El Duna Arena lleva a Hosszu a su tercera medalla en Budapest
La húngara, alejada por la calle 1, hizo su mejor marca de siempre (2:05.85), pero fue superada por la australiana Seebohm en los 200 espalda (2:05.68).
Alberto Martínez
As
"Hungary, Hungary", gritaban los espectadores del Duna Arena cuando la megafonía pronunciaba el hombre de Katinka Hosszu. La nadadora afrontaba su tercera final en estos Mundiales de Budapest, después conseguir el oro en los 200 estilos y el bronce en los 200 mariposa. Otro 200, este de espalda, era la tercera oportunidad de saber al podio, aunque el reto era más difícil que los anteriores. Hosszu salía por la calle 1, sin referencias, a por una medalla cara.
Como es habitual en su manera de entender la competición y los entrenamientos, la húngara desafía su lactato imprimiendo un ritmo máximo desde el comienzo de la prueba. En el primer 50, Hosszu pasó en segunda posición, junto a Kathleen Baker, que iba en la calle 3. Los 200 espalda es una modalidad en el que la estrategia es determinante. El depósito de gasolina no dura tanto, por lo que hay que regular largo a largo. Hosszu seguía en la cabeza y pasó primera por el 100. Los decibelios de la piscina aumentaron. Hubo un pequeño terremoto en la vera del Danubio.
Shane Tusup, entrenador de Hosszu.
La prueba se puso emocionante. En el paso por el 150, solamente Hosszu y Baker bajaron de 1:34. Pero en la final había una nadadora que domina como pocas el último 50, quien nadó de la manera más inteligente para alcanzar el oro. A la australiana Emily Seebohm le quedaba una marcha más y la utilizó en este largo. Logró nadar el último 50 en 31.38 para detener el cronómetro en 2:05.68 (récord de Oceanía). Hosszu llegó con la lengua fuera (2:05.85), pero se colgó una plata y logró un récord personal. Y la estadounidense Baker fue bronce (2:06.48).
La alegría de Hosszu fue acompañada por la del Duna Arena, que aplaudía al ver la felicidad de su nadadoras y de su entrenador y marido, Shane Tusup, que empezó su actuación atrayendo a las cámaras. Hosszu se sube al podio por tercera vez. Y este domingo cierra la competición con los 400 estilos, prueba en la que es favorita al oro.
Alberto Martínez
As
"Hungary, Hungary", gritaban los espectadores del Duna Arena cuando la megafonía pronunciaba el hombre de Katinka Hosszu. La nadadora afrontaba su tercera final en estos Mundiales de Budapest, después conseguir el oro en los 200 estilos y el bronce en los 200 mariposa. Otro 200, este de espalda, era la tercera oportunidad de saber al podio, aunque el reto era más difícil que los anteriores. Hosszu salía por la calle 1, sin referencias, a por una medalla cara.
Como es habitual en su manera de entender la competición y los entrenamientos, la húngara desafía su lactato imprimiendo un ritmo máximo desde el comienzo de la prueba. En el primer 50, Hosszu pasó en segunda posición, junto a Kathleen Baker, que iba en la calle 3. Los 200 espalda es una modalidad en el que la estrategia es determinante. El depósito de gasolina no dura tanto, por lo que hay que regular largo a largo. Hosszu seguía en la cabeza y pasó primera por el 100. Los decibelios de la piscina aumentaron. Hubo un pequeño terremoto en la vera del Danubio.
Shane Tusup, entrenador de Hosszu.
La prueba se puso emocionante. En el paso por el 150, solamente Hosszu y Baker bajaron de 1:34. Pero en la final había una nadadora que domina como pocas el último 50, quien nadó de la manera más inteligente para alcanzar el oro. A la australiana Emily Seebohm le quedaba una marcha más y la utilizó en este largo. Logró nadar el último 50 en 31.38 para detener el cronómetro en 2:05.68 (récord de Oceanía). Hosszu llegó con la lengua fuera (2:05.85), pero se colgó una plata y logró un récord personal. Y la estadounidense Baker fue bronce (2:06.48).
La alegría de Hosszu fue acompañada por la del Duna Arena, que aplaudía al ver la felicidad de su nadadoras y de su entrenador y marido, Shane Tusup, que empezó su actuación atrayendo a las cámaras. Hosszu se sube al podio por tercera vez. Y este domingo cierra la competición con los 400 estilos, prueba en la que es favorita al oro.