Messi siempre está de guardia
Dio la victoria al Barça con un doblete a la espera de más fichajes y brillantez. Antes falló un penalti (paró Pacheco) y después tiró una vez al larguero. Debutó Paulinho.
Santi Giménez
As
Mientras se espera a que aterricen los fichajes que cautericen la hemorragia por la marcha de Neymar, el Barça sigue siendo lo que Messi disponga. Para lo bueno y para lo malo, el argentino está ahí, liderando a un equipo que, de momento, ha cumplido su primer objetivo en la Liga, que no era otro que llegar al primer parón de selecciones con seis puntos en el zurrón. Ganó el Barça por 0-2 en Vitoria al Alavés en un encuentro feo en el que Messi empezó fallando un penalti y que acabó decidiendo con dos goles y no hizo el triplete porque volvió a disparar al larguero. Lleva cuatro disparos al palo en dos jornadas, un penalti fallado y dos goles. De tener la fortuna de cara, llevaría siete goles en dos jornadas. Messi siempre está de guardia.
Tiene más pizarra el Barcelona que juego. Y eso se debe a que hay más ideas que futbolistas para llevarlas a cabo. Vive el conjunto barcelonista en una economía de subsistencia que se le hace extraña al aficionado culé, más acostumbrado a la estética que a la práctica. Pero de momento, esto es lo que hay. Si se tiene que jugar ante el Alavés con Deulofeu y Aleix Vidal como extremos (delantera impensable hace solo unos meses) pues se afronta. Por suerte, siempre está Messi.
Visto el dibujo y la alineación del Barcelona en Mendizorroza, la pregunta para el aficionado estaba clara: ¿quién va a marcar los goles? La respuesta estaba clara también. O Messi o nadie. Y los marco Messi a pesar de que le costó horrores entrar en el partido. Como casi siempre que se enfrenta a un récord, el motor de Leo parece que hace la perla. Empezó la Liga faltándole un gol para llegar a los 350 y disparó tres veces al palo en la primera jornada y en la segunda marró un penalti (muy riguroso de Ely sobre Piqué) que Pacheco paró en una soberbia estirada.
Pero el argentino no se rinde, por suerte para el Barcelona, y en un partido que se iba complicando a medida que avanzaba, Leo tiró del carro en el peor momento.
La primera parte se caracterizó por un dominio táctico del Barcelona que Pacheco, el estupendo meta del equipo local, se bastó para conjurar. Incluso paró el penalti a Messi y dio argumentos a sus seguidores para creer en la sorpresa. El Alavés, vivió de los contragolpes y de la lucha de Rubén Sobrino, que en velocidad retrató un par de veces a los centrales barcelonistas, pero luchó demasiado solo.
En el segundo tiempo, el desgaste hizo mella en un Alavés al que no le quedaron ni fuerzas ni recursos para explotar la circunstancia de que el Barcelona acabase el primer tiempo con tres de sus cuatro defensas amonestados.
Tampoco es que el Barcelona guardara demasiada pólvora en el banquillo para ganar el partido, pero como en el césped estaba Messi, el conjunto catalán acabó por imponerse. Primero en una jugada de vivales del argentino en la que le ganó la posición a los centrales tras jugada de Alba y luego en un contragolpe pésimamente conducido por Alcácer que el valenciano tuvo el coraje de luchar para recuperar el balón y servir el segundo tanto al argentino que sigue teniendo a la entidad pendiente de él. En lo deportivo y en lo social.
Tras el 0-2, se dieron por concluidas las hostilidades y el encuentro acabó con el debut simbólico de Paulinho entrando en el campo por un Iniesta muy desdibujado. Messi, aún tuvo tempo de ir a lo suyo y disparar de nuevo al palo. El argentino defiende el fuerte y de momento se basta, pero si no llegan refuerzos ni él, va a ser capaz de soportar el asedio.
Santi Giménez
As
Mientras se espera a que aterricen los fichajes que cautericen la hemorragia por la marcha de Neymar, el Barça sigue siendo lo que Messi disponga. Para lo bueno y para lo malo, el argentino está ahí, liderando a un equipo que, de momento, ha cumplido su primer objetivo en la Liga, que no era otro que llegar al primer parón de selecciones con seis puntos en el zurrón. Ganó el Barça por 0-2 en Vitoria al Alavés en un encuentro feo en el que Messi empezó fallando un penalti y que acabó decidiendo con dos goles y no hizo el triplete porque volvió a disparar al larguero. Lleva cuatro disparos al palo en dos jornadas, un penalti fallado y dos goles. De tener la fortuna de cara, llevaría siete goles en dos jornadas. Messi siempre está de guardia.
Tiene más pizarra el Barcelona que juego. Y eso se debe a que hay más ideas que futbolistas para llevarlas a cabo. Vive el conjunto barcelonista en una economía de subsistencia que se le hace extraña al aficionado culé, más acostumbrado a la estética que a la práctica. Pero de momento, esto es lo que hay. Si se tiene que jugar ante el Alavés con Deulofeu y Aleix Vidal como extremos (delantera impensable hace solo unos meses) pues se afronta. Por suerte, siempre está Messi.
Visto el dibujo y la alineación del Barcelona en Mendizorroza, la pregunta para el aficionado estaba clara: ¿quién va a marcar los goles? La respuesta estaba clara también. O Messi o nadie. Y los marco Messi a pesar de que le costó horrores entrar en el partido. Como casi siempre que se enfrenta a un récord, el motor de Leo parece que hace la perla. Empezó la Liga faltándole un gol para llegar a los 350 y disparó tres veces al palo en la primera jornada y en la segunda marró un penalti (muy riguroso de Ely sobre Piqué) que Pacheco paró en una soberbia estirada.
Pero el argentino no se rinde, por suerte para el Barcelona, y en un partido que se iba complicando a medida que avanzaba, Leo tiró del carro en el peor momento.
La primera parte se caracterizó por un dominio táctico del Barcelona que Pacheco, el estupendo meta del equipo local, se bastó para conjurar. Incluso paró el penalti a Messi y dio argumentos a sus seguidores para creer en la sorpresa. El Alavés, vivió de los contragolpes y de la lucha de Rubén Sobrino, que en velocidad retrató un par de veces a los centrales barcelonistas, pero luchó demasiado solo.
En el segundo tiempo, el desgaste hizo mella en un Alavés al que no le quedaron ni fuerzas ni recursos para explotar la circunstancia de que el Barcelona acabase el primer tiempo con tres de sus cuatro defensas amonestados.
Tampoco es que el Barcelona guardara demasiada pólvora en el banquillo para ganar el partido, pero como en el césped estaba Messi, el conjunto catalán acabó por imponerse. Primero en una jugada de vivales del argentino en la que le ganó la posición a los centrales tras jugada de Alba y luego en un contragolpe pésimamente conducido por Alcácer que el valenciano tuvo el coraje de luchar para recuperar el balón y servir el segundo tanto al argentino que sigue teniendo a la entidad pendiente de él. En lo deportivo y en lo social.
Tras el 0-2, se dieron por concluidas las hostilidades y el encuentro acabó con el debut simbólico de Paulinho entrando en el campo por un Iniesta muy desdibujado. Messi, aún tuvo tempo de ir a lo suyo y disparar de nuevo al palo. El argentino defiende el fuerte y de momento se basta, pero si no llegan refuerzos ni él, va a ser capaz de soportar el asedio.