China y Rusia muestran su pujanza militar con sus primeras maniobras conjuntas en el Báltico
Para esta primicia histórica se eligió el enclave ruso de Kaliningrado, fronterizo con Polonia y Lituania
Pilar Bonet
Xavier Fontdeglòria
Moscú / Pekín, El País
Rusia y China comenzaron el viernes sus primeras maniobras navales conjuntas en el mar Báltico, en las que participan una decena de buques, entre ellos un moderno destructor construido por Pekín. Para esta primicia histórica se eligió el enclave de Kaliningrado (la antigua Prusia Oriental alemana, incorporada a la URSS tras la Segunda Guerra Mundial). El territorio, el más occidental de Rusia, está enquistado entre dos Estados de la OTAN (Polonia y Lituania), y su elección para los ejercicios se interpreta como una señal dirigida a los miembros de la Alianza.
Las maniobras son presentadas por los medios rusos como una respuesta a la creciente actividad militar de la Alianza en el Báltico y Víctor Litovkin, comentarista militar citado por el servicio informativo gubernamental Sputnik, afirma que se trata de una demostración de que EE UU y la OTAN “no tienen la hegemonía en este territorio”. Oficialmente, y según el Ministerio de Defensa ruso, el principal objetivo del adiestramiento “es incrementar la eficacia en la cooperación entre las dos flotas para afrontar amenazas de seguridad en el mar, así como para ejercitar la compatibilidad de las tripulaciones de los buques de guerra rusos y chinos y para reforzar la amistad y cooperación” entre la Armada Rusa y las fuerzas navales chinas.
Los buques chinos (el destructor capaz de lanzar misiles guiados recientemente incorporado a la marina, una fragata y un buque auxiliar, según la agencia Tass) llegaron el 21 de julio al puerto de Baltiysk, que es hoy la principal base de la flota rusa en el Báltico. Las maniobras, denominadas Cooperación Marítima 2017 y en las que el ruso es el idioma oficial, constan de una primera etapa en ese mar, que se prolongará hasta el 28 de julio en dos fases sucesivas; una costera, ya realizada, del 21 al 24 de julio, y otra de actividades en alta mar, del 25 al 28 de julio. Tras ejercitarse en aguas europeas, los buques chinos se unirán a los rusos en septiembre para una segunda etapa de entrenamiento en el mar del Japón y en el de Ojotsk.
China quiere impulsar las rutas comerciales por el Ártico a lo largo del litoral ruso y en los últimos años se ha reforzado como potencia naval. Este mes, Pekín ha enviado sus primeros efectivos hasta Yibuti, en el cuerno de África, donde está a punto de inaugurar su primera base militar en el extranjero. En abril presentó su primer portaviones de fabricación íntegramente nacional, del que tiene ya dos unidades.
La flotilla china zarpó de un puerto local el 18 de junio, y en su prolongada ruta navegó por el Mediterráneo, donde realizó cinco maniobras de tiro, y después penetró en el Báltico por el mar Del Norte. Rusia y China realizan maniobras navales desde 2012 y las del año pasado tuvieron lugar en el mar del Sur de China, en aguas sujetas a disputas de soberanía, lo que produjo tensiones con Washington y sus aliados de la zona asiática. Así pues, la “irritación” por turnos de los vecinos, primero los de China en Oriente y ahora los de Rusia, en Occidente, constituye el elemento común entre ambos despliegues navales.
El ministro de Defensa de Polonia, Antoni Macierewicz, manifestó que la cooperación militar chino-rusa “amenaza el mundo libre”. Más parco, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que la Alianza “seguirá atentamente las maniobras de la marina rusa cerca de la frontera de los países bálticos”. Representantes de Pekín y Moscú han subrayado que los ejercicios conjuntos son una práctica corriente y que estas maniobras “no amenazan a ningún Estado”.
Por parte rusa dirige las maniobras el vicejefe de la Armada, el vicealmirante Aleksandr Fedoténkov, y por parte china, el vicealmirante Tian Chzhun. Según Roman Mártov, responsable de la flota rusa en el Báltico, los ejercicios consisten en la organización de una defensa marítima, aérea y terrestre, así como la liberación de un buque abordado por piratas y también una operación de salvamento en un naufragio, además de ejercicios de tiro.
Relación estratégica
Por parte rusa, en las maniobras participan dos corbetas de nueva generación, además de helicópteros Ka-27, bombarderos Su-24 y aviones de transporte An-26. Pekín y Moscú mantienen una relación estratégica que incluye también aspectos militares, aunque puedan tener un interés común en mostrar su poderío bélico a EE UU y a sus aliados. En abril Rusia comenzó a suministrar a China equipos antiaéreos S-400 por 3.000 millones de dólares.
Moscú ha apoyado el gran proyecto del presidente chino, Xi Jinping, de conectar Europa y Asia mediante la nueva Ruta de la Seda y Pekín ha hecho lo propio con la Unión Económica Euroasiática (Rusia, Kazajistán, Bielorrusia, Kirguizistán y Armenia) impulsada por Putin. En conflictos internacionales, desde Siria a Corea del Norte, sus intereses están alineados. Y algunos foros multilaterales liderados por ambos países como la Organización de Cooperación de Shangái ganan peso. “Las relaciones bilaterales están en su mejor momento de la historia”, señalaron Xi y Putin en julio.
Pilar Bonet
Xavier Fontdeglòria
Moscú / Pekín, El País
Rusia y China comenzaron el viernes sus primeras maniobras navales conjuntas en el mar Báltico, en las que participan una decena de buques, entre ellos un moderno destructor construido por Pekín. Para esta primicia histórica se eligió el enclave de Kaliningrado (la antigua Prusia Oriental alemana, incorporada a la URSS tras la Segunda Guerra Mundial). El territorio, el más occidental de Rusia, está enquistado entre dos Estados de la OTAN (Polonia y Lituania), y su elección para los ejercicios se interpreta como una señal dirigida a los miembros de la Alianza.
Las maniobras son presentadas por los medios rusos como una respuesta a la creciente actividad militar de la Alianza en el Báltico y Víctor Litovkin, comentarista militar citado por el servicio informativo gubernamental Sputnik, afirma que se trata de una demostración de que EE UU y la OTAN “no tienen la hegemonía en este territorio”. Oficialmente, y según el Ministerio de Defensa ruso, el principal objetivo del adiestramiento “es incrementar la eficacia en la cooperación entre las dos flotas para afrontar amenazas de seguridad en el mar, así como para ejercitar la compatibilidad de las tripulaciones de los buques de guerra rusos y chinos y para reforzar la amistad y cooperación” entre la Armada Rusa y las fuerzas navales chinas.
Los buques chinos (el destructor capaz de lanzar misiles guiados recientemente incorporado a la marina, una fragata y un buque auxiliar, según la agencia Tass) llegaron el 21 de julio al puerto de Baltiysk, que es hoy la principal base de la flota rusa en el Báltico. Las maniobras, denominadas Cooperación Marítima 2017 y en las que el ruso es el idioma oficial, constan de una primera etapa en ese mar, que se prolongará hasta el 28 de julio en dos fases sucesivas; una costera, ya realizada, del 21 al 24 de julio, y otra de actividades en alta mar, del 25 al 28 de julio. Tras ejercitarse en aguas europeas, los buques chinos se unirán a los rusos en septiembre para una segunda etapa de entrenamiento en el mar del Japón y en el de Ojotsk.
China quiere impulsar las rutas comerciales por el Ártico a lo largo del litoral ruso y en los últimos años se ha reforzado como potencia naval. Este mes, Pekín ha enviado sus primeros efectivos hasta Yibuti, en el cuerno de África, donde está a punto de inaugurar su primera base militar en el extranjero. En abril presentó su primer portaviones de fabricación íntegramente nacional, del que tiene ya dos unidades.
La flotilla china zarpó de un puerto local el 18 de junio, y en su prolongada ruta navegó por el Mediterráneo, donde realizó cinco maniobras de tiro, y después penetró en el Báltico por el mar Del Norte. Rusia y China realizan maniobras navales desde 2012 y las del año pasado tuvieron lugar en el mar del Sur de China, en aguas sujetas a disputas de soberanía, lo que produjo tensiones con Washington y sus aliados de la zona asiática. Así pues, la “irritación” por turnos de los vecinos, primero los de China en Oriente y ahora los de Rusia, en Occidente, constituye el elemento común entre ambos despliegues navales.
El ministro de Defensa de Polonia, Antoni Macierewicz, manifestó que la cooperación militar chino-rusa “amenaza el mundo libre”. Más parco, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que la Alianza “seguirá atentamente las maniobras de la marina rusa cerca de la frontera de los países bálticos”. Representantes de Pekín y Moscú han subrayado que los ejercicios conjuntos son una práctica corriente y que estas maniobras “no amenazan a ningún Estado”.
Por parte rusa dirige las maniobras el vicejefe de la Armada, el vicealmirante Aleksandr Fedoténkov, y por parte china, el vicealmirante Tian Chzhun. Según Roman Mártov, responsable de la flota rusa en el Báltico, los ejercicios consisten en la organización de una defensa marítima, aérea y terrestre, así como la liberación de un buque abordado por piratas y también una operación de salvamento en un naufragio, además de ejercicios de tiro.
Relación estratégica
Por parte rusa, en las maniobras participan dos corbetas de nueva generación, además de helicópteros Ka-27, bombarderos Su-24 y aviones de transporte An-26. Pekín y Moscú mantienen una relación estratégica que incluye también aspectos militares, aunque puedan tener un interés común en mostrar su poderío bélico a EE UU y a sus aliados. En abril Rusia comenzó a suministrar a China equipos antiaéreos S-400 por 3.000 millones de dólares.
Moscú ha apoyado el gran proyecto del presidente chino, Xi Jinping, de conectar Europa y Asia mediante la nueva Ruta de la Seda y Pekín ha hecho lo propio con la Unión Económica Euroasiática (Rusia, Kazajistán, Bielorrusia, Kirguizistán y Armenia) impulsada por Putin. En conflictos internacionales, desde Siria a Corea del Norte, sus intereses están alineados. Y algunos foros multilaterales liderados por ambos países como la Organización de Cooperación de Shangái ganan peso. “Las relaciones bilaterales están en su mejor momento de la historia”, señalaron Xi y Putin en julio.