Chile también es una pesadilla para Cristiano Ronaldo
La campeona de Sudamérica apeó a una conservadora Portugal en los penaltis tras el 0-0 en los 120 minutos reglamentarios. Claudio Bravo paró los tres lanzamientos portugueses. Cristiano, casi inadvertido, ni pudo chutar el suyo…
Carlos Forjanes
As
La kryptonita contra Cristiano y Messi hay que buscarla en Chile. Los dos superhéroes del fútbol mundial han visto como La Roja sudamericana hacía trizas sus esperanzas en el epílogo más cruel del fútbol, los penaltis. Como con Argentina en la final de la Copa América. Messi marcó el suyo aquel día, esta vez el siete blanco ni pudo chutar el suyo. Claudio Bravo había detenido los de Nani, Moutinho y Cuaresma… Portugal, sin la ayuda de Cristiano durante 120 minutos, fue presa del ataque de conservadurismo de Fernando Santos.
Épico final para un partido jugado con manual de ajedrez. Lo mejor del partido estuvo casi en los entremeses. En el minuto 6, un gran pase de Alexis a Vargas no fue suficiente, le marcó con el cuerpo el remate a Rui Patricio y el portero portugués evitó un disgusto. Un minuto después, fue Cristiano el que le puso la asistencia a André Silva, pero no supo superar a un Bravo se salvó con el trasero.
“Inaceptable”, debió pensar Vidal ante tanto dispendio ofensivo. El Rey Arturo se dedicó a cavar trincheras y Fernando Santos y Pizzi por poco lloraron de la alegría. Son dos entrenadores que no pasarán a la historia por su fútbol virtuoso. Santos, proletario del fútbol portugués como futbolista y entrenador bajo la influencia de aquella Grecia de 2004 (ha entrenado media vida allí), tocó techó en la final en Saint-Denis ante Francia. Si excluimos a Cristiano, epicentro y martillo, Portugal sigue arrastrando la incómoda sospecha de ser un equipo sostenido con pinzas pese a esa Eurocopa. El tipo que le dio el título, el tosco Éder, ni está en la Seleçao un año después. Qué decir de Chile. Alejada del estilo de la Copa América, con Pizzi hay algo de intento de romper con ese vena sampaolista. Si el 'Mago' Valdivia era el jugador fetiche del actual seleccionador argentino, hasta el punto de tener una foto suya en el vestuario del Sevilla, Pizzi lo ha borrado de un plumazo. Ni le metió en el avión a Rusia.
Sin un futbolista capaz de crear lo inesperado, tampoco contra Portugal, le tocó a Alexis ser un hombre-orquesta. Lo ideal para esta Chile sería que el exbarcelonista pudiera desafiar las leyes de la física y ser el que iniciara la jugada en el centro del campo, se pasase el balón a sí mismo y acabara rematando también la jugada. Algo de ayuda encontró en Vargas, que en el minuto 58 casi marcó de chilena, valga la redundancia. Los dos equipos decidieron pasar de tácticas y ahorrarse los circunloquios. Cristiano dio la réplica treinta segundos después y Vidal se sumó al tiroteo. Poco duró, la alegría se sostuvo quince minutos y volvió la dictadura de la pizarra. Con André Gomes hinchándose a chutar balones a la grada, el realizador cazó a Cristiano renegando del cambio en el 83’ de Bernardo Silva, el mejor de Portugal de largo. Era un armisticio hasta la prórroga que casi fue anunciado por megafonía.
“Dos ataques profundos y descansamos”, decía Pizzi en el corrillo previo al inicio de la prórroga. Pese a ese conservadurismo, la prórroga fue de Chile. Y el partido no por unas pulgadas de madera. Primero Alexis (1,69 metros) y Vidal (1,80m.) dejaron en mal lugar a Bruno Alves y Neto con dos ocasiones primorosas de cabeza. La furia de la Roja del Altiplano es el mediocentro del Bayern. Varias veces se colaron sus “¡Vamos!” a los hinchas chilenos en los micrófonos de ambiente. Un empuje que casi se hizo carne y gol en el 118’ con un chut que se estrelló en poste derecho, el rechace le cayó a Rodríguez… y su golpeo fue al travesaño. Pero no le importó a la postre. Quedaban los penaltis, territorio chileno y de Claudio Bravo. Para disgusto de Cristiano.
Carlos Forjanes
As
La kryptonita contra Cristiano y Messi hay que buscarla en Chile. Los dos superhéroes del fútbol mundial han visto como La Roja sudamericana hacía trizas sus esperanzas en el epílogo más cruel del fútbol, los penaltis. Como con Argentina en la final de la Copa América. Messi marcó el suyo aquel día, esta vez el siete blanco ni pudo chutar el suyo. Claudio Bravo había detenido los de Nani, Moutinho y Cuaresma… Portugal, sin la ayuda de Cristiano durante 120 minutos, fue presa del ataque de conservadurismo de Fernando Santos.
Épico final para un partido jugado con manual de ajedrez. Lo mejor del partido estuvo casi en los entremeses. En el minuto 6, un gran pase de Alexis a Vargas no fue suficiente, le marcó con el cuerpo el remate a Rui Patricio y el portero portugués evitó un disgusto. Un minuto después, fue Cristiano el que le puso la asistencia a André Silva, pero no supo superar a un Bravo se salvó con el trasero.
“Inaceptable”, debió pensar Vidal ante tanto dispendio ofensivo. El Rey Arturo se dedicó a cavar trincheras y Fernando Santos y Pizzi por poco lloraron de la alegría. Son dos entrenadores que no pasarán a la historia por su fútbol virtuoso. Santos, proletario del fútbol portugués como futbolista y entrenador bajo la influencia de aquella Grecia de 2004 (ha entrenado media vida allí), tocó techó en la final en Saint-Denis ante Francia. Si excluimos a Cristiano, epicentro y martillo, Portugal sigue arrastrando la incómoda sospecha de ser un equipo sostenido con pinzas pese a esa Eurocopa. El tipo que le dio el título, el tosco Éder, ni está en la Seleçao un año después. Qué decir de Chile. Alejada del estilo de la Copa América, con Pizzi hay algo de intento de romper con ese vena sampaolista. Si el 'Mago' Valdivia era el jugador fetiche del actual seleccionador argentino, hasta el punto de tener una foto suya en el vestuario del Sevilla, Pizzi lo ha borrado de un plumazo. Ni le metió en el avión a Rusia.
Sin un futbolista capaz de crear lo inesperado, tampoco contra Portugal, le tocó a Alexis ser un hombre-orquesta. Lo ideal para esta Chile sería que el exbarcelonista pudiera desafiar las leyes de la física y ser el que iniciara la jugada en el centro del campo, se pasase el balón a sí mismo y acabara rematando también la jugada. Algo de ayuda encontró en Vargas, que en el minuto 58 casi marcó de chilena, valga la redundancia. Los dos equipos decidieron pasar de tácticas y ahorrarse los circunloquios. Cristiano dio la réplica treinta segundos después y Vidal se sumó al tiroteo. Poco duró, la alegría se sostuvo quince minutos y volvió la dictadura de la pizarra. Con André Gomes hinchándose a chutar balones a la grada, el realizador cazó a Cristiano renegando del cambio en el 83’ de Bernardo Silva, el mejor de Portugal de largo. Era un armisticio hasta la prórroga que casi fue anunciado por megafonía.
“Dos ataques profundos y descansamos”, decía Pizzi en el corrillo previo al inicio de la prórroga. Pese a ese conservadurismo, la prórroga fue de Chile. Y el partido no por unas pulgadas de madera. Primero Alexis (1,69 metros) y Vidal (1,80m.) dejaron en mal lugar a Bruno Alves y Neto con dos ocasiones primorosas de cabeza. La furia de la Roja del Altiplano es el mediocentro del Bayern. Varias veces se colaron sus “¡Vamos!” a los hinchas chilenos en los micrófonos de ambiente. Un empuje que casi se hizo carne y gol en el 118’ con un chut que se estrelló en poste derecho, el rechace le cayó a Rodríguez… y su golpeo fue al travesaño. Pero no le importó a la postre. Quedaban los penaltis, territorio chileno y de Claudio Bravo. Para disgusto de Cristiano.