EE UU bloquea un convoy de milicianos del ISIS y sus familias en el desierto de Siria
Los yihadistas habían pactado con Hezbolá y el régimen de Damasco trasladarse a un feudo del grupo en la frontera con Irak
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
En el complejo tablero de la guerra siria, el enemigo de mi enemigo no es necesariamente mi amigo. Un convoy de 17 autobuses que transporta a 300 combatientes del ISIS y 330 civiles permanece bloqueado en el desierto central de Siria por los bombardeos de la coalición encabezada por Estados Unidos. Los yihadistas y sus familiares partieron el lunes de frontera libanesa tras alcanzar un acuerdo con la milicia chií de Hezbolá y su aliado del régimen de Damasco. Se dirigían a Deir Ezzor, principal bastión del Estado Islámico junto a la frontera iraquí, cuando los ataques de la aviación abrieron un cráter en la carretera y destruyeron un puente a unos 150 kilómetros de su destino, en Abu Kamal.
Las versiones de la milicia libanesa y del Ejército leal al presidente Bachar el Asad se contradicen con las del mando central de la coalición internacional que hace frente al ISIS. De acuerdo con el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, una ONG basada en Reino Unido que cuenta con una amplia red de informadores sobre el terreno, parte de los integrantes del convoy han alcanzado este sábado el área situada bajo control del ISIS, donde pueden ser atacados como objetivos yihadistas. Hezbolá aseguraba en un comunicado citado por Reuters que 11 autobuses de la caravana se encontraban fuera del territorio del bando gubernamental. Los otros seis autocares seguían bajo protección militar siria y de sus aliados en una zona desértica en la carretera que enlaza las poblaciones de Humayma con Al Sukhna.
Los acuerdos de retirada de enemigos que se han rendido y pactan su retirada han sido relativamente frecuentes en Siria desde la caída del reducto de la oposición en Alepo oriental, el pasado diciembre, cuando más de 30.000 rebeldes, entre combatientes y civiles, fueron evacuados bajo la supervisión de tropas rusas aliadas del régimen. Tampoco es el primer pacto de salida que se ofrece al ISIS, después del repliegue que negoció con la alianza insurgente Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), liderada por milicianos kurdos, en la estratégica presa de Tabqa sobe el río Éufrates, aguas arriba de Raqa.
Los combatientes del califato se habían visto sorprendidos hace tres semanas por la pinza formada por el Ejército regular de Líbano, cuya artillería machacaba sus posiciones en la provincia de Arsal, y la ofensiva general de Hezbolá y de Siria en Qalamun, al otro lado de la frontera. Según la pauta de su reciente derrota de Tal Afar a manos de las tropas iraquíes, el Estado Islámico parece haber abandonado el principio de defensa numantina que le llevó a resistir nueve meses en Mosul, también en el norte de Irak. Ahora intenta reagrupar sus menguados efectivos en un último gran feudo. Sus fuerzas resisten en el eje del Éufrates, desde Raqa —donde aún controla un tercio de la urbe, tras haber perdido la ciudadela el viernes a manos de las milicias kurdo-árabes del FDS, que cuentan con el apoyo de EE UU—, hasta la provincia de Deir Ezzor, rica en yacimientos de petróleo y a punto de ser cercada por las Fuerzas Armadas sirias.
La noticia de que 300 veteranos yihadistas recorrían 500 kilómetros armados con sus fusiles de asalto Kaláshnikov de un extremo a otro de Siria no fue bien recibida. Solo el Gobierno de Beirut dio por bueno un acuerdo que alejaba de su frontera al ISIS y le permitía recuperar los cadáveres de soldados caídos el frente. Desde Bagdad, el primer ministro, Haider al Abadi, fue el primero en poner el grito en el cielo: “En Irak nos enfrentamos a los yihadistas, no los echamos hacia Siria”.
La coalición internacional encabezada por Estados Unidos trazó inmediatamente una línea roja.“No permitiremos que el ISIS se desplace hacia la frontera iraquí. Recolocar a los terroristas mediante un acuerdo no es una solución permanente”, rezaba un comunicado difundido el jueves por su mando central. El enviado de EE UU para la coalición, Brett McGurk, fue aun más explícito: “Los combatientes del ISIS deben ser abatidos, no transportados en autobuses a la frontera sin consentimiento de Irak".
Los bombardeos han ido dirigidos hasta ahora a cerrar el paso al convoy y a atacar a las patrullas de vehículos del ISIS que se aproximaban para auxiliar a los evacuados con camiones cisterna de combustible. La coalición ha advertido a Siria a través de Rusia de que impediría el paso de la caravana, pero no ha atacado directamente los autobuses, en los que viajan civiles.
En un aparente signo del inicio de la desbandada final del Estado Islámico —de su erradicación como califato territorial sobre millones de súbditos a caballo ente Irak y Siria— el acoso aéreo a la escapada de los yihadistas por el desierto deja patente que los enemigos de Siria y Hezbolá –aunque hayan pactado su retirada– son también, en este caso, enemigos de EE UU y sus aliados.
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
En el complejo tablero de la guerra siria, el enemigo de mi enemigo no es necesariamente mi amigo. Un convoy de 17 autobuses que transporta a 300 combatientes del ISIS y 330 civiles permanece bloqueado en el desierto central de Siria por los bombardeos de la coalición encabezada por Estados Unidos. Los yihadistas y sus familiares partieron el lunes de frontera libanesa tras alcanzar un acuerdo con la milicia chií de Hezbolá y su aliado del régimen de Damasco. Se dirigían a Deir Ezzor, principal bastión del Estado Islámico junto a la frontera iraquí, cuando los ataques de la aviación abrieron un cráter en la carretera y destruyeron un puente a unos 150 kilómetros de su destino, en Abu Kamal.
Las versiones de la milicia libanesa y del Ejército leal al presidente Bachar el Asad se contradicen con las del mando central de la coalición internacional que hace frente al ISIS. De acuerdo con el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, una ONG basada en Reino Unido que cuenta con una amplia red de informadores sobre el terreno, parte de los integrantes del convoy han alcanzado este sábado el área situada bajo control del ISIS, donde pueden ser atacados como objetivos yihadistas. Hezbolá aseguraba en un comunicado citado por Reuters que 11 autobuses de la caravana se encontraban fuera del territorio del bando gubernamental. Los otros seis autocares seguían bajo protección militar siria y de sus aliados en una zona desértica en la carretera que enlaza las poblaciones de Humayma con Al Sukhna.
Los acuerdos de retirada de enemigos que se han rendido y pactan su retirada han sido relativamente frecuentes en Siria desde la caída del reducto de la oposición en Alepo oriental, el pasado diciembre, cuando más de 30.000 rebeldes, entre combatientes y civiles, fueron evacuados bajo la supervisión de tropas rusas aliadas del régimen. Tampoco es el primer pacto de salida que se ofrece al ISIS, después del repliegue que negoció con la alianza insurgente Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), liderada por milicianos kurdos, en la estratégica presa de Tabqa sobe el río Éufrates, aguas arriba de Raqa.
Los combatientes del califato se habían visto sorprendidos hace tres semanas por la pinza formada por el Ejército regular de Líbano, cuya artillería machacaba sus posiciones en la provincia de Arsal, y la ofensiva general de Hezbolá y de Siria en Qalamun, al otro lado de la frontera. Según la pauta de su reciente derrota de Tal Afar a manos de las tropas iraquíes, el Estado Islámico parece haber abandonado el principio de defensa numantina que le llevó a resistir nueve meses en Mosul, también en el norte de Irak. Ahora intenta reagrupar sus menguados efectivos en un último gran feudo. Sus fuerzas resisten en el eje del Éufrates, desde Raqa —donde aún controla un tercio de la urbe, tras haber perdido la ciudadela el viernes a manos de las milicias kurdo-árabes del FDS, que cuentan con el apoyo de EE UU—, hasta la provincia de Deir Ezzor, rica en yacimientos de petróleo y a punto de ser cercada por las Fuerzas Armadas sirias.
La noticia de que 300 veteranos yihadistas recorrían 500 kilómetros armados con sus fusiles de asalto Kaláshnikov de un extremo a otro de Siria no fue bien recibida. Solo el Gobierno de Beirut dio por bueno un acuerdo que alejaba de su frontera al ISIS y le permitía recuperar los cadáveres de soldados caídos el frente. Desde Bagdad, el primer ministro, Haider al Abadi, fue el primero en poner el grito en el cielo: “En Irak nos enfrentamos a los yihadistas, no los echamos hacia Siria”.
La coalición internacional encabezada por Estados Unidos trazó inmediatamente una línea roja.“No permitiremos que el ISIS se desplace hacia la frontera iraquí. Recolocar a los terroristas mediante un acuerdo no es una solución permanente”, rezaba un comunicado difundido el jueves por su mando central. El enviado de EE UU para la coalición, Brett McGurk, fue aun más explícito: “Los combatientes del ISIS deben ser abatidos, no transportados en autobuses a la frontera sin consentimiento de Irak".
Los bombardeos han ido dirigidos hasta ahora a cerrar el paso al convoy y a atacar a las patrullas de vehículos del ISIS que se aproximaban para auxiliar a los evacuados con camiones cisterna de combustible. La coalición ha advertido a Siria a través de Rusia de que impediría el paso de la caravana, pero no ha atacado directamente los autobuses, en los que viajan civiles.
En un aparente signo del inicio de la desbandada final del Estado Islámico —de su erradicación como califato territorial sobre millones de súbditos a caballo ente Irak y Siria— el acoso aéreo a la escapada de los yihadistas por el desierto deja patente que los enemigos de Siria y Hezbolá –aunque hayan pactado su retirada– son también, en este caso, enemigos de EE UU y sus aliados.