La islamofobia se desata en las redes y llega a la calle tras los atentados
El odio al islam se propaga por Internet. Mezquitas y locales musulmanes han sido atacados
Elsa García de Blas
Madrid, El País
Los atentados yihadistas en Barcelona y Cambrils han desatado una reacción de islamofobia que en palabras de la Plataforma contra la islamofobia tiene dimensiones de una "bruta ola" sobre todo en las redes que no se produjo tras el 11-M. El odio al islam se propaga en Internet, pero se han registrado también ataques al menos a cuatro mezquitas y pintadas a locales, y ha llegado incluso a la agresión física denunciada por un menor musulmán. Los especialistas alertan de que islamofobia y terrorismo se retroalimentan.
Es posible que haya recibido desde el pasado jueves un mensaje de WhatsApp que alerta del registro el pasado mes de julio del primer partido musulmán que pretende imponer la ley islámica a los españoles, o que insta a la movilización para prohibir las mezquitas, o tal vez otro que propaga el bulo de que los manteros no estaban en La Rambla el día del atentado porque habían sido avisados por los terroristas. Si no han llegado directamente a su teléfono, un solo vistazo a las redes sociales ofrece miles de mensajes que azuzan el odio de forma menos sofisticada contra los musulmanes y el islam. El hastag (la etiqueta) StopIslam fue trending topic (tema más comentado) el día de los ataques en Twitter.
Las mezquitas de Granada, Sevilla, Logroño y Fuenlabrada (Madrid) han denunciado ataques. “Asesinos, lo vais a pagar! Moro que reza, machete a la cabeza! Stop Islam! [sic], decía en las pintadas que aparecieron tras los atentados en la sede de la Fundación Mezquita de Sevilla.
El viernes, en Puerto de Sagunto (Valencia) un hombre golpeó a patadas a un menor marroquí, de 14 años, sin mediar motivo, al grito de “moro de mierda”, según ha denunciado la familia. El hombre le amenazó con matarle y el chico, dice su padre, está atemorizado y no quiere salir de casa.
“Estamos ante una brutal ola de islamofobia. Detectamos mensajes de WhatsApp muy salvajes y muy masivos. Y nada más producirse el atentado empezaron a propagarse bulos”, denuncia Esteban Ibarra, coordinador de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia, una entidad sin ánimo de lucro que se dedica, además de promover la tolerancia, a monitorizar los ataques a musulmanes en España. El Código Penal castiga con hasta cuatro años de cárcel los delitos de odio.
La islamofobia se desata en las redes y llega a la calle tras los atentados
La oleada de mensajes de odio a los musulmanes no tuvo esta dimensión tras los atentados del 11-M en 2004, aunque fueran también de corte yihadista. “Entonces la sociedad interpretó que la causa había sido la guerra de Irak, así que se enconó en la política pero no en el rechazo al islam. Aunque hubo islamofobia, no de este nivel”, reflexiona Ibarra. El experto en delitos de odio, que preside también el Movimiento contra la Intolerancia, cree además que el perfil de los terroristas de Barcelona, jóvenes, educados en España y en principio integrados, atiza en mayor medida el sentimiento de venganza contra los inmigrantes, y el uso masivo de las redes sociales, que no era tal en 2004, ayudan a propagarlo. “La ola no ha hecho más que empezar. Detrás de todo esto hay estructuras organizadas de carácter racista y fascista”, alerta.
Cataluña encabeza los delitos de odio
El registro del Ministerio del Interior de delitos de odio —que no diferencia la islamofobia, pero sí por incidentes relacionados con las creencias religiosas y por racismo y xenofobia— recoge que Cataluña fue la comunidad con mayor número de incidentes de odio en 2016, con un total de 282, seguida de Madrid (con 171) y Andalucía (152).
Dentro de los distintos delitos de odio, Cataluña destaca como la comunidad con más incidentes relacionados con las creencias o prácticas religiosas (14, casi el doble que en Madrid, 8) y con racismo y xenofobia (111 incidentes frente a 68 en Madrid). La provincia de Barcelona es la de más incidentes racistas y xenófobos de toda España (78, Madrid con 68).
El fiscal coordinador del Servicio de delitos de odio de Barcelona, Miguel Ángel Aguilar, cree sin embargo que estas cifras están relacionadas con que Cataluña es pionera en el trabajo contra la islamofobia, “lo que ha generado una conciencia ciudadana que se traduce en un mayor número de denuncias”.
El fenómeno no es nuevo en España aunque hasta ahora ha sido una acción minoritaria muy definida por grupos ultras y fascistas, porque el nivel de aceptación de la diversidad cultural y religiosa ha sido elevado. Pero en los últimos años no para de crecer. Según los datos de la plataforma, en 2016 los incidentes por islamofobia aumentaron un 106,12% respecto a 2015, con 573 ataques por los 278 del año anterior.
“El contexto ahora es diferente al del 11-M porque en los últimos años se ha producido una acumulación de atentados terroristas en Europa y una crisis de refugiados que ha hecho que mucha gente asocie ambos fenómenos por la utilización interesada de las fuerzas de extrema derecha”, reflexiona el filósofo Santiago Alba Rico, autor de Islamofobia. Nosotros, los otros, el miedo (Icaria). El terreno está más abonado para que crezca el odio pero el fenómeno es ya mayor de lo conocido porque es en gran parte soterrado. “La Agencia de Derechos Fundamentales de la UE cifra en un 80% los incidentes de este tipo que no se denuncian”, señala Miguel Ángel Aguilar, fiscal coordinador del Servicio de delitos de odio de la Fiscalía de Barcelona.
“No debemos ceder ni un solo milímetro a la dinámica de la islamofobia que quiere alimentar el yihadismo”, afirma Rico. “El odio al musulmán y el racismo atacan los valores que cimentan nuestro modelo de convivencia”, destaca el fiscal. Pero incluso desde una visión más utilitarista, la sociedad y los responsables públicos deben atender al otro problema que emerge tras los ataques de Barcelona, advierten los expertos. “El terrorismo alimenta la islamofobia y la islamofobia ofrece réditos al terrorismo porque fractura la sociedad. Neofascismo y yihadismo son dos caras de una moneda que se alimentan”, remarca Ibarra.
Elsa García de Blas
Madrid, El País
Los atentados yihadistas en Barcelona y Cambrils han desatado una reacción de islamofobia que en palabras de la Plataforma contra la islamofobia tiene dimensiones de una "bruta ola" sobre todo en las redes que no se produjo tras el 11-M. El odio al islam se propaga en Internet, pero se han registrado también ataques al menos a cuatro mezquitas y pintadas a locales, y ha llegado incluso a la agresión física denunciada por un menor musulmán. Los especialistas alertan de que islamofobia y terrorismo se retroalimentan.
Es posible que haya recibido desde el pasado jueves un mensaje de WhatsApp que alerta del registro el pasado mes de julio del primer partido musulmán que pretende imponer la ley islámica a los españoles, o que insta a la movilización para prohibir las mezquitas, o tal vez otro que propaga el bulo de que los manteros no estaban en La Rambla el día del atentado porque habían sido avisados por los terroristas. Si no han llegado directamente a su teléfono, un solo vistazo a las redes sociales ofrece miles de mensajes que azuzan el odio de forma menos sofisticada contra los musulmanes y el islam. El hastag (la etiqueta) StopIslam fue trending topic (tema más comentado) el día de los ataques en Twitter.
Las mezquitas de Granada, Sevilla, Logroño y Fuenlabrada (Madrid) han denunciado ataques. “Asesinos, lo vais a pagar! Moro que reza, machete a la cabeza! Stop Islam! [sic], decía en las pintadas que aparecieron tras los atentados en la sede de la Fundación Mezquita de Sevilla.
El viernes, en Puerto de Sagunto (Valencia) un hombre golpeó a patadas a un menor marroquí, de 14 años, sin mediar motivo, al grito de “moro de mierda”, según ha denunciado la familia. El hombre le amenazó con matarle y el chico, dice su padre, está atemorizado y no quiere salir de casa.
“Estamos ante una brutal ola de islamofobia. Detectamos mensajes de WhatsApp muy salvajes y muy masivos. Y nada más producirse el atentado empezaron a propagarse bulos”, denuncia Esteban Ibarra, coordinador de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia, una entidad sin ánimo de lucro que se dedica, además de promover la tolerancia, a monitorizar los ataques a musulmanes en España. El Código Penal castiga con hasta cuatro años de cárcel los delitos de odio.
La islamofobia se desata en las redes y llega a la calle tras los atentados
La oleada de mensajes de odio a los musulmanes no tuvo esta dimensión tras los atentados del 11-M en 2004, aunque fueran también de corte yihadista. “Entonces la sociedad interpretó que la causa había sido la guerra de Irak, así que se enconó en la política pero no en el rechazo al islam. Aunque hubo islamofobia, no de este nivel”, reflexiona Ibarra. El experto en delitos de odio, que preside también el Movimiento contra la Intolerancia, cree además que el perfil de los terroristas de Barcelona, jóvenes, educados en España y en principio integrados, atiza en mayor medida el sentimiento de venganza contra los inmigrantes, y el uso masivo de las redes sociales, que no era tal en 2004, ayudan a propagarlo. “La ola no ha hecho más que empezar. Detrás de todo esto hay estructuras organizadas de carácter racista y fascista”, alerta.
Cataluña encabeza los delitos de odio
El registro del Ministerio del Interior de delitos de odio —que no diferencia la islamofobia, pero sí por incidentes relacionados con las creencias religiosas y por racismo y xenofobia— recoge que Cataluña fue la comunidad con mayor número de incidentes de odio en 2016, con un total de 282, seguida de Madrid (con 171) y Andalucía (152).
Dentro de los distintos delitos de odio, Cataluña destaca como la comunidad con más incidentes relacionados con las creencias o prácticas religiosas (14, casi el doble que en Madrid, 8) y con racismo y xenofobia (111 incidentes frente a 68 en Madrid). La provincia de Barcelona es la de más incidentes racistas y xenófobos de toda España (78, Madrid con 68).
El fiscal coordinador del Servicio de delitos de odio de Barcelona, Miguel Ángel Aguilar, cree sin embargo que estas cifras están relacionadas con que Cataluña es pionera en el trabajo contra la islamofobia, “lo que ha generado una conciencia ciudadana que se traduce en un mayor número de denuncias”.
El fenómeno no es nuevo en España aunque hasta ahora ha sido una acción minoritaria muy definida por grupos ultras y fascistas, porque el nivel de aceptación de la diversidad cultural y religiosa ha sido elevado. Pero en los últimos años no para de crecer. Según los datos de la plataforma, en 2016 los incidentes por islamofobia aumentaron un 106,12% respecto a 2015, con 573 ataques por los 278 del año anterior.
“El contexto ahora es diferente al del 11-M porque en los últimos años se ha producido una acumulación de atentados terroristas en Europa y una crisis de refugiados que ha hecho que mucha gente asocie ambos fenómenos por la utilización interesada de las fuerzas de extrema derecha”, reflexiona el filósofo Santiago Alba Rico, autor de Islamofobia. Nosotros, los otros, el miedo (Icaria). El terreno está más abonado para que crezca el odio pero el fenómeno es ya mayor de lo conocido porque es en gran parte soterrado. “La Agencia de Derechos Fundamentales de la UE cifra en un 80% los incidentes de este tipo que no se denuncian”, señala Miguel Ángel Aguilar, fiscal coordinador del Servicio de delitos de odio de la Fiscalía de Barcelona.
“No debemos ceder ni un solo milímetro a la dinámica de la islamofobia que quiere alimentar el yihadismo”, afirma Rico. “El odio al musulmán y el racismo atacan los valores que cimentan nuestro modelo de convivencia”, destaca el fiscal. Pero incluso desde una visión más utilitarista, la sociedad y los responsables públicos deben atender al otro problema que emerge tras los ataques de Barcelona, advierten los expertos. “El terrorismo alimenta la islamofobia y la islamofobia ofrece réditos al terrorismo porque fractura la sociedad. Neofascismo y yihadismo son dos caras de una moneda que se alimentan”, remarca Ibarra.