La modelo y empresaria que formó parte del harén de uno de los sauditas más ricos del mundo

Jill Dodd narró cómo fueron sus años junto a un traficante de armas que dijo amarla. Cómo funcionaba el "matrimonio de placer" del que participó

Infobae
Jill Dodd nació en Los Ángeles, California. Durante los tempranos años 80 fue una de las modelos más bellas de la industria. Ahora, es una gran empresaria, fundadora de la marca de indumentaria Roxy, con la que triunfa en el mundo de la moda deportiva.


Pero tuvo un pasado "exótico", en el cual se mezclaron viajes de placer, cruceros de lujo, millones de dólares, tráfico de armas y un harén a disposición de uno de los hombres más ricos del planeta de aquellos años: el saudita Adnan Khashoggi.

Lo conoció en Montecarlo, en una fiesta "loquísima", tal como Dodd reconoció. Alcohol y demás excesos eran la moneda de cambio. Pero también el sexo y el descontrol. "Un pirata me entregó una copa de champagne. Me la tomé y tiré la copa al fuego, como los demás invitados", recordó la mujer. Los "piratas" eran los camareros del lugar al que habían sido convocados. Eran los inicios de los 80, y Jill tenía tan solo 20 años.

"Quería bailar y vi a un hombre sentado en la mesa que parecía inofensivo. Era como el papá de una amiga. Nos miramos y empezamos a bailar alrededor de la fogata", dijo. "Mientras bailábamos, mi agente se acercó y me preguntó si sabía con quién estaba bailando. Le contesté que no, que no me importaba. Me dijo: 'Adnan Khashoggi' y le pregunté: '¿Quién es?'… no le entendí nada", relató la mujer, según consignó la BBC.

Khashoggi era conocido en varios ámbitos. También en el del glamour, aunque Dodd no estaba muy informada. Era un multimillonario saudita, traficante de armas y con múltiples contactos en el bajo mundo y el jet set internacional.

"Al sentarnos a una mesa, él me subió la manga y escribió 'te amo' en mi brazo, con letras grandes y rojas. Al principio no me di cuenta de que lo había escrito con sangre", relató. La conquista de la inocente modelo comenzaba. Al final de la noche, el agente de Dodd le comunicó que Khashoggi quería que fuera a su bote "a tomar café".

"Le contesté que lo único que quería era irme a dormir. Me dijo: 'Pero es ese bote que ves allá', dijo mientras señalaba hacia el Mediterráneo. Ahí estaba un barco que parecía un transatlántico… yo nunca había visto un barco tan grande". La noche siguiente aceptó ir a cenar. "Tras una elegante cena me preguntó si quería que me mostrara el barco. Fuimos a su cuarto: la cama estaba cubierta de pieles, las manijas de las puertas eran de oro y tenía paredes estilo James Bond que rotaban para revelar habitaciones ocultas… me pareció que todo era una gran máquina ingeniosa", narró la ahora empresaria.

Pero los deseos del traficante de armas no eran tan solo conocer más sobre la joven. Ya lo sabía todo sobre ella. La había investigado, "por razones de seguridad", antes de hacerla ingresar en su yate, el famoso Nabila. Esa noche, asegura Dodd, no pasó nada. Absolutamente nada. Lo que provocó más intriga en ella.

El tiempo juntos continuó y los encuentros fueron cada vez más recurrentes, aunque sin que sucediera nada. "Estábamos con un grupo en Marbella y Adnan aún no había llegado. Una noche me despertó, me tomó de la mano y me llevó a su suite. Empezamos a hablar y de repente preguntó: '¿Te gustaría un baño de espuma?'. Me metí a la bañera, él se sentó en el borde y charlamos. Luego fuimos a su recámara y para entonces yo quería besarlo. Pero dijo: 'No puedo besarte hasta que aceptes un contrato'. No entendía de qué estaba hablando. Me explicó: 'Yo no me caso de la manera tradicional'. Se comparó con la realeza de Arabia Saudita y otros hombres poderosos que tienen permitido tener tres esposas legales y 11 esposas de placer. 'Me gustaría que fueras mi esposa de placer. Hagamos un contrato de 5 años. Yo me encargaré de ti, me podrás contactar en cualquier momento, si quieres verme enviaré el avión. Podrás salir con otros hombres…', así me propuso matrimonio de placer. A mí no me importaba todo eso. Yo quería ser independiente… y quería besarlo".

El contrato propuesto por el hombre de negocios eran oral. Nada quedaría por escrito. Con el tan ansiado beso, quedó sellado. Dodd pasó a formar parte del harén de Khashoggi. "Eso significaba que yo tenía su estilo de vida cuando estaba con él: vivía en sus hermosas casas, atendida por empleados domésticos, alimentada por chefs, relajada por masajistas. A Adnan le fascinaba la moda y le gustaba vestirme. No lo dejé todo para estar solo con él. Seguí pagando mi arriendo, vivía sola y trabajaba".

Fueron un par de años de vivir así. Entre sus obligaciones y el placer que le brindaba ser una dama más en la vida de su "marido". Hasta que se dio cuenta que la relación estaba llegando a su fin. "Adnan y yo estábamos en su suite cuando un hombre entró con una carpeta grande que tenía fotos de modelos. Las empezaron a mirar y de repente caí en la cuenta de lo que estaba pasando. '¿Qué estás haciendo? ¿Estás buscando chicas para comprar? ¿Fue así como me encontraste? ¿Me escogiste en un catálogo?'. Se miraron y empezaron a reírse".

Finalmente, sintió que esa vida no le pertenecía y decidió irse. Mantuvieron el contacto. Él continuaba diciéndole que la amaba. Pero ella solo pensó en volver con él si se casaba realmente y si se deshacía del harén. Algo que jamás ocurrió. Khashoggi murió el pasado 6 de junio, el mismo día que Dodd publicó el libro en el que contó su vida. "Fue un shock que duró una semana", reconoció.

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