como Francia y Holanda rechazaron en referéndum los tratados europeos y ni sus líderes ni Europa les escuchó. El Brexit —la salida de Reino Unido de la UE— es la culminación de está desconexión. La pasada primavera, Francia vio cerca un escenario parecido, cuando Macron se enfrentó en las elecciones presidenciales a Marine Le Pen, la candidata del partido ultra Frente Nacional, que proponía la salida de Francia del euro. Macron la derrotó con un mensaje europeísta: en sus mítines el público agitaba con entusiasmo banderas de Europa, y en la noche electoral él apareció ante el público para celebrar la victoria al son del Himno de la Alegría. En sus primeros meses en el cargo ha desplegado una actividad internacional frenética.
“Europa no puede avanzar situándose aparte del pueblo”, dijo Macron en Atenas. Europa debe aparcar la burocracia y las reglas “absurdas”, continuó, para “reencontrar la sal de la democracia”. Las convenciones democráticas que él propone, dijo, permiten una “tercera vía”. Una salida al dilema entre, de un lado, “los que van a buscar al pueblo para hacerle decir un sí o un no que manipularán durante meses, donde el referéndum se convierte en la sola arma de los populistas y los antieuropeos”. Y de otro lado, los que, aun creyendo en Europa, “temen a sus pueblos, se esconden detrás de sus propias dudas, y dicen, avancemos, pero no hagamos otro tratado por miedo a un referéndum”. En las elecciones europeas de 2019, añadió, él apoyará listas electorales transnacionales. El partido de la mayoría presidencial en Francia, La República en Marcha, quiere buscar aliados en los Estados miembros para impulsar este proceso.
A la espera de Alemania
Alemania, el aliado predilecto de Emmanuel Macron para refundar Europa, no apareció en el discurso de Atenas. El presidente francés citó las medidas específicas que ha propuesto para reformar la UE: la creación de un presupuesto para la zona euro, un ministro de Finanzas y una cámara parlamentaria. Pero no entró en detalles. El estilo visionario de Macron casa mal con el carácter más pragmático de la canciller Angela Merkel. Las elecciones alemanas este mes, en las que Merkel es la favorita, dejan en suspenso cualquier proyecto nuevo. En lo peor de la crisis griega, Macron, entonces ministro de Economía, apareció como un aliado de Atenas mientras la Alemania de Merkel le apretaba las tuercas.
Marc Bassets
París, El País
Emmanuel Macron propuso este jueves en Atenas refundar Europa para hacerla más democrática y menos burocrática. Más cercana a los ciudadanos y más soberana. El presidente francés, que desde su victoria electoral en mayo intenta actuar como líder oficioso de la Unión Europea (UE), formuló en un discurso autocrítico con las élites del continente su visión para resucitar el proyecto común tras una década de la crisis que tuvo su epicentro en Grecia.
El marco del discurso era cinematográfico y teatral, como le gusta al presidente francés: la colina del Pnyx, donde nació la democracia griega, con la Acrópolis de fondo. La ambición no era menor: plantar las semillas de una nueva Europa, precisamente en el lugar donde la última crisis financiera estuvo a punto de hacerla estallar. Ningún presidente francés había hablado en el mismo lugar. El único precedente era el escritor André Malraux en 1959, cuando era ministro de Cultura del general De Gaulle. Macron citó una frase que Malraux pronunció en el mismo lugar: “Hay una Grecia secreta que reposa en el corazón de todo hombre occidental”.
Macron quiere construir este hilo, el que va de la democracia de los griegos antiguos a una identidad (¿una nación?) europea de la que muchos dudan. Su plan se resume en más soberanía y más democracia. Ocupa el terreno de sus adversarios políticos y hace suyos algunos diagnósticos de los euroescépticos, que critican a la UE como un monstruo burocrático que devora la soberanía nacional y erosiona la democracia. Y plantea como solución la apertura en todos los países de lo que él llama convenciones democráticas, una especie de ágora paneuropea, un diálogo entre los ciudadanos que desembocaría en una Europa “refundada”, más fuerte, capaz de hablar de tú a tú a Estados Unidos y China, mejor armada para proteger a los europeos ante amenazas globales como el terrorismo o el cambio climático, y, sobre todo, mejor conectada con una ciudadanía alejada del proyecto y que se siente tentada de dar el portazo.
10 años de la crisis
La crisis explicó Macron, comenzó hace diez años cuando países como Francia y Holanda rechazaron en referéndum los tratados europeos y ni sus líderes ni Europa les escuchó. El Brexit —la salida de Reino Unido de la UE— es la culminación de está desconexión. La pasada primavera, Francia vio cerca un escenario parecido, cuando Macron se enfrentó en las elecciones presidenciales a Marine Le Pen, la candidata del partido ultra Frente Nacional, que proponía la salida de Francia del euro. Macron la derrotó con un mensaje europeísta: en sus mítines el público agitaba con entusiasmo banderas de Europa, y en la noche electoral él apareció ante el público para celebrar la victoria al son del Himno de la Alegría. En sus primeros meses en el cargo ha desplegado una actividad internacional frenética.
“Europa no puede avanzar situándose aparte del pueblo”, dijo Macron en Atenas. Europa debe aparcar la burocracia y las reglas “absurdas”, continuó, para “reencontrar la sal de la democracia”. Las convenciones democráticas que él propone, dijo, permiten una “tercera vía”. Una salida al dilema entre, de un lado, “los que van a buscar al pueblo para hacerle decir un sí o un no que manipularán durante meses, donde el referéndum se convierte en la sola arma de los populistas y los antieuropeos”. Y de otro lado, los que, aun creyendo en Europa, “temen a sus pueblos, se esconden detrás de sus propias dudas, y dicen, avancemos, pero no hagamos otro tratado por miedo a un referéndum”. En las elecciones europeas de 2019, añadió, él apoyará listas electorales transnacionales. El partido de la mayoría presidencial en Francia, La República en Marcha, quiere buscar aliados en los Estados miembros para impulsar este proceso.
A la espera de Alemania
Alemania, el aliado predilecto de Emmanuel Macron para refundar Europa, no apareció en el discurso de Atenas. El presidente francés citó las medidas específicas que ha propuesto para reformar la UE: la creación de un presupuesto para la zona euro, un ministro de Finanzas y una cámara parlamentaria. Pero no entró en detalles. El estilo visionario de Macron casa mal con el carácter más pragmático de la canciller Angela Merkel. Las elecciones alemanas este mes, en las que Merkel es la favorita, dejan en suspenso cualquier proyecto nuevo. En lo peor de la crisis griega, Macron, entonces ministro de Economía, apareció como un aliado de Atenas mientras la Alemania de Merkel le apretaba las tuercas.