El Bernabéu desangra al Madrid
Un gol de Sanabria pone al equipo de Zidane a siete puntos del Barça. Adán lo paró todo ante un Madrid intermitente, sin orden ni puntería.
Luis Nieto
As
El Bernabéu desangra al Madrid, que no resolvió su ataque de ansiedad frente a un Betis ordenado y con paciencia. De lo uno y de lo otro también parecieron sobrados Valencia y Levante. Demasiados adversarios crecidos como para no investigar esas caídas de tensión del Madrid, que volvió a nublarse ante la portería de un Adán insuperable. El Barça le ha alejado en siete puntos en un suspiro. No ha acabado septiembre y ya está condenado a una caza mayor gigantesca.
Tiende a cronificarse la impuntualidad del Madrid en los partidos en el Bernabéu. Un asunto recurrente que Zidane no acierta a explicarse. Ese arranque en frío se repitió frente a un Betis de alineación resumida, sin Guardado, Joaquín y Sergio León, pero que a los tres minutos se dejó ir un gol: el doble remate encontró a Carvajal y Sanabria como rescatadores. Sucedió antes de que el Madrid subiera levemente el volumen, encontrara a Carvajal en la derecha, prosperara ese centrocampismo desbordante de Modric y, de modo intermitente, se desatara un temporal sobre el área de Adán. Eso fue el Madrid, una sucesión discontinua de llegadas al área sin tener el partido en la mano. Parte de la culpa se la atribuyó el Betis, que no fue un equipo encapsulado en su campo, sino un grupo siempre a la expectativa, con una defensa muy adelantada y en alerta para la contra. No le espantó el Bernabéu, como cabía esperar.
El peso del Madrid cayó sobre el juego vaporoso de Modric, que encontró pocos aliados. Isco entró y se esfumó, Kroos y Casemiro carecieron de atrevimiento y lo de Bale, tras el gol de Anoeta, pareció más autoengaño que vuelta a la vida. Y tampoco encontró soluciones ni por la vía rápida, Cristiano, ni por la de servicio, Marcelo. El portugués se quedó en el empeño y en un buen puñado de tentativas: un taconazo frustrado y varios disparos errados o adivinados por Adán. Los porteros contribuyeron a secar el marcador. Keylor metió una mano tremenda a trallazo de Fabián y Adán fue una muralla.
La segunda mitad pareció demacrar al Betis, porque el Madrid encontró a sus insistentes laterales, Cristiano se fajó en el avispero y Bale se arrimó a la izquierda, donde su influencia se multiplica. La cosa quedó en asedio sin paliativos con el paréntesis de un gran ocasión de Francis, que se achicó ante Keylor.
La lesión de Marcelo acabó por desatar al Madrid y al público. Al partido llegaron Asensio, Lucas Vázquez y Mayoral a costa de restar centrocampistas. Una especie de 3-4-3 con hasta siete jugadores convertidos en fuerza de asalto. Carvajal se estrelló en el palo; también Bale, en taconazo lujosísismo desviado por Adán. A Cristiano se le fueron tres ocasiones clarísimas. También dejó pasar un tren Mayoral. Fue un arrebato desordenado, con más empuje que método que pagó caro. Cuando se cansó de volver, en el descuento, Sanabria puso la Liga patas arriba.
Luis Nieto
As
El Bernabéu desangra al Madrid, que no resolvió su ataque de ansiedad frente a un Betis ordenado y con paciencia. De lo uno y de lo otro también parecieron sobrados Valencia y Levante. Demasiados adversarios crecidos como para no investigar esas caídas de tensión del Madrid, que volvió a nublarse ante la portería de un Adán insuperable. El Barça le ha alejado en siete puntos en un suspiro. No ha acabado septiembre y ya está condenado a una caza mayor gigantesca.
Tiende a cronificarse la impuntualidad del Madrid en los partidos en el Bernabéu. Un asunto recurrente que Zidane no acierta a explicarse. Ese arranque en frío se repitió frente a un Betis de alineación resumida, sin Guardado, Joaquín y Sergio León, pero que a los tres minutos se dejó ir un gol: el doble remate encontró a Carvajal y Sanabria como rescatadores. Sucedió antes de que el Madrid subiera levemente el volumen, encontrara a Carvajal en la derecha, prosperara ese centrocampismo desbordante de Modric y, de modo intermitente, se desatara un temporal sobre el área de Adán. Eso fue el Madrid, una sucesión discontinua de llegadas al área sin tener el partido en la mano. Parte de la culpa se la atribuyó el Betis, que no fue un equipo encapsulado en su campo, sino un grupo siempre a la expectativa, con una defensa muy adelantada y en alerta para la contra. No le espantó el Bernabéu, como cabía esperar.
El peso del Madrid cayó sobre el juego vaporoso de Modric, que encontró pocos aliados. Isco entró y se esfumó, Kroos y Casemiro carecieron de atrevimiento y lo de Bale, tras el gol de Anoeta, pareció más autoengaño que vuelta a la vida. Y tampoco encontró soluciones ni por la vía rápida, Cristiano, ni por la de servicio, Marcelo. El portugués se quedó en el empeño y en un buen puñado de tentativas: un taconazo frustrado y varios disparos errados o adivinados por Adán. Los porteros contribuyeron a secar el marcador. Keylor metió una mano tremenda a trallazo de Fabián y Adán fue una muralla.
La segunda mitad pareció demacrar al Betis, porque el Madrid encontró a sus insistentes laterales, Cristiano se fajó en el avispero y Bale se arrimó a la izquierda, donde su influencia se multiplica. La cosa quedó en asedio sin paliativos con el paréntesis de un gran ocasión de Francis, que se achicó ante Keylor.
La lesión de Marcelo acabó por desatar al Madrid y al público. Al partido llegaron Asensio, Lucas Vázquez y Mayoral a costa de restar centrocampistas. Una especie de 3-4-3 con hasta siete jugadores convertidos en fuerza de asalto. Carvajal se estrelló en el palo; también Bale, en taconazo lujosísismo desviado por Adán. A Cristiano se le fueron tres ocasiones clarísimas. También dejó pasar un tren Mayoral. Fue un arrebato desordenado, con más empuje que método que pagó caro. Cuando se cansó de volver, en el descuento, Sanabria puso la Liga patas arriba.