Una bacteria que extermina a chimpancés enciende las alarmas

EE UU ha catalogado el nuevo patógeno, detectado en Costa de Marfil, como una amenaza para la salud pública

Manuel Ansede
El País
Una nueva cepa bacteriana, culpable de una enfermedad letal similar al carbunco o ántrax, está arrasando a los chimpancés y a otras especies del Parque Nacional de Taï, una selva virgen de Costa de Marfil catalogada como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. El patógeno, identificado en 2004, es responsable de casi el 40% de las muertes animales estudiadas en esta zona protegida en las últimas tres décadas. En el caso de los chimpancés, el porcentaje supera el 56%, según un nuevo estudio encabezado por el investigador alemán Fabian Leendertz, curtido en pestes como el ébola.


El nuevo patógeno, Bacillus cereus biovar anthracis, es más que una seria amenaza para la vida salvaje en el lugar. El grupo de Leendertz recuerda que, “hasta la fecha”, el riesgo de que una persona se infecte de ántrax en la selva se ha considerado “muy bajo”, pero los científicos han desplegado un equipo en el parque nacional para evaluar “el impacto en la población humana” local. “No es una misión sencilla, porque la capacidad para hacer diagnósticos en esas áreas remotas es escasa”, subraya Leendertz, investigador del Instituto Robert Koch, con sede en Berlín.

La cepa bacteriana ha encendido las alarmas. El 14 de octubre de 2016, EE UU catalogó el Bacillus cereus biovar anthracis como potencial amenaza para la seguridad y la salud pública. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades del país norteamericano alertaron de que la nueva cepa “tiene todos los determinantes de virulencia y potencial de amenaza” del Bacillus anthracis, la bacteria tradicional cuyas esporas se emplearon como arma bioterrorista en EE UU tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Estas esporas, inhaladas, pueden disparar en una persona o en un animal una crisis respiratoria que provoque su muerte fulminante.

El chimpancé occidental, considerado en peligro crítico de extinción, es la subespecie de chimpancé común típica del oeste de África y se extiende desde Senegal hasta Ghana. Se calcula que solo quedan 35.000 ejemplares, acorralados por la expansión del ser humano. En muchos países africanos los bosques se están transformando rápidamente en campos agrícolas de aceite de palma o caña de azúcar. En Costa de Marfil, la población de chimpancés ha disminuido un 90% en menos de dos décadas, en parte por los brotes de carbunco, según los datos del Instituto Max Planck alemán.

“El ántrax no es muy infeccioso y se puede tratar con antibióticos o recibir una vacuna”, tranquiliza Leendertz. El carbunco habitual, conocido también como ántrax por su denominación en inglés, suele afectar al ganado y a trabajadores en contacto con animales. La enfermedad aparece en todo el mundo y Leendertz recuerda que incluso en Europa hay zonas emponzoñadas por esporas de la bacteria. El ganado se puede infectar al ingerir vegetación contaminada.

Además de en el Parque Nacional de Taï, el Bacillus cereus biovar anthracis ha provocado la muerte de chimpancés, gorilas y elefantes en Camerún y en República Centroafricana. Sin embargo, la letalidad de la cepa es muchísimo más alta en el paraje de Costa de Marfil, según detallan hoy los investigadores en la revista Nature. Los científicos todavía ignoran la razón, aunque Leendertz maneja la hipótesis de que las desconocidas vías de infección cambian en función del lugar y de la especie animal.

“Lo que estamos observando es la naturaleza. Me puedo imaginar que también en otras áreas de las selvas de África central y occidental existirán epidemias activas similares. Simplemente no lo sabemos porque no lo hemos estudiado”, advierte el investigador alemán. Al ritmo actual, Leendertz y su equipo pronostican que el carbunco extinguirá a los centenares de chimpancés del Parque Nacional de Taï antes de 150 años.

El brote en Costa de Marfil ha puesto en guardia a otras regiones, como Dzanga Sangha, una zona protegida de República Centroafricana dirigida por el biólogo español Luis Arranz. El patógeno se detectó allí en 2012 en cuatro especies diferentes: un gorila, un chimpancé, un elefante y un pequeño antílope. “Desde entonces tenemos aquí la presencia permanente de un veterinario que hace análisis cada vez que encontramos un animal, el que sea, muerto”, explica Arranz. La bacteria, de momento, no ha vuelto a aparecer por allí.

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