La Eurocámara ve necesario un periodo transitorio ante la lentitud del Brexit
El coordinador de la negociación del Parlamento Europeo advierte que es imposible cumplir con los plazos
Álvaro Sánchez
Bruselas, El País
La idea de que la ruptura de los lazos entre Reino Unido y la UE será una realidad cerrada y definitiva en marzo de 2019 queda cada vez más lejos. El coordinador del Brexit para la Eurocámara, el belga Guy Verhofstadt, ha advertido este miércoles de que la lentitud con la que avanzan las negociaciones obligará a que la salida británica vaya acompañada de un periodo transitorio que calcula en al menos tres años. El responsable del Parlamento para el Brexit juega un rol secundario en las conversaciones, lideradas en el lado europeo por el francés Michel Barnier, pero el proceso de desconexión requerirá del visto bueno de la Eurocámara.
Reino Unido ya reconoció el mes pasado la necesidad de contar con un plazo adicional mínimo de dos años más allá del margen establecido por el artículo 50 del Tratado de Lisboa. En ese tiempo permitiría la libre circulación de ciudadanos de la UE para limitar el impacto del divorcio ante los temores desatados entre las empresas en torno a los efectos de una ruptura radical con el bloque comunitario. No así la continuidad en el mercado único y la unión aduanera, si bien la oposición laborista ha dado un giro en los últimos días y presiona ahora al Gobierno de Theresa May para que acepte un Brexit blando que incluya mantenerse durante varios años en la unión económica una vez consumada la salida, lo que permitiría a Londres negociar mientras otros acuerdos comerciales con países como Japón, donde la primera ministra se encuentra de visita estos días.
Verhofstadt, el representante del Parlamento Europeo, apuesta por esa línea, y ha planteado que en ese periodo transitorio la relación de Reino Unido con los Veintisiete mantenga el statu quo actual. Ello implicaría que Londres tendría que seguir cumpliendo las normas de la UE en cuestiones como la libertad de movimiento, la jurisdicción de los tribunales europeos o el pago de sus contribuciones anuales. "Ambas partes reconocen cada vez más la necesidad de un periodo transitorio. Es imposible que en 14 o 15 meses nos pongamos de acuerdo sobre los compromisos financieros, los derechos ciudadanos, la frontera irlandesa y otros temas. Y además llegar a un acuerdo detallado sobre la futura relación", ha augurado.
La presión del calendario ha sido una cuestión recurrente que ha exasperado a los negociadores europeos, cansados de la ambigüedad y la falta de concreción de Londres en asuntos como la factura que debe asumir Reino Unido antes de dejar el club comunitario. Aunque ya han reconocido que hay pagos por saldar, al otro lado del canal siguen sin negociar la cantidad.
Pese a que la primera ronda de conversaciones empezó en junio, los negociadores británicos solo han presentado documentos con tomas de posición en las últimas dos semanas, y cuatro de sus siete propuestas se refieren a la futura relación. Mientras, Bruselas ha dejado claro repetidamente que hasta no tener los suficientes progresos en la factura del Brexit, los derechos ciudadanos y la frontera norirlandesa, no se pasará a hablar de cómo será la relación comercial entre Reino Unido y los Veintisiete tras el divorcio, la gran preocupación de Londres.
En plena tercera ronda de negociaciones, los mensajes están lejos de ser amistosos. Juncker dijo el martes que las propuestas británicas no son satisfactorias, y el negociador europeo, Michel Barnier, ha emplazado este miércoles nuevamente a Londres a dejar los rodeos y empezar a negociar "en serio". El liberal flamenco Verhofstadt, una de las voces más europeístas del entorno comunitario, se ha sumado al coro de líderes que reclaman más agilidad. "Necesitamos un documento de posición sobre cada tema a tratar antes de empezar las negociaciones. Si solo una de las dos partes lo presenta y la otra no responde, es muy difícil empezar una negociación", ha criticado.
El antiguo primer ministro belga se ha referido a los efectos dispares que el Brexit ha provocado a uno y otro lado del canal. "El Brexit ha dado un impulso positivo a la unidad de la UE. La confianza de los ciudadanos en el proyecto europeo crece cada vez más. La impresión que tengo es que ha creado más unidad que cualquier campaña de comunicación de las instituciones europeas en el pasado", ha dicho. Sobre sus consecuencias en Reino Unido ha dibujado un panorama muy diferente, aludiendo a la caída de la libra esterlina, el aumento de la inflación y el lío político interno en torno al Brexit. Además, comparó la propuesta británica de mantener una frontera invisible entre Irlanda e Irlanda del Norte con el cuadro Esto no es una pipa, del pintor surrealista belga René Magritte. "Una frontera que no parece una frontera es más un cuadro de Magritte que una realidad política". En la serie La traición de las imágenes, Magritte pintó una pipa acompañada de la célebre inscripción Esto no es una pipa.
El coordinador de la Eurocámara ha pedido que se acabe con la incertidumbre de los cinco millones de ciudadanos británicos y comunitarios que residen en el continente y Reino Unido respectivamente: "Recibimos cientos y cientos de cartas de ciudadanos que quieren saber cuál es su estatus". Y alertó de que la propuesta británica en la materia aumentaría considerablemente los trámites administrativos a los que tendrían que hacer frente los ciudadanos comunitarios establecidos en Reino Unido.
Álvaro Sánchez
Bruselas, El País
La idea de que la ruptura de los lazos entre Reino Unido y la UE será una realidad cerrada y definitiva en marzo de 2019 queda cada vez más lejos. El coordinador del Brexit para la Eurocámara, el belga Guy Verhofstadt, ha advertido este miércoles de que la lentitud con la que avanzan las negociaciones obligará a que la salida británica vaya acompañada de un periodo transitorio que calcula en al menos tres años. El responsable del Parlamento para el Brexit juega un rol secundario en las conversaciones, lideradas en el lado europeo por el francés Michel Barnier, pero el proceso de desconexión requerirá del visto bueno de la Eurocámara.
Reino Unido ya reconoció el mes pasado la necesidad de contar con un plazo adicional mínimo de dos años más allá del margen establecido por el artículo 50 del Tratado de Lisboa. En ese tiempo permitiría la libre circulación de ciudadanos de la UE para limitar el impacto del divorcio ante los temores desatados entre las empresas en torno a los efectos de una ruptura radical con el bloque comunitario. No así la continuidad en el mercado único y la unión aduanera, si bien la oposición laborista ha dado un giro en los últimos días y presiona ahora al Gobierno de Theresa May para que acepte un Brexit blando que incluya mantenerse durante varios años en la unión económica una vez consumada la salida, lo que permitiría a Londres negociar mientras otros acuerdos comerciales con países como Japón, donde la primera ministra se encuentra de visita estos días.
Verhofstadt, el representante del Parlamento Europeo, apuesta por esa línea, y ha planteado que en ese periodo transitorio la relación de Reino Unido con los Veintisiete mantenga el statu quo actual. Ello implicaría que Londres tendría que seguir cumpliendo las normas de la UE en cuestiones como la libertad de movimiento, la jurisdicción de los tribunales europeos o el pago de sus contribuciones anuales. "Ambas partes reconocen cada vez más la necesidad de un periodo transitorio. Es imposible que en 14 o 15 meses nos pongamos de acuerdo sobre los compromisos financieros, los derechos ciudadanos, la frontera irlandesa y otros temas. Y además llegar a un acuerdo detallado sobre la futura relación", ha augurado.
La presión del calendario ha sido una cuestión recurrente que ha exasperado a los negociadores europeos, cansados de la ambigüedad y la falta de concreción de Londres en asuntos como la factura que debe asumir Reino Unido antes de dejar el club comunitario. Aunque ya han reconocido que hay pagos por saldar, al otro lado del canal siguen sin negociar la cantidad.
Pese a que la primera ronda de conversaciones empezó en junio, los negociadores británicos solo han presentado documentos con tomas de posición en las últimas dos semanas, y cuatro de sus siete propuestas se refieren a la futura relación. Mientras, Bruselas ha dejado claro repetidamente que hasta no tener los suficientes progresos en la factura del Brexit, los derechos ciudadanos y la frontera norirlandesa, no se pasará a hablar de cómo será la relación comercial entre Reino Unido y los Veintisiete tras el divorcio, la gran preocupación de Londres.
En plena tercera ronda de negociaciones, los mensajes están lejos de ser amistosos. Juncker dijo el martes que las propuestas británicas no son satisfactorias, y el negociador europeo, Michel Barnier, ha emplazado este miércoles nuevamente a Londres a dejar los rodeos y empezar a negociar "en serio". El liberal flamenco Verhofstadt, una de las voces más europeístas del entorno comunitario, se ha sumado al coro de líderes que reclaman más agilidad. "Necesitamos un documento de posición sobre cada tema a tratar antes de empezar las negociaciones. Si solo una de las dos partes lo presenta y la otra no responde, es muy difícil empezar una negociación", ha criticado.
El antiguo primer ministro belga se ha referido a los efectos dispares que el Brexit ha provocado a uno y otro lado del canal. "El Brexit ha dado un impulso positivo a la unidad de la UE. La confianza de los ciudadanos en el proyecto europeo crece cada vez más. La impresión que tengo es que ha creado más unidad que cualquier campaña de comunicación de las instituciones europeas en el pasado", ha dicho. Sobre sus consecuencias en Reino Unido ha dibujado un panorama muy diferente, aludiendo a la caída de la libra esterlina, el aumento de la inflación y el lío político interno en torno al Brexit. Además, comparó la propuesta británica de mantener una frontera invisible entre Irlanda e Irlanda del Norte con el cuadro Esto no es una pipa, del pintor surrealista belga René Magritte. "Una frontera que no parece una frontera es más un cuadro de Magritte que una realidad política". En la serie La traición de las imágenes, Magritte pintó una pipa acompañada de la célebre inscripción Esto no es una pipa.
El coordinador de la Eurocámara ha pedido que se acabe con la incertidumbre de los cinco millones de ciudadanos británicos y comunitarios que residen en el continente y Reino Unido respectivamente: "Recibimos cientos y cientos de cartas de ciudadanos que quieren saber cuál es su estatus". Y alertó de que la propuesta británica en la materia aumentaría considerablemente los trámites administrativos a los que tendrían que hacer frente los ciudadanos comunitarios establecidos en Reino Unido.