Los cardenales del más allá
Con los cinco nuevos nombramientos de hoy, el pontífice habrá proclamado a 49 de los 121 purpurados electores con un claro avance de las periferias geográficas y sociales
Daniel Verdú
Roma, El País
Cuando los 115 cardenales entraron en la Capilla Sixtina la tarde del 18 de abril de 2005 para elegir al sucesor de Juan Pablo II, era fácil deducir que el polaco lo había dejado todo atado. 113 de aquellos purpurados habían sido creados durante sus 26 años y medio de papado. La tentación de pensar que en aquel Cónclave se impondría su línea y que el nuevo Pontífice sería una criatura suya era irresistible. La realidad lo desmintió. La Divina Providencia dictaminó que debía ser uno de los otros dos, los únicos creados por Pablo VI. Joseph Ratzinger se convirtió así en el primer alemán de la historia en sentarse en la silla de Pedro y el segundo no italiano desde el siglo XVI.
Aquella tarde quedó claro que la lógica de un cónclave escapa a las dinámicas tradicionales del poder. Las afinidades, o al menos la mayoría de ellas, no funcionan de forma tan evidente. Ratzinger, a sus 78 años, aseguraba un pontificado de transición y conservador. El colegio cardenalicio, conformado hoy por 83 nacionalidades, sigue rigiendo el destino de la Iglesia y sus insondables inclinaciones son siempre objeto de estudio, pero la historia no ayuda a descifrarlas. Aún así, hay datos que siguen explicando muchas tendencias en el Vaticano.
El papa Francisco, el primero no europeo desde el siglo VIII, el Pontífice venido del "del fin del mundo, como él mismo dijo, nombrará este miércoles a cinco nuevos purpurados que ampliarán el selecto grupo a 225 miembros. Es el cuarto Consistorio que celebra el argentino desde 2013, que ya está a solo uno de todos los que convocó su predecesor, Benedicto XVI durante ocho años de pontificado. Una gran renovación que empieza a configurar un colegio cardenalicio muy a la medida del santo Padre, que habrá creado ya a 49 de los 121 purpurados electores (pese a que el límite orientativo lo puso Pablo VI en 120), acercándose a la mayoría. Un órgano al que ha dado la vuelta a una velocidad sorprendente: los europeos ya no son mayoría y los perfiles permiten pensar en asegurar las reformas.
Uno de los cinco cardenales que recibirán este miércoles el birrete púrpura, por ejemplo, es el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella. Un hombre con un perfil parecido al de Francisco: cercano, pastoral, humilde… Algunos señalan a este aragonés de 71 años, que ya formaba parte de la Congregación para los obispos que asesora al Papa en la elección de nuevos monseñores, como el hombre cuyo nombramiento ha impulsado este Consistorio tan cercano al anterior. El resto de elegidos son Jean Zerbo, arzobispo de Bamako (Mali); Anders Arborelius, obispo de Estocolmo (Suecia); Louis-Marie Ling Mangkhanekhoun, obispo titular de Acque Nuove di Proconsolare, vicario Apostólico de Paksé (Laos); y Gregorio Rosa Chávez, obispo titular de Mulli, auxiliar de San Salvador.
La periferia del mundo —geográfica, pero también cultural, política y económica— es una de las grandes obsesiones del actual Pontífice. Una idea que influye en la procedencia de los purpurados. Este miércoles recibirán el birrete y el anillo solo dos europeos y ningún italiano. El colegio configurado por el Pontífice ya tiene un 28% de cardenales americanos, un 13% africanos y un 12% procedentes de Asia, frente al todavía mayoritario 44% nacidos en el Viejo Continente. En los últimos años esa internacionalización ha ido creciendo, pero es un fenómeno que, como recuerda el director de L’Osservatore Romano y reconocido experto en historia de la Iglesia, Giovanni Maria Vian, comenzó en 1946 con Pío XII y se disparó en 1978 con Juan Pablo II, que resultó el primer Papa no italiano desde 1522.
Composición del colegio cardenalicio a 28 de junio. Fuente: Vaticano pulsa en la foto
Composición del colegio cardenalicio a 28 de junio. Fuente: Vaticano A. Alonso El País
Los consistorios se dividen en los nombramientos más o menos obligados por las sedes cardenalicias y los que elige completamente el Papa. Como señala el director del Departamento de Historia de la Iglesia de la Universidad Gregoriana, Roberto Regoli, Francisco se ha caracterizado por insistir en el segundo tipo. Y consultarlo con muy poca gente. "Creo que mira más a lo que representan las personas, que a las propias personas. El cardenal de Laos, por ejemplo, no es conocido en el mundo, pero hemos visto en los últimos años como esa Iglesia ha pasado por muchas dificultades. Nombrarle significa prestar atención a esa región. Es algo simbólico también". Una tendencia que genera una mayor fragmentación del colegio cardenalicio y puede crear dificultades de acuerdo en un hipotético Cónclave. "Pero también más creatividad a la hora de elegir", insiste Regoli.
La lógica de poder es una variable borrosa para aplicar a las decisiones vaticanas y al futuro Papa, que necesita al menos dos tercios de los votos de sus pares. Pero es absurdo negar que los nombramientos en la institución política más antigua del mundo no generen corrientes. El colegio cardenalicio sigue temperando la fuerza de un Pontífice, como señala Vian, pero cada vez menos si se atiende a la historia de la Iglesia. La fidelidad de los escogidos permitiría evitar disensiones y conflictos internos. Y, sobre todo, pensar que las reformas emprendidas, y en el caso de Francisco son muchas, no sufrirán un frenazo.
Algunos cardenales consultados por EL PAÍS prefieren no mojarse, simplemente se congratulan por los nombramientos. Otros, como el portugués Saraiva Martins, señalan la extrema importancia de una celebración de este tipo para el destino de la Iglesia y el hecho de que su configuración sea el resultado de su universalidad. Pero ¿Da pistas esto sobre quién puede ser el nuevo Papa?
El caso de Ratzinger demuestra que no. Pero los números indican que, por ejemplo, las posibilidades de que vuelva a ser italiano se reducen cada vez más. Hoy solo hay 24 prelados electores transalpinos, la cifra más baja de la historia, aunque todavía considerable con relación a la segunda nacionalidad, que es la estadounidense con 10. Lo que está claro es que con el nombramiento de Omella, el segundo español seguido en un Consistorio -tras Carlos Osoro- y el quinto con derecho a voto, las posibilidades de que el sucesor de Pedro siga hablando español aumentan.
El cardenal de los 12 millones de euros
Días después del anuncio de que Jean Zerbo, arzobispo de Bamako, sería creado cardenal, el periódico Le Monde publicó una investigación en la que se le atribuían 12 millones de euros en varias cuentas del HSBC de Ginebra. La Conferencia Episcopal maliense no negó los hechos, pero lo justificó como una medida de protección de los fondos de la Iglesia en un país en que son frecuentes las revueltas.
Además, emitió una nota en la que atribuía la información a una intención de “ensuciar y desestabilizar el nombre de la Iglesia” en dicha región. Según la misma nota, todos conocían la existencia de ese dinero. Lo que se preguntaban muchos en el Vaticano estos días es cómo nadie sabía nada de la existencia de ese dinero ni se había hecho ninguna investigación previa como sí suele hacerse, a menudo y en el caso de sacerdotes africanos, con relación a su posible paternidad.
Según varias fuentes consultadas, el papa Francisco odia las indiscreciones y las filtraciones de noticias relacionadas con el Vaticano. Por ello, muchas veces toma decisiones que prácticamente nadie conoce. Especialmente en este tipo de nombramientos, donde no se deja condicionar por nada ni por nadie. El del propio cardenal Omella se produjo un sábado, justo el día después de la visita al Vaticano de los representantes de la Conferencia Episcopal Española, que no supieron nada en ese momento.
Otro ejemplo es el nombramiento este miércoles del salvadoreño Rosa Chávez: es la segunda vez en tiempos modernos que un auxiliar se convierte en purpurado y el titular de la diócesis, no. Es decir, el subordinado tiene más rango episcopal. Eso a Francisco le da igual. El caso de Zerbo, sin embargo, es más peliagudo. Hasta última hora no ha estado claro si participaría en el consistorio. Su entorno dijo que había sufrido complicaciones de salud y que había pasado los últimos días en el hospital por una dolencia estomacal, algo que volvió a disparar los rumores de una cancelación del nombramiento. Finalmente, estará este miércoles en Roma con los otros cardenales.
Daniel Verdú
Roma, El País
Cuando los 115 cardenales entraron en la Capilla Sixtina la tarde del 18 de abril de 2005 para elegir al sucesor de Juan Pablo II, era fácil deducir que el polaco lo había dejado todo atado. 113 de aquellos purpurados habían sido creados durante sus 26 años y medio de papado. La tentación de pensar que en aquel Cónclave se impondría su línea y que el nuevo Pontífice sería una criatura suya era irresistible. La realidad lo desmintió. La Divina Providencia dictaminó que debía ser uno de los otros dos, los únicos creados por Pablo VI. Joseph Ratzinger se convirtió así en el primer alemán de la historia en sentarse en la silla de Pedro y el segundo no italiano desde el siglo XVI.
Aquella tarde quedó claro que la lógica de un cónclave escapa a las dinámicas tradicionales del poder. Las afinidades, o al menos la mayoría de ellas, no funcionan de forma tan evidente. Ratzinger, a sus 78 años, aseguraba un pontificado de transición y conservador. El colegio cardenalicio, conformado hoy por 83 nacionalidades, sigue rigiendo el destino de la Iglesia y sus insondables inclinaciones son siempre objeto de estudio, pero la historia no ayuda a descifrarlas. Aún así, hay datos que siguen explicando muchas tendencias en el Vaticano.
El papa Francisco, el primero no europeo desde el siglo VIII, el Pontífice venido del "del fin del mundo, como él mismo dijo, nombrará este miércoles a cinco nuevos purpurados que ampliarán el selecto grupo a 225 miembros. Es el cuarto Consistorio que celebra el argentino desde 2013, que ya está a solo uno de todos los que convocó su predecesor, Benedicto XVI durante ocho años de pontificado. Una gran renovación que empieza a configurar un colegio cardenalicio muy a la medida del santo Padre, que habrá creado ya a 49 de los 121 purpurados electores (pese a que el límite orientativo lo puso Pablo VI en 120), acercándose a la mayoría. Un órgano al que ha dado la vuelta a una velocidad sorprendente: los europeos ya no son mayoría y los perfiles permiten pensar en asegurar las reformas.
Uno de los cinco cardenales que recibirán este miércoles el birrete púrpura, por ejemplo, es el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella. Un hombre con un perfil parecido al de Francisco: cercano, pastoral, humilde… Algunos señalan a este aragonés de 71 años, que ya formaba parte de la Congregación para los obispos que asesora al Papa en la elección de nuevos monseñores, como el hombre cuyo nombramiento ha impulsado este Consistorio tan cercano al anterior. El resto de elegidos son Jean Zerbo, arzobispo de Bamako (Mali); Anders Arborelius, obispo de Estocolmo (Suecia); Louis-Marie Ling Mangkhanekhoun, obispo titular de Acque Nuove di Proconsolare, vicario Apostólico de Paksé (Laos); y Gregorio Rosa Chávez, obispo titular de Mulli, auxiliar de San Salvador.
La periferia del mundo —geográfica, pero también cultural, política y económica— es una de las grandes obsesiones del actual Pontífice. Una idea que influye en la procedencia de los purpurados. Este miércoles recibirán el birrete y el anillo solo dos europeos y ningún italiano. El colegio configurado por el Pontífice ya tiene un 28% de cardenales americanos, un 13% africanos y un 12% procedentes de Asia, frente al todavía mayoritario 44% nacidos en el Viejo Continente. En los últimos años esa internacionalización ha ido creciendo, pero es un fenómeno que, como recuerda el director de L’Osservatore Romano y reconocido experto en historia de la Iglesia, Giovanni Maria Vian, comenzó en 1946 con Pío XII y se disparó en 1978 con Juan Pablo II, que resultó el primer Papa no italiano desde 1522.
Composición del colegio cardenalicio a 28 de junio. Fuente: Vaticano pulsa en la foto
Composición del colegio cardenalicio a 28 de junio. Fuente: Vaticano A. Alonso El País
Los consistorios se dividen en los nombramientos más o menos obligados por las sedes cardenalicias y los que elige completamente el Papa. Como señala el director del Departamento de Historia de la Iglesia de la Universidad Gregoriana, Roberto Regoli, Francisco se ha caracterizado por insistir en el segundo tipo. Y consultarlo con muy poca gente. "Creo que mira más a lo que representan las personas, que a las propias personas. El cardenal de Laos, por ejemplo, no es conocido en el mundo, pero hemos visto en los últimos años como esa Iglesia ha pasado por muchas dificultades. Nombrarle significa prestar atención a esa región. Es algo simbólico también". Una tendencia que genera una mayor fragmentación del colegio cardenalicio y puede crear dificultades de acuerdo en un hipotético Cónclave. "Pero también más creatividad a la hora de elegir", insiste Regoli.
La lógica de poder es una variable borrosa para aplicar a las decisiones vaticanas y al futuro Papa, que necesita al menos dos tercios de los votos de sus pares. Pero es absurdo negar que los nombramientos en la institución política más antigua del mundo no generen corrientes. El colegio cardenalicio sigue temperando la fuerza de un Pontífice, como señala Vian, pero cada vez menos si se atiende a la historia de la Iglesia. La fidelidad de los escogidos permitiría evitar disensiones y conflictos internos. Y, sobre todo, pensar que las reformas emprendidas, y en el caso de Francisco son muchas, no sufrirán un frenazo.
Algunos cardenales consultados por EL PAÍS prefieren no mojarse, simplemente se congratulan por los nombramientos. Otros, como el portugués Saraiva Martins, señalan la extrema importancia de una celebración de este tipo para el destino de la Iglesia y el hecho de que su configuración sea el resultado de su universalidad. Pero ¿Da pistas esto sobre quién puede ser el nuevo Papa?
El caso de Ratzinger demuestra que no. Pero los números indican que, por ejemplo, las posibilidades de que vuelva a ser italiano se reducen cada vez más. Hoy solo hay 24 prelados electores transalpinos, la cifra más baja de la historia, aunque todavía considerable con relación a la segunda nacionalidad, que es la estadounidense con 10. Lo que está claro es que con el nombramiento de Omella, el segundo español seguido en un Consistorio -tras Carlos Osoro- y el quinto con derecho a voto, las posibilidades de que el sucesor de Pedro siga hablando español aumentan.
El cardenal de los 12 millones de euros
Días después del anuncio de que Jean Zerbo, arzobispo de Bamako, sería creado cardenal, el periódico Le Monde publicó una investigación en la que se le atribuían 12 millones de euros en varias cuentas del HSBC de Ginebra. La Conferencia Episcopal maliense no negó los hechos, pero lo justificó como una medida de protección de los fondos de la Iglesia en un país en que son frecuentes las revueltas.
Además, emitió una nota en la que atribuía la información a una intención de “ensuciar y desestabilizar el nombre de la Iglesia” en dicha región. Según la misma nota, todos conocían la existencia de ese dinero. Lo que se preguntaban muchos en el Vaticano estos días es cómo nadie sabía nada de la existencia de ese dinero ni se había hecho ninguna investigación previa como sí suele hacerse, a menudo y en el caso de sacerdotes africanos, con relación a su posible paternidad.
Según varias fuentes consultadas, el papa Francisco odia las indiscreciones y las filtraciones de noticias relacionadas con el Vaticano. Por ello, muchas veces toma decisiones que prácticamente nadie conoce. Especialmente en este tipo de nombramientos, donde no se deja condicionar por nada ni por nadie. El del propio cardenal Omella se produjo un sábado, justo el día después de la visita al Vaticano de los representantes de la Conferencia Episcopal Española, que no supieron nada en ese momento.
Otro ejemplo es el nombramiento este miércoles del salvadoreño Rosa Chávez: es la segunda vez en tiempos modernos que un auxiliar se convierte en purpurado y el titular de la diócesis, no. Es decir, el subordinado tiene más rango episcopal. Eso a Francisco le da igual. El caso de Zerbo, sin embargo, es más peliagudo. Hasta última hora no ha estado claro si participaría en el consistorio. Su entorno dijo que había sufrido complicaciones de salud y que había pasado los últimos días en el hospital por una dolencia estomacal, algo que volvió a disparar los rumores de una cancelación del nombramiento. Finalmente, estará este miércoles en Roma con los otros cardenales.