No te preocupes por tu carrera "inútil" estudia por amor al dinero

Matt Cole; traducción por Mario Abad
Infobae
En los tiempos que corren, la universidad ya no es lo que era. ¡Bienvenidos a la meca del conocimiento, novatos! Al principio resulta intimidante. En los tiempos que corren, la universidad ya no es lo que era. El nivel ha bajado tanto que han proliferado las instituciones propiedad de fondos especulativos cuyo único propósito es el de lucrarse. Y lo que es peor, se está librando una guerra contra el establishment académico, contra la universidad tradicional, que lucha por mantener su reputación con menos recursos. El concepto mismo de educación se ha visto degradado, pasando de ser "un lugar en el que se forman mentes creativas" a convertirse en "una herramienta para conseguir trabajo".


¿Qué ocurre, entonces, con todas esas personas que tienen un interés sincero en adquirir conocimientos de dudosa aplicación práctica, en lugar de limitarse a marcar casillas en un curso simplemente porque al finalizarlo tendrá un trabajo?

El paso por la universidad es tremendamente estresante, un campo de minas político que puede acabar siendo el error más caro que hayas cometido en tu vida, para el que no hay reembolso posible si la fastidias. Si te va bien, pero tu título no se traduce en un trabajo de 9 a 17, te tienes que aguantar. Con este panorama, es normal que muchos se pregunten si sigue valiendo la pena ir a la universidad. No hay respuesta fácil a esta cuestión, aunque aquí os ofrecemos unas indicaciones para evitar un posible desastre.

No te preocupes tanto por tu carrera "inútil"

Uno de los mitos que más ha perjudicado a la educación superior es el que presupone que las carreras útiles son igual a trabajo seguro, y que las que se consideran inútiles no te harán salir de la cola del paro. Esta dicotomía es falsa. No dejes que ningún creído de ciudad te diga que no vas a llegar a ningún sitio por estudiar Filosofía Árabe.

Estudiar una carrera por vocación muchas veces te permite pasar de aprobar exámenes a cobrar un sueldo. En cambio, estudiar algo que no te gusta como mucho te pueden permitir conocer a gente que sabe qué dijeron Judith Butler o Michael Foucault.

Pese a lo que acabo de decir, no debemos olvidar que las clases universitarias las imparten personas que nunca han tenido que hacer la transición del campus al mundo laboral y que, por tanto, no tienen ni puta idea de cómo se puede conseguir un trabajo que no sea de camarero con un grado en Humanidades.

Pero una vez más: no dejes que eso te impida hacer lo que realmente te gusta. En última instancia, todos los caminos académicos están controlados por personas en posesión de un MBA que creen que el conocimiento es un activo como cualquier otro, producido en masa y con fecha de caducidad planificada. Si vas a rendirte por eso, acabas de dar la victoria a los filisteos. A pesar del panorama poco halagüeño, todavía hay posibilidad de adquirir conocimiento del bueno entre tanto MBA. No dejes que esos capullos te desmoralicen.

Trabajo duro 1

Lo que todo el mundo debe recordar mientas estudia en la universidad y al terminar es que hay que currar. Salvo algunas excepciones, los años de universidad son la única etapa de tu vida en la que podrás pasarte el día leyendo sobre temas que te apasionen, así que no desperdicies ese tiempo viendo series de Netflix.

Trabajo duro 2

A no ser que tengas la fortuna de contar con la ayuda financiera de tus padres, deberás compaginar los estudios con trabajos de mierda. Conozco a estudiantes de máster de Geografía Urbana, Historia de la Colonización, Poesía Modernista y Teoría Crítica que trabajan de camareros 20 horas a la semana. Yo mismo he trabajado en una cafetería en la que éramos tres personas con un máster y otras dos cursándolos, todos en el mismo turno.

Incluso los que cuentan con la ayuda de sus progenitores a veces prefieren ganarse un dinero extra haciendo algún trabajo sencillo. Por otro lado, cuanto más estudies y te especialices, más probabilidades tienes de acabar trabajando en ese ambiente académico en el futuro. Es muy difícil empezar de cero cuando tienes un doctorado en alguna materia superespecializada.

Automotivación

Si te lo curras, acabarás sabiendo muchísimo más que los demás sobre un tema que la mayoría ni siquiera sabe que existe. ¿Quién no iba a querer algo así? La verdad es que eso de ser experto en algo que provoca el encogimiento de hombros de la mayoría puede causar cierta soledad. Por eso, antes de embarcarte en la aventura del conocimiento, debes tener claro que es lo que realmente te apetece.

No culpes al profesorado

Hoy día los estudiantes se han convertido básicamente en clientes. Oirás a mucha gente quejarse de que ha pagado un pastizal solo por tres clases y dos seminarios a la semana. No te subas al carro de las críticas. Las tasas universitarias son un robo, cierto, pero de eso no tiene la culpa los doctorados que dan las clases. Estos pobres desgraciados suelen currar 70 horas a la semana buscando tiempo para leer, escribir, preparar clases y seminarios, organizar conferencias, organizar eventos en el departamento, realizar tareas administrativas y, por último, darte clases y poner nota a la tesis que redactaste en cuatro horas la noche antes de la entrega.

Además, ten en cuenta que si optas por la docencia, tú podrías ser uno de ellos.

Sé amable con la gente

Este es nuestro último consejo: sé amable con la gente. Sé superamable. Sé el tipo de persona a la que todos quieren invitar a sus reuniones y eventos.

Los enemigos pueden arruinarte la carrera. Si alguien te cae fatal, evita verbalizarlo al menos hasta que hayas afianzado tu trayectoria. Cualquiera de los que te rodean podrían ser tus futuros compañeros o rivales de trabajo, así que no les des razones para hacerte la vida imposible.

En el mudo académico, el término "mercado laboral" es un tanto inapropiado: prepárate para el nepotismo más descarado y la irracionalidad más absoluta.

Seguramente todo esto sonará horrible, pero es mejor que empieces con pocas ilusiones.

Buena suerte.

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