Jordania y la Autoridad Palestina se distancian de Israel tras la crisis de Al Aqsa
El rey Abdalá viaja a Ramala por primera vez en cinco años para reunirse con el presidente Abbas
Juan Carlos Sanz
Corresponsal en Oriente Próximo
Jerusalén, El País
La reciente crisis en el complejo religioso de Al Aqsa ha tensado la estratégica relación entre Israel y la moderada monarquía jordana, custodia de los lugares sagrados musulmanes de Jerusalén. El estallido popular en torno a la Explanada de las Mezquitas también ha arruinado la coordinación de seguridad del Estado hebreo con la Autoridad Palestina. Benjamín Netanyahu pudo constatar este lunes el alejamiento de ambos interlocutores árabes, escenificado en una inusual visita del rey Abdalá al presidente palestino, Mahmud Abbas, en Ramala (Cisjordania), que no tuvo continuidad, como es habitual, en la residencia del primer ministro israelí, situada a apenas 20 kilómetros.
El helicóptero del monarca jordano se posó en la Muqata, la sede de facto de la Autoridad Palestina, por primera vez desde 2012. El presidente Abbas y el rey Abdalá se suelen reunir con frecuencia en Amán y otras capitales árabes para mantener contactos diplomáticos. Pero esta vez el rais no ha podido cruzar con su vehículo oficial la frontera del puente de Allenby sobre el río Jordán, controlada por el Ejército desde 1967, al mantenerse en suspenso la coordinación con las fuerzas de seguridad de Israel. La visita ha sido interpretada como un gesto de apoyo al veterano mandatario palestino tras haber quedado aislado del exterior. En clave interna jordana, la presencia el monarca en Ramala se convierte en un guiño político a la mitad de los 9,5 millones de habitantes de su país que tienen origen palestino.
Una declaración oficial de Abdalá II citada por la agencia estatal Petra destacaba que “sin la custodia jordana y sin la firmeza de los jerosolimitanos (palestinos) los santos lugares podían haberse perdido hace muchos años”. El cónclave de Ramala se ha producido casi dos semanas después del fin de la crisis de Al Aqsa, desencadenada por la instalación de medidas de seguridad extraordinarias —como detectores de metales— en los accesos a la Explanada de las Mezquitas tras la muerte de dos policías israelíes a manos de tres palestinos con armados. “Hemos acordado crear un comité de crisis para evaluar lo ocurrido (…) y analizar los desafíos que afronta la mezquita de Al Aqsa”, anunció el ministro de Asuntos Exteriores palestino Riad al Maliki para confirmar el entendimiento con el Gobierno jordano.
La visita tiene escasos precedentes, ya que se trata del cuarto viaje del rey a Cisjordania desde que accedió al trono hace 17 años. Supone ante todo un mensaje de advertencia a Netanyahu ante la paralización de las negociaciones de paz iraelo-palestinas, estancadas desde hace más de tres años. Jordania, que se convirtió en 1994 en el segundo Estado árabe, después de Egipto, en establecer relaciones con Estado hebreo, es un mediador clave en las conversaciones que trata de resucitar Estados Unidos en los últimos meses.
En un discurso ante parlamentarios pronunciado el domingo en Amán y recogido también por la agencia Petra, el monarca hachemí había aseverado que “no habrá un acuerdo en el proceso de paz si no existe antes un compromiso de EE UU para solucionar la cuestión palestina”. El secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, acababa de cuestionar el “silencio” de Washington sobre la expansión de los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este, que se hallan bajo ocupación israelí dese hace más de medio siglo, y su indefinición sobre la solución de los dos Estados. Fuentes oficiales citadas por el diario jordano Rai al Yum, apuntan a que el rey Abdalá va intentará ahora reactivar la vía diplomática, y para ello buscará la intervención de Arabia Saudí.
A la crisis generada por la instalación de los arcos detectores de metales en el complejo histórico de Al Aqsa —que Israel denomina Monte del Templo por el culto judío que acogió en el pasado– , el reino árabe añade la tensión desatada el pasado 23 de julio por un incidente armado en Amán. La muerte de dos ciudadanos jordanos a causa de los disparos de un guarda de seguridad israelí de guardia en el recinto de la Embajada Netanyahu, llevó a Netanyahu a ordenar la repatriación de todo el personal de la legación, al amparo de su inmunidad diplomática.
El primer ministro suscitó además una explosión de ira popular en Jordania al recibir como a un héroe en Jerusalén al agente implicado. Tras la evacuación de la Embajada de Amán, que llegó a estar cercada por fuerzas de asalto locales, Netanyahu anunció la retirada de las medidas de seguridad extraordinarias instaladas en la Explanada de las Mezquitas, así como la apertura de una investigación de la fiscalía israelí sobre el incidente de la capital jordana.
Juan Carlos Sanz
Corresponsal en Oriente Próximo
Jerusalén, El País
La reciente crisis en el complejo religioso de Al Aqsa ha tensado la estratégica relación entre Israel y la moderada monarquía jordana, custodia de los lugares sagrados musulmanes de Jerusalén. El estallido popular en torno a la Explanada de las Mezquitas también ha arruinado la coordinación de seguridad del Estado hebreo con la Autoridad Palestina. Benjamín Netanyahu pudo constatar este lunes el alejamiento de ambos interlocutores árabes, escenificado en una inusual visita del rey Abdalá al presidente palestino, Mahmud Abbas, en Ramala (Cisjordania), que no tuvo continuidad, como es habitual, en la residencia del primer ministro israelí, situada a apenas 20 kilómetros.
El helicóptero del monarca jordano se posó en la Muqata, la sede de facto de la Autoridad Palestina, por primera vez desde 2012. El presidente Abbas y el rey Abdalá se suelen reunir con frecuencia en Amán y otras capitales árabes para mantener contactos diplomáticos. Pero esta vez el rais no ha podido cruzar con su vehículo oficial la frontera del puente de Allenby sobre el río Jordán, controlada por el Ejército desde 1967, al mantenerse en suspenso la coordinación con las fuerzas de seguridad de Israel. La visita ha sido interpretada como un gesto de apoyo al veterano mandatario palestino tras haber quedado aislado del exterior. En clave interna jordana, la presencia el monarca en Ramala se convierte en un guiño político a la mitad de los 9,5 millones de habitantes de su país que tienen origen palestino.
Una declaración oficial de Abdalá II citada por la agencia estatal Petra destacaba que “sin la custodia jordana y sin la firmeza de los jerosolimitanos (palestinos) los santos lugares podían haberse perdido hace muchos años”. El cónclave de Ramala se ha producido casi dos semanas después del fin de la crisis de Al Aqsa, desencadenada por la instalación de medidas de seguridad extraordinarias —como detectores de metales— en los accesos a la Explanada de las Mezquitas tras la muerte de dos policías israelíes a manos de tres palestinos con armados. “Hemos acordado crear un comité de crisis para evaluar lo ocurrido (…) y analizar los desafíos que afronta la mezquita de Al Aqsa”, anunció el ministro de Asuntos Exteriores palestino Riad al Maliki para confirmar el entendimiento con el Gobierno jordano.
La visita tiene escasos precedentes, ya que se trata del cuarto viaje del rey a Cisjordania desde que accedió al trono hace 17 años. Supone ante todo un mensaje de advertencia a Netanyahu ante la paralización de las negociaciones de paz iraelo-palestinas, estancadas desde hace más de tres años. Jordania, que se convirtió en 1994 en el segundo Estado árabe, después de Egipto, en establecer relaciones con Estado hebreo, es un mediador clave en las conversaciones que trata de resucitar Estados Unidos en los últimos meses.
En un discurso ante parlamentarios pronunciado el domingo en Amán y recogido también por la agencia Petra, el monarca hachemí había aseverado que “no habrá un acuerdo en el proceso de paz si no existe antes un compromiso de EE UU para solucionar la cuestión palestina”. El secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, acababa de cuestionar el “silencio” de Washington sobre la expansión de los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este, que se hallan bajo ocupación israelí dese hace más de medio siglo, y su indefinición sobre la solución de los dos Estados. Fuentes oficiales citadas por el diario jordano Rai al Yum, apuntan a que el rey Abdalá va intentará ahora reactivar la vía diplomática, y para ello buscará la intervención de Arabia Saudí.
A la crisis generada por la instalación de los arcos detectores de metales en el complejo histórico de Al Aqsa —que Israel denomina Monte del Templo por el culto judío que acogió en el pasado– , el reino árabe añade la tensión desatada el pasado 23 de julio por un incidente armado en Amán. La muerte de dos ciudadanos jordanos a causa de los disparos de un guarda de seguridad israelí de guardia en el recinto de la Embajada Netanyahu, llevó a Netanyahu a ordenar la repatriación de todo el personal de la legación, al amparo de su inmunidad diplomática.
El primer ministro suscitó además una explosión de ira popular en Jordania al recibir como a un héroe en Jerusalén al agente implicado. Tras la evacuación de la Embajada de Amán, que llegó a estar cercada por fuerzas de asalto locales, Netanyahu anunció la retirada de las medidas de seguridad extraordinarias instaladas en la Explanada de las Mezquitas, así como la apertura de una investigación de la fiscalía israelí sobre el incidente de la capital jordana.