Estudiante, de 27 años y en primera línea de las protestas: el perfil de los asesinados en Venezuela
La Fiscalía General de la República contabilizó 109 fallecidos hasta el 27 de julio, cifra que ascendió a 120 tras la votación de la Constituyente
Alfredo Meza
Caracas, El País
La Fiscalía General de la República ha publicado un informe de los venezolanos caídos en las protestas contra el régimen de Nicolás Maduro entre el 1 de abril y el 27 de julio. Son 109, pero desde ese día se han sumado otras 14 víctimas para llegar a 123. El parte parcial permite elaborar un perfil de quienes han sido matados en cuatro meses de manifestaciones. La mayoría son hombres con una edad promedio de 27 años. Venezuela está dejando en las calles a su generación de relevo.
Destaca en la lista la presencia de hasta 11 menores de edad. Casi todos han sido asesinados porque forman parte de la vanguardia de las protestas opositoras, como parte de ese ejército de espontáneos que, con el nombre de La Resistencia, plantan cara a la policía armados con escudos improvisados fabricados con madera, cartón o antenas satelitales una vez que empieza la represión. El más emblemático de todos es Neomar Lander, quien recibió en el tórax el impacto de un objeto. Sus compañeros acusaron a la policía militarizada de arrojarle una bomba lacrimógena que, disparada a poca distancia, puede ocasionar heridas mortales.
De esa forma también habría fallecido el estudiante de Contaduría Pública Juan Pablo Pernalete, de 20 años, quien presentó un hematoma en el pectoral izquierdo. Entre la opinión pública local existe la creencia de que, como Pernalete, muchos de los caídos son estudiantes universitarios o inminentes bachilleres. El saldo de la Fiscalía parece darles la razón. 26 de los fallecidos hasta el 27 de julio todavía cursaban estudios. Esa lista podría hacerse más amplia si se suman los nombres de los jóvenes que acababan de culminar sus carreras. Adrián José Duque, contador público de 23 años, recibió un balazo en el abdomen cuando manifestaba en Maracaibo, la capital del estado petrolero de Zulia (occidente del país).
Pernalete y Lander son quizá junto al comunicador social Miguel Castillo y al violinista Armando Cañizález, de la formación del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles que le ha dado fama mundial a Venezuela, las víctimas en las que más se reconoce la oposición. Lander cayó en la boca de un túnel que conecta a la avenida Francisco de Miranda con la avenida de Libertador del Este de la capital venezolana. Un concejal del municipio Chacao colocó una placa rebautizándolo con su nombre. A todos le han dado el estatus de héroes en medio de la conmoción de sus desapariciones.
No todas las muertes han ocurrido en el contexto de los choques con las fuerzas del orden público. En Valencia, estado de Carabobo (centro de Venezuela) y en la parroquia El Valle, en el suroeste de Caracas, un sector que el chavismo siempre presumió de controlar hasta el varapalo de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, muchas personas aprovecharon el descontento con las caóticas condiciones de vida legadas por el modelo económico chavista para saquear comercios. En Valencia destruyeron un sector industrial que abastecía a la región central del país. Y una noche de abril hubo disturbios en El Valle y varias personas intentaron saquear una panadería. En el lance ocho personas, de entre 46 y 20 años, perecieron electrocutadas cuando intentaban alcanzar el botín de los alimentos.
Apenas son siete las mujeres de la lista: una de ellas es Almelina Carrillo Virguez, camarera de 52 años, alcanzada por una botella congelada arrojada desde un edificio mientras caminaba hacia su trabajo. Su muerte ha sido utilizada por el régimen para denunciar el carácter violento de las manifestaciones, de los métodos de protesta, y para perseguir a quienes considera como instigadores. Al sociólogo Tulio Hernández, hoy exiliado en España, le ha tocado vivir la persecución del sistema de medios oficiales y del propio Maduro por ese caso.
El chavismo también se apropió del asesinato de Orlando José Figuera Esparragoza, de 22 años. El 20 de mayo Figuera regresaba a su casa desde su trabajo cuando se encontró con un hombre con quien había tenido una pelea a cuchillo por un puesto de trabajo. Era la revancha. Como ya había ocurrido en la primera ocasión Figuera fue nuevamente herido por su agresor. Las investigaciones indican que el hombre comenzó a gritar que Figuera quería robarlo. Otras personas, que el gobierno vincula con los jóvenes que enfrentan a la policía en los disturbios, también lo acuchillaron, lo rociaron con gasolina y le prendieron fuego. Su horrible drama acaparó la programación de las televisoras que defienden al gobierno hasta el día de su muerte, el 4 de junio.
Alfredo Meza
Caracas, El País
La Fiscalía General de la República ha publicado un informe de los venezolanos caídos en las protestas contra el régimen de Nicolás Maduro entre el 1 de abril y el 27 de julio. Son 109, pero desde ese día se han sumado otras 14 víctimas para llegar a 123. El parte parcial permite elaborar un perfil de quienes han sido matados en cuatro meses de manifestaciones. La mayoría son hombres con una edad promedio de 27 años. Venezuela está dejando en las calles a su generación de relevo.
Destaca en la lista la presencia de hasta 11 menores de edad. Casi todos han sido asesinados porque forman parte de la vanguardia de las protestas opositoras, como parte de ese ejército de espontáneos que, con el nombre de La Resistencia, plantan cara a la policía armados con escudos improvisados fabricados con madera, cartón o antenas satelitales una vez que empieza la represión. El más emblemático de todos es Neomar Lander, quien recibió en el tórax el impacto de un objeto. Sus compañeros acusaron a la policía militarizada de arrojarle una bomba lacrimógena que, disparada a poca distancia, puede ocasionar heridas mortales.
De esa forma también habría fallecido el estudiante de Contaduría Pública Juan Pablo Pernalete, de 20 años, quien presentó un hematoma en el pectoral izquierdo. Entre la opinión pública local existe la creencia de que, como Pernalete, muchos de los caídos son estudiantes universitarios o inminentes bachilleres. El saldo de la Fiscalía parece darles la razón. 26 de los fallecidos hasta el 27 de julio todavía cursaban estudios. Esa lista podría hacerse más amplia si se suman los nombres de los jóvenes que acababan de culminar sus carreras. Adrián José Duque, contador público de 23 años, recibió un balazo en el abdomen cuando manifestaba en Maracaibo, la capital del estado petrolero de Zulia (occidente del país).
Pernalete y Lander son quizá junto al comunicador social Miguel Castillo y al violinista Armando Cañizález, de la formación del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles que le ha dado fama mundial a Venezuela, las víctimas en las que más se reconoce la oposición. Lander cayó en la boca de un túnel que conecta a la avenida Francisco de Miranda con la avenida de Libertador del Este de la capital venezolana. Un concejal del municipio Chacao colocó una placa rebautizándolo con su nombre. A todos le han dado el estatus de héroes en medio de la conmoción de sus desapariciones.
No todas las muertes han ocurrido en el contexto de los choques con las fuerzas del orden público. En Valencia, estado de Carabobo (centro de Venezuela) y en la parroquia El Valle, en el suroeste de Caracas, un sector que el chavismo siempre presumió de controlar hasta el varapalo de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, muchas personas aprovecharon el descontento con las caóticas condiciones de vida legadas por el modelo económico chavista para saquear comercios. En Valencia destruyeron un sector industrial que abastecía a la región central del país. Y una noche de abril hubo disturbios en El Valle y varias personas intentaron saquear una panadería. En el lance ocho personas, de entre 46 y 20 años, perecieron electrocutadas cuando intentaban alcanzar el botín de los alimentos.
Apenas son siete las mujeres de la lista: una de ellas es Almelina Carrillo Virguez, camarera de 52 años, alcanzada por una botella congelada arrojada desde un edificio mientras caminaba hacia su trabajo. Su muerte ha sido utilizada por el régimen para denunciar el carácter violento de las manifestaciones, de los métodos de protesta, y para perseguir a quienes considera como instigadores. Al sociólogo Tulio Hernández, hoy exiliado en España, le ha tocado vivir la persecución del sistema de medios oficiales y del propio Maduro por ese caso.
El chavismo también se apropió del asesinato de Orlando José Figuera Esparragoza, de 22 años. El 20 de mayo Figuera regresaba a su casa desde su trabajo cuando se encontró con un hombre con quien había tenido una pelea a cuchillo por un puesto de trabajo. Era la revancha. Como ya había ocurrido en la primera ocasión Figuera fue nuevamente herido por su agresor. Las investigaciones indican que el hombre comenzó a gritar que Figuera quería robarlo. Otras personas, que el gobierno vincula con los jóvenes que enfrentan a la policía en los disturbios, también lo acuchillaron, lo rociaron con gasolina y le prendieron fuego. Su horrible drama acaparó la programación de las televisoras que defienden al gobierno hasta el día de su muerte, el 4 de junio.