Al Jazeera en el punto de mira de la crisis diplomática con Qatar

“Resultamos molestos por reflejar la diversidad del mundo árabe”, dice el director del canal en inglés

Ángeles Espinosa
Doha, El País
Casi al mismo tiempo que se conocía la ruptura de relaciones diplomáticas con Qatar por parte de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin y Egipto el pasado lunes, esos cuatro países bloqueaban los canales de televisión y las webs de Al Jazeera. No era sólo una represalia por el diferendo que les enfrenta. La emisora, a la que acusan de fomentar intrigas, está en el centro de las fricciones. Su cierre, o su apaciguamiento, es una de las condiciones que los agraviados exigen a Doha para sentarse a hablar. “Resultamos molestos porque reflejamos la diversidad del mundo árabe”, afirma uno de los responsables de la cadena.


Las alegaciones nos son nuevas. Desde su lanzamiento en 1996, Al Jazeera ha despertado ampollas entre los déspotas árabes por su estilo periodístico crítico con el poder y, según sus detractores, sesgado hacia los islamistas, en especial los Hermanos Musulmanes. En esta última crisis, Emiratos Árabes ha pedido abiertamente al Gobierno catarí que ate de corto a su brazo mediático.

“Proporcionamos diversidad de opiniones, muchas opiniones distintas. Los actores regionales quieren una que sólo se cuenten la historia oficial y eso es lo que era normal antes de la aparición de Al Jazeera”, responde Giles Trendle, director en funciones y responsable de programas del canal en inglés, cuando se le pregunta por qué son tan controvertidos. Trendle recuerda que fueron “la primera televisión árabe en introducir llamadas telefónicas en directo y en sacar a un portavoz israelí”.

La apuesta fue un éxito. Su cobertura dinámica y sus críticas a los dirigentes (algo inusitado en las cadenas estatales que eran las únicas hasta finales del siglo pasado) atrajeron a millones de televidentes en todo el mundo árabe. Pero también la controversia. En 2002, Arabia Saudí retiró a su embajador de Qatar molesto por el tratamiento a su plan de paz para el conflicto israelo-palestino. Más recientemente, ha recibido reproches por la cobertura de las primaveras árabes y, sobre todo, el golpe de Estado en Egipto, que le ha granjeado la etiqueta de portavoz de los Hermanos Musulmanes.

Algunos analistas atribuyen a esa toma de postura la pérdida de audiencia, aunque también es cierto que hay más elección porque varios países árabes abrieron canales alternativos o dieron licencias privadas. Al mismo tiempo, las querellas con sus vecinos le han obligado a rebajar el tono. Los observadores notaron una menor agresividad hacia Arabia Saudí poco antes de que Riad aceptara el regreso de su embajador a Doha en 2008. También tras la crisis diplomática de 2014 aceptó cerrar su canal Mubasher en Egipto.

¿Les han pedido ahora que rebajen el tono? “No”, responde con firmeza Trendle, documentalista y periodista especializado en Oriente Próximo que llegó a la cadena en 2004. “Es sabido que estamos financiados por el Estado de Qatar, pero tenemos independencia editorial”, defiende.

Lo cual no evita que Al Jazeera esté en el punto de mira de los cuatro Gobiernos que han cortado relaciones con Qatar. Aunque finalmente no se han atrevido, como se rumoreaba, a incluirla en la lista de organizaciones terroristas que han difundido, un portavoz emiratí ha acusado a Al Jazeera de “promover una agenda extremista” y dado a entender que su neutralización es una de las condiciones para sentarse a negociar.

“No es la primera vez, pero las acusaciones no son pruebas. Al Jazeera English ha ganado prestigiosos premios en todo el mundo. Si defendiéramos el extremismo nuestros pares no nos otorgarían esos galardones”, afirma Trendle.

Sin embargo, algunos analistas de medios árabes aseguran que la cobertura de Al Jazeera English, que se inauguró en 2006, no tienen nada que ver con su hermana árabe. “No parecen la misma marca”, ha declarado Noha Mellor de la Universidad de Bedfordshire. “Los programas son distintos porque la audiencia es distinta, pero todos nos atenemos al mismo código ético”, responde el director del canal en inglés.

Trendle dice estar preocupado por la región, pero no por si hay leche en la nevera o tener que dejar el país. “He sido corresponsal de guerra y he estado en situaciones peores”, apunta. ¿Teme que Al Jazeera sirva moneda de cambio para cerrar la crisis? “Eso no está en nuestras manos, sino en las del emir, responde con un gesto de resignación. Pocas horas después de la entrevista el pasado jueves, la cadena fue objeto de un ataque cibernético.

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