Un argentino que mató a su exmujer de 66 puñaladas intenta que un jurado suavice la pena
Doce ciudadanos comunes deben decidir si el empresario Fernando Farré mató a sangre fría o es inimputable
Mar Centenera
Buenos Aires, El País
El 21 de agosto de 2015, el empresario argentino Fernando Farré clavó dos cuchillos de cocina 66 veces en el cuerpo de su mujer, Claudia Schaefer. Después, la agarró de espaldas y la degolló. El vestidor de la vivienda familiar donde cometió el crimen quedó todo cubierto de sangre. A pesar de las evidencias en su contra, el abogado de Farré aún cree que tiene una posibilidad de salvarlo de la cadena perpetua. Ha elegido hacer un juicio con jurado y ha descartado que formen parte de él todas las mujeres que admitieron simpatía por el movimiento Ni una menos contra los feminicidios.
El bautizado como "crimen del country", como se conocen en Argentina los barrios cerrados para ricos, fue uno de los feminicidios más mediáticos de los últimos años por tratarse de una pareja acomodada con tres hijos en vías de separación y en la que existían denuncias previas por violencia. Farré, exgerente de una multinacional de cosméticos, asesinó a Schaefer el día en que ella fue a retirar sus pertenencias a la casa que tenían en Pilar, en la periferia norte de Buenos Aires. Fuera de la vivienda estaban la madre de Farré y el abogado de Schaefer, quienes intentaron impedir el crimen pero no lo consiguieron porque el empresario había cerrado con llave la puerta del vestidor.
La fiscal acusa a Farré de haberla asesinado "a sangre fría" y pide para el presunto feminicida la pena máxima contemplada por la legislación argentina. La defensa de Farré no niega la autoría del crimen, que está demostrada, pero solicita que su cliente sea declarado inimputable al alegar que actuó bajo emoción violenta.
El juicio, que empezó esta semana y es seguido día a día por los medios, es el séptimo por una causa de feminicidio en el que interviene un jurado desde que se aprobó este sistema en 2015 en la provincia de Buenos Aires. La estrategia del popular abogado de Farré, Adrián Tenca, es intentar convencer al menos a uno de los jurados, ya que para ser condenado a perpetua la ley exige que la sentencia sea por unanimidad.
"La Fiscalía va a tener que convencer a doce personas y no a tres jueces de un tribunal oral. Creo que la defensa busca tener una chance", dice Denise Brakokar, especialista en juicios por jurados. Coincide con ella Jorge Sandro, el abogado de la familia Schaefer, aunque se muestra optimista sobre el posible veredicto: "El orden preconcebido de golpes y cuchilladas denotan un perfecto conocimiento de sus actos". Para el abogado querellante, Farré buscó intencionalmente "someter a la víctima" y "causarle sufrimiento" antes de degollarla. Los peritos oficiales declararon también que "Farré es imputable", mientras que la hermana de Schaefer, Sandra, describió como la humillaba y maltrataba frente a ella y confesó que temía que los matara a todos. Sandra emocionó hasta las lágrimas a varios miembros del jurado al recordar cómo se enteró del crimen y se lo tuvo que decir a sus tres sobrinos, que ahora viven con ella y no reciben ayuda económica del padre.
Tenca intenta presentar a la víctima como una mujer infiel y mala madre para lograr que los jurados sientan empatía con su cliente y justifiquen su reacción violenta al enterarse de que lo engañaba. Cuando ya estaban separados de hecho y dormían en habitaciones separadas, Schaefer mantuvo una relación extramatrimonial con Esteban, un compañero de trabajo, según se infiere de los mensajes intercambiados entre la víctima y algunos de los testimonios del juicio. Liliana contó en el tribunal que su amiga "tenía un chico con el que se veía cada tanto". "¿Con quien se quedaban los hijos (mientras ella estaba con Fernando?", preguntó el abogado a Pablo, otro amigo. "Estimo que con Fernando, nunca los dejaba solos", respondió.
La estrategia de culpabilizar a la víctima difícilmente tendría éxito frente a jueces conscientes del seguimiento mediático del caso, pero no se sabe si ocurrirá lo mismo ante ciudadanos comunes. El machismo está muy arraigado en Argentina y hasta hace poco era habitual encontrar en los medios críticas a la vestimenta o al comportamiento de las mujeres que aparecían asesinadas en vez de dirigir la atención hacia el homicida. Este sábado se cumplen tres años de la histórica movilización contra los feminicidios bajo el lema "Ni una menos" y se espera que miles de personas vuelvan a manifestarse en el centro de Buenos Aires. Aún así, pese a la movilización social, la violencia de género no ha descendido: una mujer es asesinada cada 30 horas en promedio en el país austral.
Los pocos precedentes juegan en contra de la estrategia de la defensa: los seis juicios bonaerenses por femicidio con jurado popular han terminado con fallos de culpabilidad. Tampoco es habitual que el juicio se estanque por división de opiniones, ya que solo sucede en cerca del 2% de los casos. Los jurados deberán escuchar a cerca de 50 testigos. La próxima semana darán su veredicto.
Mar Centenera
Buenos Aires, El País
El 21 de agosto de 2015, el empresario argentino Fernando Farré clavó dos cuchillos de cocina 66 veces en el cuerpo de su mujer, Claudia Schaefer. Después, la agarró de espaldas y la degolló. El vestidor de la vivienda familiar donde cometió el crimen quedó todo cubierto de sangre. A pesar de las evidencias en su contra, el abogado de Farré aún cree que tiene una posibilidad de salvarlo de la cadena perpetua. Ha elegido hacer un juicio con jurado y ha descartado que formen parte de él todas las mujeres que admitieron simpatía por el movimiento Ni una menos contra los feminicidios.
El bautizado como "crimen del country", como se conocen en Argentina los barrios cerrados para ricos, fue uno de los feminicidios más mediáticos de los últimos años por tratarse de una pareja acomodada con tres hijos en vías de separación y en la que existían denuncias previas por violencia. Farré, exgerente de una multinacional de cosméticos, asesinó a Schaefer el día en que ella fue a retirar sus pertenencias a la casa que tenían en Pilar, en la periferia norte de Buenos Aires. Fuera de la vivienda estaban la madre de Farré y el abogado de Schaefer, quienes intentaron impedir el crimen pero no lo consiguieron porque el empresario había cerrado con llave la puerta del vestidor.
La fiscal acusa a Farré de haberla asesinado "a sangre fría" y pide para el presunto feminicida la pena máxima contemplada por la legislación argentina. La defensa de Farré no niega la autoría del crimen, que está demostrada, pero solicita que su cliente sea declarado inimputable al alegar que actuó bajo emoción violenta.
El juicio, que empezó esta semana y es seguido día a día por los medios, es el séptimo por una causa de feminicidio en el que interviene un jurado desde que se aprobó este sistema en 2015 en la provincia de Buenos Aires. La estrategia del popular abogado de Farré, Adrián Tenca, es intentar convencer al menos a uno de los jurados, ya que para ser condenado a perpetua la ley exige que la sentencia sea por unanimidad.
"La Fiscalía va a tener que convencer a doce personas y no a tres jueces de un tribunal oral. Creo que la defensa busca tener una chance", dice Denise Brakokar, especialista en juicios por jurados. Coincide con ella Jorge Sandro, el abogado de la familia Schaefer, aunque se muestra optimista sobre el posible veredicto: "El orden preconcebido de golpes y cuchilladas denotan un perfecto conocimiento de sus actos". Para el abogado querellante, Farré buscó intencionalmente "someter a la víctima" y "causarle sufrimiento" antes de degollarla. Los peritos oficiales declararon también que "Farré es imputable", mientras que la hermana de Schaefer, Sandra, describió como la humillaba y maltrataba frente a ella y confesó que temía que los matara a todos. Sandra emocionó hasta las lágrimas a varios miembros del jurado al recordar cómo se enteró del crimen y se lo tuvo que decir a sus tres sobrinos, que ahora viven con ella y no reciben ayuda económica del padre.
Tenca intenta presentar a la víctima como una mujer infiel y mala madre para lograr que los jurados sientan empatía con su cliente y justifiquen su reacción violenta al enterarse de que lo engañaba. Cuando ya estaban separados de hecho y dormían en habitaciones separadas, Schaefer mantuvo una relación extramatrimonial con Esteban, un compañero de trabajo, según se infiere de los mensajes intercambiados entre la víctima y algunos de los testimonios del juicio. Liliana contó en el tribunal que su amiga "tenía un chico con el que se veía cada tanto". "¿Con quien se quedaban los hijos (mientras ella estaba con Fernando?", preguntó el abogado a Pablo, otro amigo. "Estimo que con Fernando, nunca los dejaba solos", respondió.
La estrategia de culpabilizar a la víctima difícilmente tendría éxito frente a jueces conscientes del seguimiento mediático del caso, pero no se sabe si ocurrirá lo mismo ante ciudadanos comunes. El machismo está muy arraigado en Argentina y hasta hace poco era habitual encontrar en los medios críticas a la vestimenta o al comportamiento de las mujeres que aparecían asesinadas en vez de dirigir la atención hacia el homicida. Este sábado se cumplen tres años de la histórica movilización contra los feminicidios bajo el lema "Ni una menos" y se espera que miles de personas vuelvan a manifestarse en el centro de Buenos Aires. Aún así, pese a la movilización social, la violencia de género no ha descendido: una mujer es asesinada cada 30 horas en promedio en el país austral.
Los pocos precedentes juegan en contra de la estrategia de la defensa: los seis juicios bonaerenses por femicidio con jurado popular han terminado con fallos de culpabilidad. Tampoco es habitual que el juicio se estanque por división de opiniones, ya que solo sucede en cerca del 2% de los casos. Los jurados deberán escuchar a cerca de 50 testigos. La próxima semana darán su veredicto.