El Madrid ya domina la época de color
Alfredo Relaño
La ciudad se esponjó ayer para recibir y aclamar a sus héroes futbolísticos, orgullosa de su nueva conquista. Y es justo. El Real Madrid le ha dado nombradía a este viejo poblachón manchego, como lo llamó Manuel Azaña. En mis primeros años de joven turista, en las aduanas me decían indefectiblemente: “¿Español? ¡Real Madrid! ¡Di Stéfano! ¡Gento! ¡Amancio!”. De ahí sólo se salían para decir, si acaso, “¡El Cordobés!”. Últimamente es distinto. Es: “¿Español? ¿Madrid o Barça? ¿Cristiano o Messi?”. El mundo mira el codo a codo entre el Madrid y el Barça, entre Cristiano y Messi. Pero ayer el Madrid estaba en el primer plano.
Desde la Séptima, que fue la reconquista después de tanto tiempo, no había visto tanto entusiasmo por la Champions. Me lo explico. Es segunda consecutiva, tercera en cuatro años, sexta ‘en color’. Durante tiempo, el auge del Barcelona ha venido acompañado de una doctrina de demérito del Madrid. Blanco y negro, Franco, caspa del pasado... Parecía que el Barça llegaba con soluciones para mucho tiempo. Pero esas soluciones se llamaban Xavi e Iniesta, que uno ya no está y el otro se va agotando, y Messi, al que de una forma prodigiosa ha neutralizado Cristiano. Tal y como vamos, le empatará este año a cinco Balones de Oro.
La sensación ayer en Madrid era de recuperación del predominio. Hay un líder sencillo, Zidane, en la línea de Ancelotti y Del Bosque, otros dos hombres que ganaron Champions en color. Cristiano ha cambiado su juego sin perder efectividad ni brillo. Hay un gigante moral en la defensa, Sergio Ramos, como lo fue Puyol en el Barça. Hay muy buenos jugadores y otros más jóvenes están llegando. Hay una fórmula de juego difícil de explicar de otra manera que no sea esta: consiste en marcar en 65 partidos consecutivos. La visión de todos ahora es que aquel susto histórico que al madridismo le dio el Barça de Guardiola ya es cosa del pasado.
La ciudad se esponjó ayer para recibir y aclamar a sus héroes futbolísticos, orgullosa de su nueva conquista. Y es justo. El Real Madrid le ha dado nombradía a este viejo poblachón manchego, como lo llamó Manuel Azaña. En mis primeros años de joven turista, en las aduanas me decían indefectiblemente: “¿Español? ¡Real Madrid! ¡Di Stéfano! ¡Gento! ¡Amancio!”. De ahí sólo se salían para decir, si acaso, “¡El Cordobés!”. Últimamente es distinto. Es: “¿Español? ¿Madrid o Barça? ¿Cristiano o Messi?”. El mundo mira el codo a codo entre el Madrid y el Barça, entre Cristiano y Messi. Pero ayer el Madrid estaba en el primer plano.
Desde la Séptima, que fue la reconquista después de tanto tiempo, no había visto tanto entusiasmo por la Champions. Me lo explico. Es segunda consecutiva, tercera en cuatro años, sexta ‘en color’. Durante tiempo, el auge del Barcelona ha venido acompañado de una doctrina de demérito del Madrid. Blanco y negro, Franco, caspa del pasado... Parecía que el Barça llegaba con soluciones para mucho tiempo. Pero esas soluciones se llamaban Xavi e Iniesta, que uno ya no está y el otro se va agotando, y Messi, al que de una forma prodigiosa ha neutralizado Cristiano. Tal y como vamos, le empatará este año a cinco Balones de Oro.
La sensación ayer en Madrid era de recuperación del predominio. Hay un líder sencillo, Zidane, en la línea de Ancelotti y Del Bosque, otros dos hombres que ganaron Champions en color. Cristiano ha cambiado su juego sin perder efectividad ni brillo. Hay un gigante moral en la defensa, Sergio Ramos, como lo fue Puyol en el Barça. Hay muy buenos jugadores y otros más jóvenes están llegando. Hay una fórmula de juego difícil de explicar de otra manera que no sea esta: consiste en marcar en 65 partidos consecutivos. La visión de todos ahora es que aquel susto histórico que al madridismo le dio el Barça de Guardiola ya es cosa del pasado.