Dos cadenas perpetuas en Argentina por el cruel asesinato de una niña de 11 años

El caso de Candela, que apareció muerta y violada en una bolsa de basura, conmocionó al país en 2011

Ramiro Barreiro
Buenos Aires, El País
El 31 de agosto de 2011 se puso fin a una de las búsquedas más angustiantes de los últimos años. La ciudadanía entera se preguntaba por el paradero de Candela Sol Rodríguez, una niña de 11 años que desapareció de la puerta de su casa, en el humilde barrio de Hurlingham, en el extrarradio de Buenos Aires. Nueve días duró la búsqueda que finalizó en un descampado ubicado a 30 cuadras de su casa. Candela fue encontrada dentro de una bolsa de plástico, totalmente desprovista de ropa y con la cara destrozada. Llevaba muerta cerca de tres días.


El juicio para determinar cómo murió la niña comenzó hace unos meses y este miércoles se conocieron las condenas. El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3, de Morón, decidió la prisión perpetua para Hugo Bermúdez, de 59 años, y Leonardo Jara, de 37, por considerarlos coautores de “privación ilegal de la libertad coactiva seguida de muerte”. En tanto, Fabián Gómez, de 45 años, fue a condenado a cuatro años de prisión por ser “partícipe secundario” del asesinato.

Se trata de las condenas requeridas por los fiscales Pablo Galarza, Antonio Ferreras y Mario Alberto Ferrario. El primero acreditó en sus alegatos que la niña también fue víctima de abuso sexual, aunque no pidió el procesamiento de ninguno de los acusados por esos cargos para no modificar la carátula del delito y evitar posibles pedidos de nulidad por parte de los abogados defensores.

Carola Labrador, madre de la pequeña víctima, estalló en un llanto de emoción al conocer el veredicto. Luego manifestó a la prensa: “Hace 6 años que pido justicia y no vivo. Abandoné a mis otros hijos; esto es empezar a cuidarlos a ellos y a mi familia”. “Fueron seis años de lucha, seis años esperando esto. Hoy se hizo justicia, pero falta mucha gente caer. Con este juicio se cierra una etapa y hoy Cande me ayudó, estuvo conmigo y sé que está muy feliz porque se hizo justicia. Se lo prometí el día que la encontraron y se lo cumplí. Me voy tranquila porque mi hija va a descansar en paz”, señaló la mujer.

Aquella tarde oscura, un familiar de Candela recibió una misteriosa llamada que anunciaba que nunca más verían a la niña. “Hasta que esa conchuda (por Carola Labrador) no devuelva la guita, no la van a ver nunca más. Que le pregunte al marido donde dejó la guita”, dijo una voz masculina. La llamada reforzó la hipótesis que señalaba que la desaparición y muerte de Candela se debió a un ajuste de cuentas entre una banda de piratas del asfalto y el padre de la niña, Alfredo Rodríguez, quien por ese entonces cumplía una condena de cárcel por robo.

Esa teoría la desterró el por entonces ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Ricardo Casal, quien en ese momento declaró: “Tenemos mil hipótesis y algunas han sido desechadas. Por ejemplo, desechamos que haya sido una venganza al padre de la menor, que se encuentra preso. Es verdad que el padre es problemático, pero desechamos casi por completo que se trate de un ajuste de cuentas al padre. Ya que no hubo ningún llamado extorsivo”.

Alfredo Rodríguez recuperó su libertad en 2014 pero dos meses después sufrió un accidente cerebro vascular que le dejó daños neurológicos. El 8 de febrero dio su testimonio ante el TOC 3, aunque sólo durante media hora dado que al ser consultado acerca de cómo había cambiado su vida la muerte de Candela, se quebró y tuvo que ser asistido por los médicos, quienes recomendaron no continuar con la indagatoria. Antes de eso, Rodríguez apuntó contra Hugo Bermúdez, a quien vinculó con una de las comisarías de la zona, la cual -según afirmó- le pagaba coimas para poder robar.

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