Valls ofrece apoyo a Macron y precipita la crisis de los socialistas
"Este Partido Socialista está muerto, hay que superarlo, seamos claros", afirma el ex primer ministro, que no ha formalizado su candidatura
Silvia Ayuso
París, El País
El efecto Macron no deja indemne a nadie. Dos días después de su victoria en las elecciones presidenciales francesas, las ondas expansivas han alcanzado, antes de lo esperado, al Partido Socialista. La decisión del ex primer ministro socialista Manuel Valls de optar a un escaño parlamentario dentro de las filas de la formación centrista del presidente electo no ha hecho más que acelerar un debate pendiente en el seno del partido desde su desastrosa eliminación de la carrera presidencial en la primera vuelta.
Los socialistas deben decidir qué rumbo quieren tomar para no desaparecer como partido. Ninguna alternativa carece de riesgos. Apostar por ser un apoyo de la República en Marcha, como acaba de rebautizarse el movimiento de Emmanuel Macron, puede llevarlos a la desaparición o la insignificancia. Pero un giro más decidido hacia la izquierda podría condenarlos a una larga caminata por el desierto de la oposición.
“Quiero inscribirme en el movimiento La República en Marcha. Seré el candidato de la mayoría presidencial”, anunció Valls en una entrevista en la emisora RTL. El ex primer ministro de François Hollande y perdedor en las primarias socialistas era muy consciente del momento en que hizo su anuncio, en la mañana del martes. Poco después, comenzaba en París la reunión de la ejecutiva nacional socialista, que debía presentar su plataforma para las elecciones legislativas de junio, en las que el partido se juega su futuro.
La respuesta de la cúpula socialista fue contundente. “Si algunos quieren marcharse o diferenciarse, que lo hagan y que nos dejen trabajar”, dijo un enfadado Jean-Christophe Cambadélis, primer secretario del PS, antes de entrar en la reunión. Allí, se confirmó una consigna clara: no se puede mantener el carné socialista y buscar una investidura por otro partido. El mensaje va más allá de Valls, pero evoca su llamamiento a otros socialistas “que se reconozcan” en el proyecto de Macron a “implicarse plenamente” en el Gobierno del presidente electo. Varios pesos pesados del socialismo, incluso del Gobierno de Hollande, dieron un pronto apoyo a Macron en las elecciones, rompiendo la fidelidad al candidato socialista propio. Entre ellos está el ministro de Defensa saliente, Jean-Yves Le Drian. Aunque él no se ha pronunciado por el momento, su nombre figura como posible primer ministro de Macron dentro de algunas de las múltiples quinielas que se barajan estos días ante el mutismo del presidente electo, que solo ha dicho que ya ha elegido a alguien, pero que se niega a revelarlo antes de su investidura, el próximo domingo.
Según Cambadélis, estos solo serían una minoría dentro de la familia socialista, “no supera la decena, es muy marginal”, subrayó. “El 95% de los socialistas están a favor de una izquierda constructiva pero vigilante”, dijo en referencia al nombre del programa adoptado este martes para las legislativas, para las que los socialistas presentarán un equipo de candidatos renovados —el 60% se presentará por primera vez— y ampliamente paritario y diverso. “Hemos comprendido el mensaje de los franceses y comenzamos la renovación ahora”, afirmó Cambadélis. Aunque el programa choca con algunos puntos del de Macron, como respecto de la reforma de la ley de trabajo que pretende aplicar el presidente electo, el socialista aseguró que su partido no está cerrado a colaborar con el Gobierno. “No será con un partido único como vamos a arreglar los problemas de los franceses”, subrayó.
Un debate interno sobre el futuro del PS
Pero si algo ha dolido especialmente es la afirmación de Valls de que el actual Partido Socialista “está muerto”, debido al delicado momento que atraviesa la formación, que apenas superó el 6% de los votos en la primera vuelta, poniéndolo al borde de la quiebra política, pero también económica, ya que ese pobre resultado le obligará a fuertes ajustes presupuestarios el próximo quinquenio. El anuncio de Valls ha abierto el dique de contención de la crisis socialista que permaneció cerrado mientras cabía la posibilidad de una victoria de la extrema derecha de Marine Le Pen. Superada esa etapa, la cúpula socialista quería discutir con calma su estrategia de futuro. Valls ha desbaratado esa posibilidad y ha llevado al partido al borde de la implosión.
Para el politólogo Dominique Reynié, la marcha de Valls puede representar, sin embargo, una oportunidad de aclarar las cosas dentro de un partido que, durante los cinco años de mandato de Hollande, dio un bandazo hacia el liberalismo que ha dividido al partido, como demostró la victoria de la opción más a la izquierda de Hamon en las primarias (a costa, precisamente, de Valls).
“Valls era la derecha del PS”, recuerda el director del laboratorio de ideas Fundación para la Innovación Política. Su marcha “muestra que el Partido Socialista moderno, liberal, no tiene nada que hacer dentro del PS y que tiene que irse a En Marcha, que el socialista es un partido que no puede expandirse más que con electores más a la izquierda”. Y precisamente su partida, agrega, puede “facilitar que una parte del voto (de la izquierda alternativa de Jean-Luc) Mélenchon regrese al PS”.
El riesgo de ese giro a la izquierda, sin embargo, es acabar siendo “un partido de oposición fuerte, pero que ya no tiene cultura de gobierno, que no es sensible a la necesidad de hacer esfuerzos para reducir el déficit o discutir con los europeos”, señala Reynié. Aunque la alternativa tampoco es halagüeña. “El PS, si se asocia a En Marcha, desaparecerá totalmente, será el fin”, pronostica.
Una maniobra también arriesgada para Valls
También Valls ha hecho un giro arriesgado con su anuncio. La respuesta del entorno de Macron a su deseo de integrar sus filas ha sido tibia. Altos responsables de La República en Marcha han recordado que existe un procedimiento de inscripción para registrarse como candidato y que cualquier nombre, sea cual sea, será tratado de igual manera por la comisión interna encargada de analizar las postulaciones.
"Siento mucho respeto por Valls, pero la investidura no es algo automático. Deberá presentar un acta, como yo", ha dicho el portavoz de Macron, Christophe Castaner. “Tendrá que presentar su candidatura como cualquiera, porque las reglas son las mismas para todos. No creo que lo haya hecho aún (...) , pero quedan 24 horas. El procedimiento es el mismo para todos, incluido el ex primer ministro", ha insistido también el portavoz de República En Marcha, Benjamin Griveaux, en una entrevista en Europe 1.
También el presidente de la comisión de investidura ha dejado claro que el tiempo corre contra Valls. "Para que su candidatura sea analizada, tiene que depositarla en el sitio en Internet creado para ello", ha explicado a Le Figaro Jean-Paul Delevoye. Y el tiempo "empieza a ser justo", ha advertido.
Silvia Ayuso
París, El País
El efecto Macron no deja indemne a nadie. Dos días después de su victoria en las elecciones presidenciales francesas, las ondas expansivas han alcanzado, antes de lo esperado, al Partido Socialista. La decisión del ex primer ministro socialista Manuel Valls de optar a un escaño parlamentario dentro de las filas de la formación centrista del presidente electo no ha hecho más que acelerar un debate pendiente en el seno del partido desde su desastrosa eliminación de la carrera presidencial en la primera vuelta.
Los socialistas deben decidir qué rumbo quieren tomar para no desaparecer como partido. Ninguna alternativa carece de riesgos. Apostar por ser un apoyo de la República en Marcha, como acaba de rebautizarse el movimiento de Emmanuel Macron, puede llevarlos a la desaparición o la insignificancia. Pero un giro más decidido hacia la izquierda podría condenarlos a una larga caminata por el desierto de la oposición.
“Quiero inscribirme en el movimiento La República en Marcha. Seré el candidato de la mayoría presidencial”, anunció Valls en una entrevista en la emisora RTL. El ex primer ministro de François Hollande y perdedor en las primarias socialistas era muy consciente del momento en que hizo su anuncio, en la mañana del martes. Poco después, comenzaba en París la reunión de la ejecutiva nacional socialista, que debía presentar su plataforma para las elecciones legislativas de junio, en las que el partido se juega su futuro.
La respuesta de la cúpula socialista fue contundente. “Si algunos quieren marcharse o diferenciarse, que lo hagan y que nos dejen trabajar”, dijo un enfadado Jean-Christophe Cambadélis, primer secretario del PS, antes de entrar en la reunión. Allí, se confirmó una consigna clara: no se puede mantener el carné socialista y buscar una investidura por otro partido. El mensaje va más allá de Valls, pero evoca su llamamiento a otros socialistas “que se reconozcan” en el proyecto de Macron a “implicarse plenamente” en el Gobierno del presidente electo. Varios pesos pesados del socialismo, incluso del Gobierno de Hollande, dieron un pronto apoyo a Macron en las elecciones, rompiendo la fidelidad al candidato socialista propio. Entre ellos está el ministro de Defensa saliente, Jean-Yves Le Drian. Aunque él no se ha pronunciado por el momento, su nombre figura como posible primer ministro de Macron dentro de algunas de las múltiples quinielas que se barajan estos días ante el mutismo del presidente electo, que solo ha dicho que ya ha elegido a alguien, pero que se niega a revelarlo antes de su investidura, el próximo domingo.
Según Cambadélis, estos solo serían una minoría dentro de la familia socialista, “no supera la decena, es muy marginal”, subrayó. “El 95% de los socialistas están a favor de una izquierda constructiva pero vigilante”, dijo en referencia al nombre del programa adoptado este martes para las legislativas, para las que los socialistas presentarán un equipo de candidatos renovados —el 60% se presentará por primera vez— y ampliamente paritario y diverso. “Hemos comprendido el mensaje de los franceses y comenzamos la renovación ahora”, afirmó Cambadélis. Aunque el programa choca con algunos puntos del de Macron, como respecto de la reforma de la ley de trabajo que pretende aplicar el presidente electo, el socialista aseguró que su partido no está cerrado a colaborar con el Gobierno. “No será con un partido único como vamos a arreglar los problemas de los franceses”, subrayó.
Un debate interno sobre el futuro del PS
Pero si algo ha dolido especialmente es la afirmación de Valls de que el actual Partido Socialista “está muerto”, debido al delicado momento que atraviesa la formación, que apenas superó el 6% de los votos en la primera vuelta, poniéndolo al borde de la quiebra política, pero también económica, ya que ese pobre resultado le obligará a fuertes ajustes presupuestarios el próximo quinquenio. El anuncio de Valls ha abierto el dique de contención de la crisis socialista que permaneció cerrado mientras cabía la posibilidad de una victoria de la extrema derecha de Marine Le Pen. Superada esa etapa, la cúpula socialista quería discutir con calma su estrategia de futuro. Valls ha desbaratado esa posibilidad y ha llevado al partido al borde de la implosión.
Para el politólogo Dominique Reynié, la marcha de Valls puede representar, sin embargo, una oportunidad de aclarar las cosas dentro de un partido que, durante los cinco años de mandato de Hollande, dio un bandazo hacia el liberalismo que ha dividido al partido, como demostró la victoria de la opción más a la izquierda de Hamon en las primarias (a costa, precisamente, de Valls).
“Valls era la derecha del PS”, recuerda el director del laboratorio de ideas Fundación para la Innovación Política. Su marcha “muestra que el Partido Socialista moderno, liberal, no tiene nada que hacer dentro del PS y que tiene que irse a En Marcha, que el socialista es un partido que no puede expandirse más que con electores más a la izquierda”. Y precisamente su partida, agrega, puede “facilitar que una parte del voto (de la izquierda alternativa de Jean-Luc) Mélenchon regrese al PS”.
El riesgo de ese giro a la izquierda, sin embargo, es acabar siendo “un partido de oposición fuerte, pero que ya no tiene cultura de gobierno, que no es sensible a la necesidad de hacer esfuerzos para reducir el déficit o discutir con los europeos”, señala Reynié. Aunque la alternativa tampoco es halagüeña. “El PS, si se asocia a En Marcha, desaparecerá totalmente, será el fin”, pronostica.
Una maniobra también arriesgada para Valls
También Valls ha hecho un giro arriesgado con su anuncio. La respuesta del entorno de Macron a su deseo de integrar sus filas ha sido tibia. Altos responsables de La República en Marcha han recordado que existe un procedimiento de inscripción para registrarse como candidato y que cualquier nombre, sea cual sea, será tratado de igual manera por la comisión interna encargada de analizar las postulaciones.
"Siento mucho respeto por Valls, pero la investidura no es algo automático. Deberá presentar un acta, como yo", ha dicho el portavoz de Macron, Christophe Castaner. “Tendrá que presentar su candidatura como cualquiera, porque las reglas son las mismas para todos. No creo que lo haya hecho aún (...) , pero quedan 24 horas. El procedimiento es el mismo para todos, incluido el ex primer ministro", ha insistido también el portavoz de República En Marcha, Benjamin Griveaux, en una entrevista en Europe 1.
También el presidente de la comisión de investidura ha dejado claro que el tiempo corre contra Valls. "Para que su candidatura sea analizada, tiene que depositarla en el sitio en Internet creado para ello", ha explicado a Le Figaro Jean-Paul Delevoye. Y el tiempo "empieza a ser justo", ha advertido.