Philippe anuncia rebajas fiscales y menos gasto para relanzar Francia
El primer ministro insta en su discurso de legislatura a "desintoxicarse" de la "adicción" al dispendio público
Marc Bassets
París, El País
El primer ministro francés, Édouard Philippe, instó este martes a los legisladores a ayudarle para "desintoxicar" Francia de la "adicción" al dispendio público, y a aceptar un programa de reformas liberales para relanzar el país tras años de estancamiento. Entre una batería de medidas para los próximos cinco años, Philippe anunció rebajas fiscales y un recorte del gasto que se verán compensados por inversiones millonarias en los sectores tecnológico y medioambiental.
Los diputados otorgaron la confianza al Gobierno de Philippe con 370 votos a favor, 67 en contra y 129 abstenciones. El voto refleja la amplitud de la mayoría presidencial y de la debilidad de una oposición cuarteada. Muchas de las medidas complacen tanto al centroizquierda de origen socialista como a la derecha de Los Republicanos, primer grupo opositor.
El conservador Philippe leyó ante la Asamblea Nacional su declaración de política general, un día después de que el presidente Emmanuel Macron pronunciase ante diputados y senadores reunidos en Congreso en Versalles su primer gran discurso como presidente. Macron fue la teoría: largo y tedioso, según algunos comentaristas, con pocas propuestas concretas y novedosas. Philippe fue lo contrario, la práctica: ágil, con ritmo, concreto; una verdadera lista de la compra para el quinquenio en el que él se encargará de traducir a leyes y acciones reales las orientaciones del presidente.
El déficit —la diferencia entre lo el Estado ingresa y lo que gasta— supera en Francia desde hace una década el límite europeo fijado 3% del PIB. La deuda pública se acerca al 100% del PIB, "un nivel insoportable", dijo el primer ministro, que coloca a Francia "a la merced de los mercados financieros".
Philippe comparó Francia con Alemania. Si Alemania, explicó, ingresa cien al año y gasta 98, Francia ingresa 117 y gasta 125. Es decir, además de recaudar más impuestos, gasta más.
"Los franceses son adictos al gasto público", dijo. "Como todas las adicciones, esta no resuelve ninguno de los problemas que debería resolver. Y, como todas las adicciones, hace falta voluntad y valor para desintoxicarse".
El plan Philippe para "desintoxicar" a Francia contempla una rebaja de la presión fiscal en un punto porcentual de ahora a 2022, cuando termine el primer mandato de Macron. El impuesto de sociedades, por ejemplo, se rebajará de un 33% a un 25%. Y un 80% de franceses quedarán exentos del impuesto residencial.
En paralelo, el nuevo Gobierno francés quiere recortar el gasto público en tres puntos del PIB. ¿Cómo? Congelando el gasto que suponen los salarios de los funcionarios: una cuarta parte del gasto público. En su programa electoral, Macron prometía reducir en 120.000 el número de funcionarios.
Philippe, un hombre de derechas, simboliza la renovación de Macron, un exbanquero y exministro en un Gobierno socialista que ganó las elecciones presidenciales de mayo presentándose como un político que trascendía las viejas divisiones entre derecha e izquierda. Las elecciones legislativas de mayo le dieron a su partido, La República en marcha, una mayoría cómoda, y arrinconaron a los partidos tradicionales.
Macron confía en que esta mayoría, y el mandato que los votantes franceses le han dado en las sucesivas elecciones de los últimos meses, le permita impulsar las reformas que su primer ministro detalló ante los diputados. Van desde lo más ambicioso —el saneamiento de las cuentas públicas y la rebaja del paro, o las inversiones de 50.000 millones de euros para preparar la economía francesa para el futuro— a asuntos cotidianos como aumento el coste del paquete de cigarrillos a 10 euros. Entre otras medidas, Philippe mencionó la obligación de vacunar a los niños y la creación de 15.000 plazas suplementarias en las prisiones.
La primera tarea de Philippe será negociar la primera gran reforma, que supondrá una flexibilización del mercado laboral. Junto al saneamiento de las cuentas públicas, pretende hacer de Francia una economía dinámica y atractiva para los negocios. Macron cree que del éxito de estas iniciativas dependerá también la credibilidad ante la Alemania de Angela Merkel, escéptica ante la capacidad de los franceses para reformarse. El actual presidente no es el primero que llega con planes transformadores y después se estrella contra las resistencias políticas y sociales.
El primer ministro dijo haberse inspirado en sendos discursos de antecesores suyos: el del gaullista Jacques Chaban-Delmas en 1969, y el del socialdemócrata Michel Rocard en 1988. También apeló a su padrino político, el ex primer ministro Alain Juppé, un conservador moderado. Es en estas coordenadas —entre el centroderecha y la socialdemocracia— que hay que buscar las claves ideológicas del Gobierno Macron-Philippe, la fórmula para frenar el tan temido declive francés.
"Trabajemos para que el paro se reduzca, que los expatriados regresen, que el mérito se respeta, que nuestros compatriotas vivan mejor", concluyó Philippe. "Ninguno de estos desafíos de la modernidad debe asustarnos".
Marc Bassets
París, El País
El primer ministro francés, Édouard Philippe, instó este martes a los legisladores a ayudarle para "desintoxicar" Francia de la "adicción" al dispendio público, y a aceptar un programa de reformas liberales para relanzar el país tras años de estancamiento. Entre una batería de medidas para los próximos cinco años, Philippe anunció rebajas fiscales y un recorte del gasto que se verán compensados por inversiones millonarias en los sectores tecnológico y medioambiental.
Los diputados otorgaron la confianza al Gobierno de Philippe con 370 votos a favor, 67 en contra y 129 abstenciones. El voto refleja la amplitud de la mayoría presidencial y de la debilidad de una oposición cuarteada. Muchas de las medidas complacen tanto al centroizquierda de origen socialista como a la derecha de Los Republicanos, primer grupo opositor.
El conservador Philippe leyó ante la Asamblea Nacional su declaración de política general, un día después de que el presidente Emmanuel Macron pronunciase ante diputados y senadores reunidos en Congreso en Versalles su primer gran discurso como presidente. Macron fue la teoría: largo y tedioso, según algunos comentaristas, con pocas propuestas concretas y novedosas. Philippe fue lo contrario, la práctica: ágil, con ritmo, concreto; una verdadera lista de la compra para el quinquenio en el que él se encargará de traducir a leyes y acciones reales las orientaciones del presidente.
El déficit —la diferencia entre lo el Estado ingresa y lo que gasta— supera en Francia desde hace una década el límite europeo fijado 3% del PIB. La deuda pública se acerca al 100% del PIB, "un nivel insoportable", dijo el primer ministro, que coloca a Francia "a la merced de los mercados financieros".
Philippe comparó Francia con Alemania. Si Alemania, explicó, ingresa cien al año y gasta 98, Francia ingresa 117 y gasta 125. Es decir, además de recaudar más impuestos, gasta más.
"Los franceses son adictos al gasto público", dijo. "Como todas las adicciones, esta no resuelve ninguno de los problemas que debería resolver. Y, como todas las adicciones, hace falta voluntad y valor para desintoxicarse".
El plan Philippe para "desintoxicar" a Francia contempla una rebaja de la presión fiscal en un punto porcentual de ahora a 2022, cuando termine el primer mandato de Macron. El impuesto de sociedades, por ejemplo, se rebajará de un 33% a un 25%. Y un 80% de franceses quedarán exentos del impuesto residencial.
En paralelo, el nuevo Gobierno francés quiere recortar el gasto público en tres puntos del PIB. ¿Cómo? Congelando el gasto que suponen los salarios de los funcionarios: una cuarta parte del gasto público. En su programa electoral, Macron prometía reducir en 120.000 el número de funcionarios.
Philippe, un hombre de derechas, simboliza la renovación de Macron, un exbanquero y exministro en un Gobierno socialista que ganó las elecciones presidenciales de mayo presentándose como un político que trascendía las viejas divisiones entre derecha e izquierda. Las elecciones legislativas de mayo le dieron a su partido, La República en marcha, una mayoría cómoda, y arrinconaron a los partidos tradicionales.
Macron confía en que esta mayoría, y el mandato que los votantes franceses le han dado en las sucesivas elecciones de los últimos meses, le permita impulsar las reformas que su primer ministro detalló ante los diputados. Van desde lo más ambicioso —el saneamiento de las cuentas públicas y la rebaja del paro, o las inversiones de 50.000 millones de euros para preparar la economía francesa para el futuro— a asuntos cotidianos como aumento el coste del paquete de cigarrillos a 10 euros. Entre otras medidas, Philippe mencionó la obligación de vacunar a los niños y la creación de 15.000 plazas suplementarias en las prisiones.
La primera tarea de Philippe será negociar la primera gran reforma, que supondrá una flexibilización del mercado laboral. Junto al saneamiento de las cuentas públicas, pretende hacer de Francia una economía dinámica y atractiva para los negocios. Macron cree que del éxito de estas iniciativas dependerá también la credibilidad ante la Alemania de Angela Merkel, escéptica ante la capacidad de los franceses para reformarse. El actual presidente no es el primero que llega con planes transformadores y después se estrella contra las resistencias políticas y sociales.
El primer ministro dijo haberse inspirado en sendos discursos de antecesores suyos: el del gaullista Jacques Chaban-Delmas en 1969, y el del socialdemócrata Michel Rocard en 1988. También apeló a su padrino político, el ex primer ministro Alain Juppé, un conservador moderado. Es en estas coordenadas —entre el centroderecha y la socialdemocracia— que hay que buscar las claves ideológicas del Gobierno Macron-Philippe, la fórmula para frenar el tan temido declive francés.
"Trabajemos para que el paro se reduzca, que los expatriados regresen, que el mérito se respeta, que nuestros compatriotas vivan mejor", concluyó Philippe. "Ninguno de estos desafíos de la modernidad debe asustarnos".