Zidane, la excepción de Florentino
La renovación del técnico francés es la mayor apuesta por la estabilidad en el banquillo del presidente en sus 14 años de mandato
Pablo Pérez
Madrid, El País
Zinedine Zidane llegó al banquillo del Real Madrid el 4 de enero de 2016 con el club inmerso en una crisis deportiva e institucional. La discutible destitución de Carlo Ancelotti y el fracaso de Rafa Benítez pusieron a Florentino Pérez en una situación crítica, la más delicada desde que iniciase su segundo mandato en 2009. Fue la única vez que una parte del público del Santiago Bernabéu exigió su dimisión tras su regreso. Sin muchas alternativas a las que recurrir, el mandatario tomó la arriesgada decisión de promocionar a Zidane, una leyenda del club sin experiencia en los banquillos, un hombre de su confianza que se vio en la élite tras un año y medio poco exitoso a modo de prácticas en el filial. Era el undécimo entrenador en la abultada lista que se había fabricado Pérez. Y tras dos años y medio repleto de títulos va camino de ser el primero capaz de perpetuarse en el cargo. La renovación por tres temporadas que Zidane confirmó ayer, supone un aldabonazo de estabilidad.
Más prolífico y exitoso de lo que nadie podía pronosticar a su llegada, Zidane se presenta hoy en el Camp Nou a las puertas de pelear por su séptimo título en 19 meses. Los seis anteriores los conquistó con su característica mesura, consciente de que el cargo de entrenador del Madrid siempre está sujeto a la interinidad de los resultados. “Estoy contento”, se arrancó Zidane, “pero sé dónde estoy, lo que tengo que hacer. Esto es el día a día, dentro de un año puedes no estar aquí”, explicó.
El francés habla con conocimiento de causa. Durante su etapa como jugador blanco, entre 2001 y 2006, enmarcada en el primer mandato de Florentino, vio desfilar a seis técnicos: Vicente del Bosque, Carlos Queiroz, José Antonio Camacho, Mariano García Remón, Vanderlei Luxemburgo y Juan Ramón López Caro. De todos ellos, solo el primero aguantó en el cargo más de una temporada completa. Ya retirado, a su vuelta al organigrama del club en 2011, coincidió con José Mourinho, Carlo Ancelotti y Rafael Benítez. De todos los proyectos de Florentino, solo se perdió uno, el de Manuel Pellegrini. Hasta la llegada de Zidane, el presidente blanco contrató 10 entrenadores en 13 temporadas y solo dos, Del Bosque y Mourinho, consiguieron mantenerse más de dos años en el cargo.
Ahora, Zidane parece ser el hombre adecuado para cambiar esa tendencia presidencial a fagocitar entrenadores, instaurada en el club desde hace medio siglo. Desde Miguel Muñoz (que estuvo de 1960 a 1974 como entrenador), no se le recuerda al Madrid un proyecto de más de cuatro temporadas. Hasta la llegada de Zidane, tampoco se vio un periodo más efectivo y exitoso que el de Muñoz. Si acaso, el de Del Bosque, que en cuatro años conquisto siete títulos, dos Champions entre ellos.
El francés, que tenía más perfil de parche que de entrenador a largo plazo, solo sabe ganar desde que ocupa el banquillo de Chamartín. Primero levantó a un equipo desnortado con Benítez y después llegó el aluvión de títulos. Cinco finales, cinco victorias y seis trofeos, entre ellos dos Champions y una Liga muy anhelada. Solo ha tropezado en la Copa y le falta estrenarse en la Supercopa de España, título que afronta esta noche. Lo hace dispuesto a certificar y prolongar la época triunfal de su equipo y con un nuevo contrato de tres años bajo el brazo, la renovación más longeva que nunca haya firmado Florentino Pérez. A la undécima, Zidane va camino de ser su mejor y más prolífica excepción.
Pablo Pérez
Madrid, El País
Zinedine Zidane llegó al banquillo del Real Madrid el 4 de enero de 2016 con el club inmerso en una crisis deportiva e institucional. La discutible destitución de Carlo Ancelotti y el fracaso de Rafa Benítez pusieron a Florentino Pérez en una situación crítica, la más delicada desde que iniciase su segundo mandato en 2009. Fue la única vez que una parte del público del Santiago Bernabéu exigió su dimisión tras su regreso. Sin muchas alternativas a las que recurrir, el mandatario tomó la arriesgada decisión de promocionar a Zidane, una leyenda del club sin experiencia en los banquillos, un hombre de su confianza que se vio en la élite tras un año y medio poco exitoso a modo de prácticas en el filial. Era el undécimo entrenador en la abultada lista que se había fabricado Pérez. Y tras dos años y medio repleto de títulos va camino de ser el primero capaz de perpetuarse en el cargo. La renovación por tres temporadas que Zidane confirmó ayer, supone un aldabonazo de estabilidad.
Más prolífico y exitoso de lo que nadie podía pronosticar a su llegada, Zidane se presenta hoy en el Camp Nou a las puertas de pelear por su séptimo título en 19 meses. Los seis anteriores los conquistó con su característica mesura, consciente de que el cargo de entrenador del Madrid siempre está sujeto a la interinidad de los resultados. “Estoy contento”, se arrancó Zidane, “pero sé dónde estoy, lo que tengo que hacer. Esto es el día a día, dentro de un año puedes no estar aquí”, explicó.
El francés habla con conocimiento de causa. Durante su etapa como jugador blanco, entre 2001 y 2006, enmarcada en el primer mandato de Florentino, vio desfilar a seis técnicos: Vicente del Bosque, Carlos Queiroz, José Antonio Camacho, Mariano García Remón, Vanderlei Luxemburgo y Juan Ramón López Caro. De todos ellos, solo el primero aguantó en el cargo más de una temporada completa. Ya retirado, a su vuelta al organigrama del club en 2011, coincidió con José Mourinho, Carlo Ancelotti y Rafael Benítez. De todos los proyectos de Florentino, solo se perdió uno, el de Manuel Pellegrini. Hasta la llegada de Zidane, el presidente blanco contrató 10 entrenadores en 13 temporadas y solo dos, Del Bosque y Mourinho, consiguieron mantenerse más de dos años en el cargo.
Ahora, Zidane parece ser el hombre adecuado para cambiar esa tendencia presidencial a fagocitar entrenadores, instaurada en el club desde hace medio siglo. Desde Miguel Muñoz (que estuvo de 1960 a 1974 como entrenador), no se le recuerda al Madrid un proyecto de más de cuatro temporadas. Hasta la llegada de Zidane, tampoco se vio un periodo más efectivo y exitoso que el de Muñoz. Si acaso, el de Del Bosque, que en cuatro años conquisto siete títulos, dos Champions entre ellos.
El francés, que tenía más perfil de parche que de entrenador a largo plazo, solo sabe ganar desde que ocupa el banquillo de Chamartín. Primero levantó a un equipo desnortado con Benítez y después llegó el aluvión de títulos. Cinco finales, cinco victorias y seis trofeos, entre ellos dos Champions y una Liga muy anhelada. Solo ha tropezado en la Copa y le falta estrenarse en la Supercopa de España, título que afronta esta noche. Lo hace dispuesto a certificar y prolongar la época triunfal de su equipo y con un nuevo contrato de tres años bajo el brazo, la renovación más longeva que nunca haya firmado Florentino Pérez. A la undécima, Zidane va camino de ser su mejor y más prolífica excepción.