F1 / Hamilton, leyenda en Silverstone; abandonan Alonso y Sainz
El británico se acerca a sólo un punto en el campeonato a Vettel, que fue séptimo, con Bottas y Raikkonen en el podio. Mal día para los españoles.
Manuel Franco
As
Se ajustó la cazadora, bebió un poco de agua con sales, se colocó sus enormes cascos blancos con música rap y saludó. La grada de la recta de meta del circuito de Silverstone se venía abajo y Lewis Hamilton miró por última vez antes de subirse al coche y se fue corriendo al box. Las necesidades de siempre antes de jugarse la vida en una pista de carreras. El tricampeón inglés pasó de su afición en el evento de Londres del miércoles, tenía un evento importante para su felicidad en Grecia, pero es de los que saben que una victoria lo puede todo. Y en Gran Bretaña solo podía, debía y sabía ganar. Y es lo que hizo el genial piloto inglés. Tiene el mejor coche, otra vez, y en su casa no podría dejar pasar la oportunidad. Victoria. Cuarta de la temporada y se acerca a Vettel en la lucha por el campeonato del mundo. Un punto. Solo eso.
Si solo tuviéramos que contar la historia de la carrera de Hamilton tendría una linea: salía primero y terminó primero. Básicamente. El inglés hizo una buena salida, empezó a hacer vueltas rápidas y finalmente aguantó el ritmo mientras el resto del mundo se metía en mil batallas, para ganar a todos y doblar a casi todos. Hamilton, tremendo. Es uno de los mejores de siempre. Y en un día así solo le podría ganar (o no) un recuerdo.
Pero a veces la memoria se distorsiona y uno recuerda lo que quiere o desea. Les hablo de Fernando Alonso, ese piloto que ganaba, que solía ganar, que luchaba por los títulos, que era el mejor, que… lleva tres años, sobre todo este último encarcelado en un proyecto que les está borrando el nombre de la lista de leyendas de la historia de la Fórmula 1. El asturiano salía último, por sanciones varias, llegó a ponerse decimotercero, pasó a varios coches, pero después su motor enmudeció: pérdida de presión en el combustible seguida de una pérdida de potencia. Y abandono. Otra vez.
Antes de todo eso, también se quedó fuera el otro piloto español. A Carlos Sainz le lo llevó por delante en la primera vuelta su compañero Kvyat. Sin palabras. Segunda carrera consecutiva en la que los dos españoles no terminan la carrera. Días oscuros. ¿No podrían subirse al Renault, por ejemplo, los dos ya en Hungría?
Vamos a la realidad. Con Hamilton olvidado en otra galaxia, la carrera empezó con un adelantamiento impresionante de Verstappen a Vettel que condicionó la carrera del alemán, Kimi se pone segundo, el alemán es cuarto. A partir de ahí sigue la guerra entre el tetracampeón y uno de los sucesores, pasa Max, Seb se cuela, se acerca Bottas. El holandés habla de coches de choque, el germano de frenadas extrañas. Finalmente Ferrari mete a Vettel en boxes y pasa a su rival por estrategia. Una tuerca en el Red Bull, ¿recuerdan? Qué tiempos…
Así las cosas se esperaba la victoria de Hamilton y eso no falló. Pero por detrás llegó remontando desde la novena plaza Bottas para pasar en las últimas vueltas a los dos Ferrari. Kimi entró en boxes tras un pinchazo y Vettel terminó de milagro con más problemas de gomas: séptimo final.
¿Se acuerdan de Ricciardo, por cierto? Salía penúltimo, terminó quinto tras Verstappen y pasando a dieciséis coches. Sonreía bajo su casco, claro. Mientras Hamilton se iba por la hierba y repartía bendiciones a su afición. Esta vez sí. En el momento de ganar.
Manuel Franco
As
Se ajustó la cazadora, bebió un poco de agua con sales, se colocó sus enormes cascos blancos con música rap y saludó. La grada de la recta de meta del circuito de Silverstone se venía abajo y Lewis Hamilton miró por última vez antes de subirse al coche y se fue corriendo al box. Las necesidades de siempre antes de jugarse la vida en una pista de carreras. El tricampeón inglés pasó de su afición en el evento de Londres del miércoles, tenía un evento importante para su felicidad en Grecia, pero es de los que saben que una victoria lo puede todo. Y en Gran Bretaña solo podía, debía y sabía ganar. Y es lo que hizo el genial piloto inglés. Tiene el mejor coche, otra vez, y en su casa no podría dejar pasar la oportunidad. Victoria. Cuarta de la temporada y se acerca a Vettel en la lucha por el campeonato del mundo. Un punto. Solo eso.
Si solo tuviéramos que contar la historia de la carrera de Hamilton tendría una linea: salía primero y terminó primero. Básicamente. El inglés hizo una buena salida, empezó a hacer vueltas rápidas y finalmente aguantó el ritmo mientras el resto del mundo se metía en mil batallas, para ganar a todos y doblar a casi todos. Hamilton, tremendo. Es uno de los mejores de siempre. Y en un día así solo le podría ganar (o no) un recuerdo.
Pero a veces la memoria se distorsiona y uno recuerda lo que quiere o desea. Les hablo de Fernando Alonso, ese piloto que ganaba, que solía ganar, que luchaba por los títulos, que era el mejor, que… lleva tres años, sobre todo este último encarcelado en un proyecto que les está borrando el nombre de la lista de leyendas de la historia de la Fórmula 1. El asturiano salía último, por sanciones varias, llegó a ponerse decimotercero, pasó a varios coches, pero después su motor enmudeció: pérdida de presión en el combustible seguida de una pérdida de potencia. Y abandono. Otra vez.
Antes de todo eso, también se quedó fuera el otro piloto español. A Carlos Sainz le lo llevó por delante en la primera vuelta su compañero Kvyat. Sin palabras. Segunda carrera consecutiva en la que los dos españoles no terminan la carrera. Días oscuros. ¿No podrían subirse al Renault, por ejemplo, los dos ya en Hungría?
Vamos a la realidad. Con Hamilton olvidado en otra galaxia, la carrera empezó con un adelantamiento impresionante de Verstappen a Vettel que condicionó la carrera del alemán, Kimi se pone segundo, el alemán es cuarto. A partir de ahí sigue la guerra entre el tetracampeón y uno de los sucesores, pasa Max, Seb se cuela, se acerca Bottas. El holandés habla de coches de choque, el germano de frenadas extrañas. Finalmente Ferrari mete a Vettel en boxes y pasa a su rival por estrategia. Una tuerca en el Red Bull, ¿recuerdan? Qué tiempos…
Así las cosas se esperaba la victoria de Hamilton y eso no falló. Pero por detrás llegó remontando desde la novena plaza Bottas para pasar en las últimas vueltas a los dos Ferrari. Kimi entró en boxes tras un pinchazo y Vettel terminó de milagro con más problemas de gomas: séptimo final.
¿Se acuerdan de Ricciardo, por cierto? Salía penúltimo, terminó quinto tras Verstappen y pasando a dieciséis coches. Sonreía bajo su casco, claro. Mientras Hamilton se iba por la hierba y repartía bendiciones a su afición. Esta vez sí. En el momento de ganar.