A la final, Obi Oblak
El Nápoles fue mejor al principio, pero se topó con un inmenso Oblak, que paró un penalti. Se adelantó Callejón pero Torres y Vietto remontaron. Enormes Carrasco, Filipe y Thomas.
Patricia Cazón
As
Se estaba poniendo la final tono amarillo Nápoles cuando Simeone agitó su banquillo por primera vez. Fuera Gaitán, dentro Thomas. Los guantes de Oblak, la banda Filipe-Carrasco y la fiabilidad defensiva no habían sido suficientes: Callejón le había encontrado un resquicio a la red de Oblak y el Nápoles se había puesto por delante. Pero Simeone dio entrada a Thomas y su equipo en quince minutos había volteado el partido como un calcetín. Jugará hoy la final. Porque en el verano del castigo de la FIFA, el Atlético ya tiene a Simeone y, ese, siempre será su mejor fichaje.
El partido de amistoso nada tuvo. Hubo penaltis, intensidad de marzo y hasta una roja, a Godín, por dos patadas demasiado fuertes para ser verano. Las alineaciones ya eran declaración de intenciones. Nada de pruebas, o sí, muchas, pero todas serias. Simeone tiraba de su Atleti A y Sarri mezcló menos de lo esperado. Sin Mertens pero con Milik; lo mismo es. El Nápoles dominó el inicio con presión alta en el centro del campo, recuperaciones rápidas y el correr Ghoulam la banda ante un Atleti encerrado. Su única noticia era el estreno de esa camiseta rasgada que es a los ojos lo que el cocido a agosto, digestión difícil.
Un desborde de Juanfran, a trompicones pero hasta el área contraria, fue la primera noticia rojiblanca en el partido. Después no dejarían de llegar. Porque el Nápoles dirigía, mandaba y hacía correr a Gabi y Koke en horizontal tras el balón pero el resultado era el mismo que el del juego espeso del Atlético: nada en el marcador. Lo intentaron los italianos con dos córners y Milik metiendo cabeza pero sólo sirvieron para despertar los guantes de Oblak, siempre a punto. Sobre ellos cimentaría el Atleti su victoria. No deja de ser un clásico.
Como Griezmann y su capa, otro. Parece que no está y, de pronto, ¡zasca!, te ha hecho un gol de la nada. Ayer no fue por poco. Por Reina más bien, que repelió impecable un cabezazo del francés y después un taconazo de Gaitán en el rechace. Ah, por cierto: si alguien esperaba al argentino, aún no ha llegado. El juego del Atleti, inexistente en esa banda, tampoco ayudó. Ni la comparación con la contraria: Filipe pedía la clonación en cada desborde y Carrasco quemaba a cada carrera.
El Atleti ya estaba al completo en Múnich y no sólo su defensa, donde Savic parecía tener dientes por botas. Pinchó un balón con un taco y le dio una extraña patada a Callejón en el área que acabó en penalti. Pero, lo dicho, ahí estaban ya Oblak y sus guantes, listos. A la izquierda y medio mal se lo lanzó Milik y a la izquierda y muy bien se lanzó Oblak para parárselo. Al filo del descanso repetiría para atajar un balón de Insigne a la escuadra lleno de malicia que sería un avance de lo que, el inicio de la segunda parte, traería.
Porque se despistó Filipe un segundo, sólo uno en todo el partido, y Callejón lo aprovechó para quedarse solo en el área, frotarse la bota y sacarse de ella una volea a la escuadra contraria imparable. Seis minutos después, Gaitán estaba fuera, la banda derecha quedaba entera para Juanfran y Simeone sumaba un hombre en el centro: Thomas. Varias carreras de Carrasco más tarde, entre Thomas, Griezmann y Torres habían hecho el primer gol del Atleti 2017-18, el primero del escudo nuevo. Y tenía que ser él, cómo no, El Niño, otro clásico. El carrusel de cambios (siete el Atleti, todos menos Reina el Nápoles) no varió el plan del Cholo: su equipo es una idea, no nombres. Y con ella gana. Lo confirmó otro gol, el de Vietto, en el 80’, pase a la final. Logró meter la puntera en un córner que puso Carrasco y, por cierto, justo antes peinó Thomas.
Patricia Cazón
As
Se estaba poniendo la final tono amarillo Nápoles cuando Simeone agitó su banquillo por primera vez. Fuera Gaitán, dentro Thomas. Los guantes de Oblak, la banda Filipe-Carrasco y la fiabilidad defensiva no habían sido suficientes: Callejón le había encontrado un resquicio a la red de Oblak y el Nápoles se había puesto por delante. Pero Simeone dio entrada a Thomas y su equipo en quince minutos había volteado el partido como un calcetín. Jugará hoy la final. Porque en el verano del castigo de la FIFA, el Atlético ya tiene a Simeone y, ese, siempre será su mejor fichaje.
El partido de amistoso nada tuvo. Hubo penaltis, intensidad de marzo y hasta una roja, a Godín, por dos patadas demasiado fuertes para ser verano. Las alineaciones ya eran declaración de intenciones. Nada de pruebas, o sí, muchas, pero todas serias. Simeone tiraba de su Atleti A y Sarri mezcló menos de lo esperado. Sin Mertens pero con Milik; lo mismo es. El Nápoles dominó el inicio con presión alta en el centro del campo, recuperaciones rápidas y el correr Ghoulam la banda ante un Atleti encerrado. Su única noticia era el estreno de esa camiseta rasgada que es a los ojos lo que el cocido a agosto, digestión difícil.
Un desborde de Juanfran, a trompicones pero hasta el área contraria, fue la primera noticia rojiblanca en el partido. Después no dejarían de llegar. Porque el Nápoles dirigía, mandaba y hacía correr a Gabi y Koke en horizontal tras el balón pero el resultado era el mismo que el del juego espeso del Atlético: nada en el marcador. Lo intentaron los italianos con dos córners y Milik metiendo cabeza pero sólo sirvieron para despertar los guantes de Oblak, siempre a punto. Sobre ellos cimentaría el Atleti su victoria. No deja de ser un clásico.
Como Griezmann y su capa, otro. Parece que no está y, de pronto, ¡zasca!, te ha hecho un gol de la nada. Ayer no fue por poco. Por Reina más bien, que repelió impecable un cabezazo del francés y después un taconazo de Gaitán en el rechace. Ah, por cierto: si alguien esperaba al argentino, aún no ha llegado. El juego del Atleti, inexistente en esa banda, tampoco ayudó. Ni la comparación con la contraria: Filipe pedía la clonación en cada desborde y Carrasco quemaba a cada carrera.
El Atleti ya estaba al completo en Múnich y no sólo su defensa, donde Savic parecía tener dientes por botas. Pinchó un balón con un taco y le dio una extraña patada a Callejón en el área que acabó en penalti. Pero, lo dicho, ahí estaban ya Oblak y sus guantes, listos. A la izquierda y medio mal se lo lanzó Milik y a la izquierda y muy bien se lanzó Oblak para parárselo. Al filo del descanso repetiría para atajar un balón de Insigne a la escuadra lleno de malicia que sería un avance de lo que, el inicio de la segunda parte, traería.
Porque se despistó Filipe un segundo, sólo uno en todo el partido, y Callejón lo aprovechó para quedarse solo en el área, frotarse la bota y sacarse de ella una volea a la escuadra contraria imparable. Seis minutos después, Gaitán estaba fuera, la banda derecha quedaba entera para Juanfran y Simeone sumaba un hombre en el centro: Thomas. Varias carreras de Carrasco más tarde, entre Thomas, Griezmann y Torres habían hecho el primer gol del Atleti 2017-18, el primero del escudo nuevo. Y tenía que ser él, cómo no, El Niño, otro clásico. El carrusel de cambios (siete el Atleti, todos menos Reina el Nápoles) no varió el plan del Cholo: su equipo es una idea, no nombres. Y con ella gana. Lo confirmó otro gol, el de Vietto, en el 80’, pase a la final. Logró meter la puntera en un córner que puso Carrasco y, por cierto, justo antes peinó Thomas.