Italia exige a la UE que le ayude con los inmigrantes o cerrará sus puertos
El Ejecutivo asegura que no piensa seguir gestionando solo el asunto y exhorta a Europa a "no mirar a otro lado"
Daniel Verdú
Roma, El País
El Gobierno italiano se ha plantado con la inmigración y ha lanzado un ultimátum a la Unión Europea. En los últimos días, según el ministerio del Interio, han llegado otros 12.000 migrantes a las costas italianas procedentes de Libia y la tensión social y política no deja de crecer. Por eso el Ejecutivo ha dado el mandato a su representante en Bruselas, el embajador Maurizio Massari, de comunicar al comisario para la Migración, Dimitris Avramopoulos, que o se toman medidas o se estudiará el cierre de los puertos a barcos extranjeros.
En una campaña mediática y política estratégicamente diseñada, el gobierno de Paolo Gentiloni, el Ministerio del Interior y acompañada por las palabras desde Canadá del presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, ha decidido poner fin al peso excesivo que soporta el país en la crisis migratoria. “Si la situación sigue fuera de control, será indigerible incluso para un país grande y abierto como el nuestro”, ha señalado Mattarella en Otawa. “Esto ya no es sostenible”, ha lanzado el premieroGentiloni. A media tarde, algunos periodistas recibieron en su teléfono un resumen de declaraciones atribuibles al Gobierno en el que se señalaba que “la situación es grave y Europa no puede darse la vuelta y mirar hacia a otra parte”. De otro modo, señalaban, habrá consecuencias.
Según el Ejecutivo, es imposible que todos los barcos que realizan operaciones de rescate en el Mediterráneo desembarquen en Italia. En la misma nota, señalan fuentes diplomáticas, está valorando la posibilidad de negar el atraque en los puertos italianos a todas aquellas embarcaciones que trabajen frente a la costa de Libia pero que no naveguen bajo bandera italiana o formen parte de alguna misión europea. Si la amenaza italiana se cumpliera, podría afectar a un gran número de ONG's que operan en el Mediterráneo.
Italia asegura que seguirá rescatando a migrantes en sus costas con la coordinación de la Guardia Costiera, pero se planta en el hecho de que todo el peso de la acogida deba recaer en el mismo país. De este modo, básicamente, lo que piden es que la contribución de la UE no se limite a los rescates y haya una implicación mucho mayo —económica y logística— en la distribución y acogida de los recién llegados. De los 85.000 migrantes arribados por el Mediterráneo en lo que va de año, más de 78.000 lo hicieron por Italia, según el recuento de ACNUR (la Agencia de la ONU para los Refugiados). Una cifra que no deja de crecer y que para este año las autoridades italianas calculan que puede elevarse a 200.000 personas.
Roma se prepara también estos días para instalar campamentos provisionales para los inmigrantes que han llegado estos días y que vagan por las calles. Los llegados a Italia proceden sobre todo de Guinea, Nigeria, Bangladesh, Costa de Marfil, según la ONU.
La UE, por boca de Avramopoulus aceptó el debate. “Si es necesario estamos a punto para aumentar sustancialmente los recursos financieros a Italia, que tiene razón cuando dice que la situación es insostenible”. Sin embargo, ha matizado que el lugar apropiado para discutirlo será la reunión informa de ministros del Interior de la UE en Tallin la semana que viene.
Mientras tanto, el problema humanitario se filtra en los corrillos del Parlamento y en la estrategia electoral. Se acercan los comicios generales en Italia, y la inmigración comienza a ser también un arma arrojadiza entre partidos. Especialmente agresiva es La Liga Norte, que acaba de obtener una gran victoria en coalición con Forza Italia en las elecciones administrativas y que añade presión al Gobierno y al PD de Matteo Renzi. Uno de sus exponentes, Tony Iwoby, responsable de la materia en la Liga Norte, ya se ha hecho oír. “Diez mil desembarcos de falsos refugiados en poquísimos días. Teníamos razón. La invasión clandestina está marcando una época. El PD ha transformado Italia en un inmenso campo de refugiados. Un Gobierno serio, y no el nuestro, dejaría de dar 8.000 millones de euros al año a la Unión Europea”.
Daniel Verdú
Roma, El País
El Gobierno italiano se ha plantado con la inmigración y ha lanzado un ultimátum a la Unión Europea. En los últimos días, según el ministerio del Interio, han llegado otros 12.000 migrantes a las costas italianas procedentes de Libia y la tensión social y política no deja de crecer. Por eso el Ejecutivo ha dado el mandato a su representante en Bruselas, el embajador Maurizio Massari, de comunicar al comisario para la Migración, Dimitris Avramopoulos, que o se toman medidas o se estudiará el cierre de los puertos a barcos extranjeros.
En una campaña mediática y política estratégicamente diseñada, el gobierno de Paolo Gentiloni, el Ministerio del Interior y acompañada por las palabras desde Canadá del presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, ha decidido poner fin al peso excesivo que soporta el país en la crisis migratoria. “Si la situación sigue fuera de control, será indigerible incluso para un país grande y abierto como el nuestro”, ha señalado Mattarella en Otawa. “Esto ya no es sostenible”, ha lanzado el premieroGentiloni. A media tarde, algunos periodistas recibieron en su teléfono un resumen de declaraciones atribuibles al Gobierno en el que se señalaba que “la situación es grave y Europa no puede darse la vuelta y mirar hacia a otra parte”. De otro modo, señalaban, habrá consecuencias.
Según el Ejecutivo, es imposible que todos los barcos que realizan operaciones de rescate en el Mediterráneo desembarquen en Italia. En la misma nota, señalan fuentes diplomáticas, está valorando la posibilidad de negar el atraque en los puertos italianos a todas aquellas embarcaciones que trabajen frente a la costa de Libia pero que no naveguen bajo bandera italiana o formen parte de alguna misión europea. Si la amenaza italiana se cumpliera, podría afectar a un gran número de ONG's que operan en el Mediterráneo.
Italia asegura que seguirá rescatando a migrantes en sus costas con la coordinación de la Guardia Costiera, pero se planta en el hecho de que todo el peso de la acogida deba recaer en el mismo país. De este modo, básicamente, lo que piden es que la contribución de la UE no se limite a los rescates y haya una implicación mucho mayo —económica y logística— en la distribución y acogida de los recién llegados. De los 85.000 migrantes arribados por el Mediterráneo en lo que va de año, más de 78.000 lo hicieron por Italia, según el recuento de ACNUR (la Agencia de la ONU para los Refugiados). Una cifra que no deja de crecer y que para este año las autoridades italianas calculan que puede elevarse a 200.000 personas.
Roma se prepara también estos días para instalar campamentos provisionales para los inmigrantes que han llegado estos días y que vagan por las calles. Los llegados a Italia proceden sobre todo de Guinea, Nigeria, Bangladesh, Costa de Marfil, según la ONU.
La UE, por boca de Avramopoulus aceptó el debate. “Si es necesario estamos a punto para aumentar sustancialmente los recursos financieros a Italia, que tiene razón cuando dice que la situación es insostenible”. Sin embargo, ha matizado que el lugar apropiado para discutirlo será la reunión informa de ministros del Interior de la UE en Tallin la semana que viene.
Mientras tanto, el problema humanitario se filtra en los corrillos del Parlamento y en la estrategia electoral. Se acercan los comicios generales en Italia, y la inmigración comienza a ser también un arma arrojadiza entre partidos. Especialmente agresiva es La Liga Norte, que acaba de obtener una gran victoria en coalición con Forza Italia en las elecciones administrativas y que añade presión al Gobierno y al PD de Matteo Renzi. Uno de sus exponentes, Tony Iwoby, responsable de la materia en la Liga Norte, ya se ha hecho oír. “Diez mil desembarcos de falsos refugiados en poquísimos días. Teníamos razón. La invasión clandestina está marcando una época. El PD ha transformado Italia en un inmenso campo de refugiados. Un Gobierno serio, y no el nuestro, dejaría de dar 8.000 millones de euros al año a la Unión Europea”.