De 'Casimiro' a ‘CaseMITO’
Madrid, AS
El centrocampista del Madrid suma ocho goles en 2017. Uno, al Nápoles, nominado al mejor de la temporada para UEFA. Copichichi del equipo.
Si no es el mediocentro defensivo del mundo más en forma, se le parece. Casemiro ha enterrado definitivamente su condición de cabo primero para entrar en el club de oficiales por derecho propio. No sólo domina la escena en la sala de máquinas, ha pasado a ser un box-to-box camuflado. Los contrarios aún no le ven venir y el resultado está ahí: dos goles en cuatro partidos oficiales de la 2017-18. Copichichi blanco junto a Marco Asensio. Ya son ocho dianas en 2017…
Le ha costado llegar hasta aquí. El primer rival que neutralizó Casimiro, su apellido auténtico, fue la pobreza en Sao Jose dos Campos. Su padre se fue de casa cuando tenía cinco años y de crío aprendió a cargar sobre sus espaldas lo que le echasen. Eso lo perdió de vista en el Sao Paulo, donde ya era Casemiro (por un error tipográfico al estampar su nombre en la camiseta) y donde se vio cegado por el glamour del profesionalismo. Lo rescataron en Valdebebas. A Casemiro se le llegó a pitar, levemente eso sí, en el Di Stéfano. Aterrizó en diciembre, con cuatro kilos de más y dos meses de vacaciones tras el fin del Brasileirao. Más de un castillista miró su fichaje de reojo. Pero derrotó a la báscula y se rehizo rápido. Toril, su técnico en el filial, veía el calibre del brasileño: “No será estético, pero hace mejores a los que tiene alrededor”. Quizá por eso Zidane le cogió aprecio rápido. Paradójicamente marginado en el fútbol cartesiano de Rafa Benítez, Case, como le llama Zizou, sí encajó de pleno en el nuevo paradigma del francés.
Nilton Moreira, el hombre que lo descubrió, dijo que vio en el 14 blanco “a un Dunga o un Mauro Silva”, pero marca más goles que los dos campeones del mundo. Casemiro se siente imprescindible y se ha quitado la correa. Ayer apareció donde se esperaba a Benzema. En la jugada interminable del Madrid en el 0-2, 44 toques en 104 segundos, sólo tocó el balón dos veces: una en un pase de Keylor… y la siguiente 70 metros más adelante remachando en el área pequeña la asistencia de Marcelo.
Casemiro tiene 25 años y aún le quedan trucos. Como, por ejemplo, su granítico lanzamiento de falta. Ahí está su golazo al Basilea en Champions con el Oporto . En todo caso, su presencia cada vez es más agradecida entre el madridismo. En las redes sociales su nombre ha vuelto a mutar, ahora a CaseMITO. Tite lo quiere como el cinco que maneje Brasil en Rusia 2018…
El centrocampista del Madrid suma ocho goles en 2017. Uno, al Nápoles, nominado al mejor de la temporada para UEFA. Copichichi del equipo.
Si no es el mediocentro defensivo del mundo más en forma, se le parece. Casemiro ha enterrado definitivamente su condición de cabo primero para entrar en el club de oficiales por derecho propio. No sólo domina la escena en la sala de máquinas, ha pasado a ser un box-to-box camuflado. Los contrarios aún no le ven venir y el resultado está ahí: dos goles en cuatro partidos oficiales de la 2017-18. Copichichi blanco junto a Marco Asensio. Ya son ocho dianas en 2017…
Le ha costado llegar hasta aquí. El primer rival que neutralizó Casimiro, su apellido auténtico, fue la pobreza en Sao Jose dos Campos. Su padre se fue de casa cuando tenía cinco años y de crío aprendió a cargar sobre sus espaldas lo que le echasen. Eso lo perdió de vista en el Sao Paulo, donde ya era Casemiro (por un error tipográfico al estampar su nombre en la camiseta) y donde se vio cegado por el glamour del profesionalismo. Lo rescataron en Valdebebas. A Casemiro se le llegó a pitar, levemente eso sí, en el Di Stéfano. Aterrizó en diciembre, con cuatro kilos de más y dos meses de vacaciones tras el fin del Brasileirao. Más de un castillista miró su fichaje de reojo. Pero derrotó a la báscula y se rehizo rápido. Toril, su técnico en el filial, veía el calibre del brasileño: “No será estético, pero hace mejores a los que tiene alrededor”. Quizá por eso Zidane le cogió aprecio rápido. Paradójicamente marginado en el fútbol cartesiano de Rafa Benítez, Case, como le llama Zizou, sí encajó de pleno en el nuevo paradigma del francés.
Nilton Moreira, el hombre que lo descubrió, dijo que vio en el 14 blanco “a un Dunga o un Mauro Silva”, pero marca más goles que los dos campeones del mundo. Casemiro se siente imprescindible y se ha quitado la correa. Ayer apareció donde se esperaba a Benzema. En la jugada interminable del Madrid en el 0-2, 44 toques en 104 segundos, sólo tocó el balón dos veces: una en un pase de Keylor… y la siguiente 70 metros más adelante remachando en el área pequeña la asistencia de Marcelo.
Casemiro tiene 25 años y aún le quedan trucos. Como, por ejemplo, su granítico lanzamiento de falta. Ahí está su golazo al Basilea en Champions con el Oporto . En todo caso, su presencia cada vez es más agradecida entre el madridismo. En las redes sociales su nombre ha vuelto a mutar, ahora a CaseMITO. Tite lo quiere como el cinco que maneje Brasil en Rusia 2018…