Los Mossos abaten en Subirats a Younes Abouyaaqoub, el autor del atentado de La Rambla
El hombre llevaba un cinturón de explosivos simulado y ha gritado "Alá es grande"
Rebeca Carranco
Dani Cordero
Barcelona / Subirats, El País
El autor material del mayor atentado terrorista en España desde el 11-M está muerto. Los Mossos d’Esquadra abatieron este lunes por la tarde, en una zona de viñedos de Subirats (a 50 kilómetros de Barcelona), a Younes Abouyaaqoub, de 22 años. Se había convertido en el hombre más buscado desde el jueves, cuando presuntamente irrumpió en La Rambla con una furgoneta blanca y arrolló a decenas de personas. Dejó 13 muertos y 88 heridos. En la huida, que ha prolongado cuatro días, apuñaló mortalmente a un hombre para robarle el coche. La llamada a la ayuda ciudadana hecha este lunes funcionó y la policía catalana dio con Abouyaaqoub. Llevaba puesto un cinturón de explosivos que resultó ser falso. “¡Allahu akbar!”, gritó antes de ser alcanzado por los disparos.
Los Mossos confirmaron este lunes a mediodía lo que sospechaban desde el sábado: que Younes Abouyaaqooub era el conductor y único ocupante de la furgoneta que arrolló a los viandantes en La Rambla de Barcelona el pasado jueves. La policía difundió las fotografías del sospechoso a cuerpos policiales de media Europa y también, a través de los medios de comunicación, a los ciudadanos, a quienes pidió colaboración. “Toda información de la que puedan disponer, no solo de dónde está ahora sino también de su pasado, debe comunicarse”, solicitó Josep Lluís Trapero, máximo responsable policial del cuerpo autonómico catalán. Trapero recordó que, a diferencia de como aparecía en las fotos, Abouyaaqoub —moreno, pelo corto, 1,80 de estatura— “podría tener barba de días”.
No habían pasado ni tres horas cuando las alertas se activaron. Hacia las 15.30, los Mossos recibieron dos avisos en paralelo que resultaron clave. Uno de ellos, por parte de mandos de la comisaría de Vilafranca que regresaban de una reunión en el complejo policial Egara para tratar, precisamente, la prioridad número uno de la policía. Cerca de la estación de tren, los policías vieron a un joven que les pareció Abouyaaqooub. Iba vestido con camiseta azul, pantalones rojos y gafas de sol. Llevaba una botella de agua en la mano.
Prácticamente al mismo tiempo, un vecino alertó de que había visto a un joven de aspecto magrebí que se había acercado a un grupo de casas aisladas que hay en la zona y había silbado. De repente, se había visto sorprendido por alguien que no esperaba y se había marchado corriendo, según el relato del ciudadano que llamó a la policía. Su descripción encajaba con la de Abouyaaqoub: un joven de unos 20 años, con camiseta azul, que se había ido en dirección a Vilafranca a través de los viñedos. Pero la llamada definitiva fue la de una mujer que dijo haber reconocido al sospechoso “sin ningún género de dudas” por sus “conocimientos en fisonomía”, según explicó este lunes por la tarde Trapero.
Los Mossos activaron a diversas unidades y localizaron a Abouyaaqoub “agachado en una zona de viñedos de la población”, agregó el jefe de la policía autonómica, que compareció junto al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y el consejero de Interior, Joaquim Forn. Los agentes intentaron dar el alto al fugitivo. El joven se abrió entonces la camisa y mostró un cinturón con supuestos artefactos explosivos adherido a la camiseta, tal y como habían hecho también sus compañeros de la célula terrorista en Cambrils (Tarragona) poco antes de ser abatidos en la madrugada del pasado viernes. A Abouyaaqoub le esperaba el mismo destino que a ellos. El chico empezó a acercarse a la patrulla policial con el grito habitual de los que están dispuestos a morir como mártires: “¡Allahu akbar!” (“¡Alá es grande!”). A una distancia de entre 10 y 15 metros, los mossos efectuaron diversos disparos —una docena, según testigos de una masía cercana— y lo mataron.
La incertidumbre sobre la identidad del hombre abatido se mantuvo durante un par de horas. Abouyaaqoub había quedado tendido boca abajo y, tal y como marca el protocolo, los Mossos activaron a los Tedax, que utilizaron un robot para acercarse al cadáver y realizar las comprobaciones oportunas sobre el supuesto cinturón explosivo.
Pese a que el reloj y las zapatillas eran iguales a las que habían visto en las fotografías, con el análisis fisonómico no era suficiente. Los Mossos le tomaron la huella dactilar y, a las 18.20, confirmaron que acababan de matar al autor del ataque terrorista de Barcelona. La muerte del yihadista de Ripoll no supone el cierre de la investigación sobre la célula terrorista, pero sí la solución al problema más acuciante.
El Penedès y sus viñedos fueron el punto y final a una huida que comenzó el jueves a las 16.53. Abouyaaqoub abandonó entonces la furgoneta blanca con la que había recorrido 500 metros desde la cabecera de La Rambla de Barcelona hasta el teatro del Liceu. El vehículo quedó aparcado sobre el mosaico de Joan Miró y el joven emprendió entonces su huida a pie. Algunos testigos aseguran que hubo un forcejeo con viandantes que intentaron detenerle, pero que el caos y la necesidad de atender a las víctimas del atropello pesaron más.
Escape por la Boqueria
En cuatro días de investigación, los Mossos han logrado reconstruir (en parte) la ruta seguida por el terrorista en su huida. A paso tranquilo, Abouyaaqoub se introdujo en el emblemático mercado de La Boqueria. Desde allí enfiló varias calles hacia la zona alta de Barcelona. Lo hizo caminando, aunque “en algún fotograma [de las cámaras de seguridad de esa zona] también se le ve corriendo”, explicó el jefe de los Mossos. En medio del caos provocado por el atropello masivo, en una ciudad sumida en el miedo, Abouyaaqoub logró caminar más de cinco kilómetros para llegar hasta la avenida Diagonal. Y en concreto, hasta Zona Universitària, que acoge la sede de facultades.
A las 18.10, los Mossos sitúan a Abouyaaqoub en un aparcamiento que utilizan los estudiantes de la Zona Universitària, a escasos 100 metros del Camp Nou. “Es donde se encuentra fatídicamente con el ciudadano Pau Pérez, que estaba estacionando su vehículo. Lo apuñala ya en ese momento. Lo mete en la parte posterior del vehículo e inicia la salida de Barcelona”, relató el comisario Trapero.
Pérez se convirtió así en la víctima mortal número 15 de los atentados de Barcelona y Cambrils, este último ataque frustrado parcialmente por la policía, que abatió a cinco terroristas que pretendían atropellar y apuñalar ciudadanos en el paseo marítimo de esta localidad de Tarragona. Pérez, que había sido cooperante en diversas ONG y era un apasionado del fútbol, trabajaba en una empresa del sector vinícola en Barcelona. Regresaba a Vilafranca en su Ford Focus cuando alguien, que resultó ser Abouyaaqoub, abrió la puerta del vehículo y le apuñaló hasta causarle la muerte con un cuchillo. Los Mossos habían advertido este lunes por la mañana de la peligrosidad del terrorista, precisamente porque podría ir armado.
El joven utilizó el Focus para intentar abandonar Barcelona. Eran las 18.30 de la tarde. Los Mossos habían activado ya el operativo Gàbia para intentar detener al autor del atropello, que ya entonces se vinculaba con un atentado terrorista de tipo islamista; tesis que se confirmó más tarde cuando el Estado Islámico —ISIS, por sus siglas en inglés— se atribuyó la autoría del ataque. Una patrulla de los Mossos estaba dispuesta en la avenida Diagonal. Al verla, Abouyaaqoub pisó el acelerador a fondo y embistió a una agente del cuerpo, que sufrió una rotura de fémur. Su compañero disparó contra el vehículo, pero se mantuvo al lado de la compañera.
El terrorista siguió su marcha varios minutos, hasta llegar a la vecina localidad de Sant Just Desvern. Allí, por motivos que se desconocen, abandonó el coche con Pérez moribundo en su interior. Los Mossos vieron cómo un hombre completamente inmóvil permanecía dentro de un coche y, por precaución, alertaron a los Tedax. Pensaron que era el conductor y que había fallecido por los disparos del mosso en el control. Pero no. Se trataba de Pau Pérez. Había muerto apuñalado y Abouyaaqoub había sido su verdugo.
“El último movimiento es en Sant Just Desvern, y ahí, a las siete de la tarde, le perdemos la pista”, contó Trapero a mediodía, apenas tres horas antes de dar con el terrorista más buscado. Younes Abouyaaqoub había nacido hacía 22 años en la localidad marroquí de Mrirt. Llegó a España de pequeño y vivió con normalidad en Ripoll hasta que comenzó su proceso de radicalización, presuntamente de la mano del imán local. Murió como su hermano, Houssaine, de 17 años, abatido en Cambrils.
Rebeca Carranco
Dani Cordero
Barcelona / Subirats, El País
El autor material del mayor atentado terrorista en España desde el 11-M está muerto. Los Mossos d’Esquadra abatieron este lunes por la tarde, en una zona de viñedos de Subirats (a 50 kilómetros de Barcelona), a Younes Abouyaaqoub, de 22 años. Se había convertido en el hombre más buscado desde el jueves, cuando presuntamente irrumpió en La Rambla con una furgoneta blanca y arrolló a decenas de personas. Dejó 13 muertos y 88 heridos. En la huida, que ha prolongado cuatro días, apuñaló mortalmente a un hombre para robarle el coche. La llamada a la ayuda ciudadana hecha este lunes funcionó y la policía catalana dio con Abouyaaqoub. Llevaba puesto un cinturón de explosivos que resultó ser falso. “¡Allahu akbar!”, gritó antes de ser alcanzado por los disparos.
Los Mossos confirmaron este lunes a mediodía lo que sospechaban desde el sábado: que Younes Abouyaaqooub era el conductor y único ocupante de la furgoneta que arrolló a los viandantes en La Rambla de Barcelona el pasado jueves. La policía difundió las fotografías del sospechoso a cuerpos policiales de media Europa y también, a través de los medios de comunicación, a los ciudadanos, a quienes pidió colaboración. “Toda información de la que puedan disponer, no solo de dónde está ahora sino también de su pasado, debe comunicarse”, solicitó Josep Lluís Trapero, máximo responsable policial del cuerpo autonómico catalán. Trapero recordó que, a diferencia de como aparecía en las fotos, Abouyaaqoub —moreno, pelo corto, 1,80 de estatura— “podría tener barba de días”.
No habían pasado ni tres horas cuando las alertas se activaron. Hacia las 15.30, los Mossos recibieron dos avisos en paralelo que resultaron clave. Uno de ellos, por parte de mandos de la comisaría de Vilafranca que regresaban de una reunión en el complejo policial Egara para tratar, precisamente, la prioridad número uno de la policía. Cerca de la estación de tren, los policías vieron a un joven que les pareció Abouyaaqooub. Iba vestido con camiseta azul, pantalones rojos y gafas de sol. Llevaba una botella de agua en la mano.
Prácticamente al mismo tiempo, un vecino alertó de que había visto a un joven de aspecto magrebí que se había acercado a un grupo de casas aisladas que hay en la zona y había silbado. De repente, se había visto sorprendido por alguien que no esperaba y se había marchado corriendo, según el relato del ciudadano que llamó a la policía. Su descripción encajaba con la de Abouyaaqoub: un joven de unos 20 años, con camiseta azul, que se había ido en dirección a Vilafranca a través de los viñedos. Pero la llamada definitiva fue la de una mujer que dijo haber reconocido al sospechoso “sin ningún género de dudas” por sus “conocimientos en fisonomía”, según explicó este lunes por la tarde Trapero.
Los Mossos activaron a diversas unidades y localizaron a Abouyaaqoub “agachado en una zona de viñedos de la población”, agregó el jefe de la policía autonómica, que compareció junto al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y el consejero de Interior, Joaquim Forn. Los agentes intentaron dar el alto al fugitivo. El joven se abrió entonces la camisa y mostró un cinturón con supuestos artefactos explosivos adherido a la camiseta, tal y como habían hecho también sus compañeros de la célula terrorista en Cambrils (Tarragona) poco antes de ser abatidos en la madrugada del pasado viernes. A Abouyaaqoub le esperaba el mismo destino que a ellos. El chico empezó a acercarse a la patrulla policial con el grito habitual de los que están dispuestos a morir como mártires: “¡Allahu akbar!” (“¡Alá es grande!”). A una distancia de entre 10 y 15 metros, los mossos efectuaron diversos disparos —una docena, según testigos de una masía cercana— y lo mataron.
La incertidumbre sobre la identidad del hombre abatido se mantuvo durante un par de horas. Abouyaaqoub había quedado tendido boca abajo y, tal y como marca el protocolo, los Mossos activaron a los Tedax, que utilizaron un robot para acercarse al cadáver y realizar las comprobaciones oportunas sobre el supuesto cinturón explosivo.
Pese a que el reloj y las zapatillas eran iguales a las que habían visto en las fotografías, con el análisis fisonómico no era suficiente. Los Mossos le tomaron la huella dactilar y, a las 18.20, confirmaron que acababan de matar al autor del ataque terrorista de Barcelona. La muerte del yihadista de Ripoll no supone el cierre de la investigación sobre la célula terrorista, pero sí la solución al problema más acuciante.
El Penedès y sus viñedos fueron el punto y final a una huida que comenzó el jueves a las 16.53. Abouyaaqoub abandonó entonces la furgoneta blanca con la que había recorrido 500 metros desde la cabecera de La Rambla de Barcelona hasta el teatro del Liceu. El vehículo quedó aparcado sobre el mosaico de Joan Miró y el joven emprendió entonces su huida a pie. Algunos testigos aseguran que hubo un forcejeo con viandantes que intentaron detenerle, pero que el caos y la necesidad de atender a las víctimas del atropello pesaron más.
Escape por la Boqueria
En cuatro días de investigación, los Mossos han logrado reconstruir (en parte) la ruta seguida por el terrorista en su huida. A paso tranquilo, Abouyaaqoub se introdujo en el emblemático mercado de La Boqueria. Desde allí enfiló varias calles hacia la zona alta de Barcelona. Lo hizo caminando, aunque “en algún fotograma [de las cámaras de seguridad de esa zona] también se le ve corriendo”, explicó el jefe de los Mossos. En medio del caos provocado por el atropello masivo, en una ciudad sumida en el miedo, Abouyaaqoub logró caminar más de cinco kilómetros para llegar hasta la avenida Diagonal. Y en concreto, hasta Zona Universitària, que acoge la sede de facultades.
A las 18.10, los Mossos sitúan a Abouyaaqoub en un aparcamiento que utilizan los estudiantes de la Zona Universitària, a escasos 100 metros del Camp Nou. “Es donde se encuentra fatídicamente con el ciudadano Pau Pérez, que estaba estacionando su vehículo. Lo apuñala ya en ese momento. Lo mete en la parte posterior del vehículo e inicia la salida de Barcelona”, relató el comisario Trapero.
Pérez se convirtió así en la víctima mortal número 15 de los atentados de Barcelona y Cambrils, este último ataque frustrado parcialmente por la policía, que abatió a cinco terroristas que pretendían atropellar y apuñalar ciudadanos en el paseo marítimo de esta localidad de Tarragona. Pérez, que había sido cooperante en diversas ONG y era un apasionado del fútbol, trabajaba en una empresa del sector vinícola en Barcelona. Regresaba a Vilafranca en su Ford Focus cuando alguien, que resultó ser Abouyaaqoub, abrió la puerta del vehículo y le apuñaló hasta causarle la muerte con un cuchillo. Los Mossos habían advertido este lunes por la mañana de la peligrosidad del terrorista, precisamente porque podría ir armado.
El joven utilizó el Focus para intentar abandonar Barcelona. Eran las 18.30 de la tarde. Los Mossos habían activado ya el operativo Gàbia para intentar detener al autor del atropello, que ya entonces se vinculaba con un atentado terrorista de tipo islamista; tesis que se confirmó más tarde cuando el Estado Islámico —ISIS, por sus siglas en inglés— se atribuyó la autoría del ataque. Una patrulla de los Mossos estaba dispuesta en la avenida Diagonal. Al verla, Abouyaaqoub pisó el acelerador a fondo y embistió a una agente del cuerpo, que sufrió una rotura de fémur. Su compañero disparó contra el vehículo, pero se mantuvo al lado de la compañera.
El terrorista siguió su marcha varios minutos, hasta llegar a la vecina localidad de Sant Just Desvern. Allí, por motivos que se desconocen, abandonó el coche con Pérez moribundo en su interior. Los Mossos vieron cómo un hombre completamente inmóvil permanecía dentro de un coche y, por precaución, alertaron a los Tedax. Pensaron que era el conductor y que había fallecido por los disparos del mosso en el control. Pero no. Se trataba de Pau Pérez. Había muerto apuñalado y Abouyaaqoub había sido su verdugo.
“El último movimiento es en Sant Just Desvern, y ahí, a las siete de la tarde, le perdemos la pista”, contó Trapero a mediodía, apenas tres horas antes de dar con el terrorista más buscado. Younes Abouyaaqoub había nacido hacía 22 años en la localidad marroquí de Mrirt. Llegó a España de pequeño y vivió con normalidad en Ripoll hasta que comenzó su proceso de radicalización, presuntamente de la mano del imán local. Murió como su hermano, Houssaine, de 17 años, abatido en Cambrils.