Un campeón de ley
Liga 33 del Madrid. Un gol de Cristiano a los dos minutos acabó con el suspense. Benzema remató la faena. Michel y el Málaga pusieron a salvo su honorabilidad
Luis Nieto
As
Fue una Liga de autor (el técnico) y de gran reparto. De esfuerzos y de méritos. Un título que vuelve a colocar al Madrid en cabeza del fútbol nacional cinco años después. Un campeonato que le da pistas a Florentino del tipo de entrenador que funciona en su casa, más moderador que mandatario, un driblador en el vestuario y en la sala de prensa. Y una copa, trigésimo tercera, que se alza hacia el futuro porque Isco, Carvajal, Asensio, Kovacic, Casemiro, Nacho, Lucas, Morata, si alguien le convence de que se quede, y los que vengan (Llorente, Vallejo…) son mucho más que pavones para este Zidane. Las notas de todos en el curso señalan también el triunfo de un cambio en la política del club, que ahora combina mejor criar con comprar.
El Madrid habrá jugado en esta Liga más de veinte partidos mejores que este de Málaga, en el que salió campeón, pero se procuró una tarde tranquila, primando la seguridad sobre el adorno, meciéndose en su fútbol control. Michel y el Málaga pusieron a salvo su honorabilidad y Sandro mostró gran empeño en rendirle su último servicio al Barça. Salieron libres de cargos de esta jornada final.
El Madrid se dio un madrugón para marcar, remedio siempre eficaz para sacudirse la ansiedad en partidos extremos. Sucedió antes del minuto 2, en un error clamoroso de Luis Hernández, que entregó una pelota a Isco y este se la puso a Cristiano, que salvó la salida de Kameni y remató a puerta vacía con la pericia de un goleador habitual. Un tanto con carga simbólica. Isco y Cristiano, los dos jugadores que han cargado con la mochila del equipo en esta recta final del campeonato. El malagueño ha acabado por demostrar que los innegociables no tienen por qué ser los imprescindibles. Y el portugués ha incorporado dos mandamientos a su juego: descansar no mata y jugar de nueve no es desdoro.
El peligro de Sandro
A partir de ahí, los de Zidane procuraron abaratar el esfuerzo, quitándole temperatura al partido con una tenencia del balón poco productiva pero disuasoria para el Málaga. Aún así, el equipo de Michel se sobrepuso al porrazo y fue preparando su respuesta. Todo pasó por Sandro, un delantero imponente que toca muchos instrumentos: velocidad, desmarque, balón parado y artillería pesada. Keylor le sacó una falta de la escuadra y Keko, participativo y chisposo, dejó ir dos cabezazos, uno de ellos en envío del canario, la bala culé del partido.
El Madrid fue mejor con la pelota que sin ella. A Isco volvió a írsele la mano en la conducción, pero fue un gran administrador de la ventaja. La baja de Bale ha abierto la posición del mediapunta en una plantilla que anda sobrado de ellos, porque ahí se le van los ojos al presidente cada verano, pero que se ven enterrados en el 4-3-3 con el que se autocondena a causa de la BBC. Tuvo buena ayuda en Benzema, al que lo mejor de su vida le ha ocurrido fuera del área, lo que no es noticia siempre grata cuando se vive como ariete. Modric y Kroos templaron en el centro del campo, Casemiro ofreció una buena vigilancia en la zona más creativa del Málaga y los centrales resultaron solventes ante los pelotazos del Málaga. Los laterales ofrecieron menos despliegue de lo habitual. A pesar de la sosería general, Benzema, Cristiano y Kroos anduvieron cerca del segundo tanto antes del descanso.
Después marcó Benzema, en fuera de juego, y preparó el after hours en Cibeles. Quedó un partido homenaje, con minutos de despedida para Duda, James y quizá Morata y un pelotazo de Chory al larguero mientras el Madrid se abrazaba a la Liga, una sensación que echaba de menos.
Luis Nieto
As
Fue una Liga de autor (el técnico) y de gran reparto. De esfuerzos y de méritos. Un título que vuelve a colocar al Madrid en cabeza del fútbol nacional cinco años después. Un campeonato que le da pistas a Florentino del tipo de entrenador que funciona en su casa, más moderador que mandatario, un driblador en el vestuario y en la sala de prensa. Y una copa, trigésimo tercera, que se alza hacia el futuro porque Isco, Carvajal, Asensio, Kovacic, Casemiro, Nacho, Lucas, Morata, si alguien le convence de que se quede, y los que vengan (Llorente, Vallejo…) son mucho más que pavones para este Zidane. Las notas de todos en el curso señalan también el triunfo de un cambio en la política del club, que ahora combina mejor criar con comprar.
El Madrid habrá jugado en esta Liga más de veinte partidos mejores que este de Málaga, en el que salió campeón, pero se procuró una tarde tranquila, primando la seguridad sobre el adorno, meciéndose en su fútbol control. Michel y el Málaga pusieron a salvo su honorabilidad y Sandro mostró gran empeño en rendirle su último servicio al Barça. Salieron libres de cargos de esta jornada final.
El Madrid se dio un madrugón para marcar, remedio siempre eficaz para sacudirse la ansiedad en partidos extremos. Sucedió antes del minuto 2, en un error clamoroso de Luis Hernández, que entregó una pelota a Isco y este se la puso a Cristiano, que salvó la salida de Kameni y remató a puerta vacía con la pericia de un goleador habitual. Un tanto con carga simbólica. Isco y Cristiano, los dos jugadores que han cargado con la mochila del equipo en esta recta final del campeonato. El malagueño ha acabado por demostrar que los innegociables no tienen por qué ser los imprescindibles. Y el portugués ha incorporado dos mandamientos a su juego: descansar no mata y jugar de nueve no es desdoro.
El peligro de Sandro
A partir de ahí, los de Zidane procuraron abaratar el esfuerzo, quitándole temperatura al partido con una tenencia del balón poco productiva pero disuasoria para el Málaga. Aún así, el equipo de Michel se sobrepuso al porrazo y fue preparando su respuesta. Todo pasó por Sandro, un delantero imponente que toca muchos instrumentos: velocidad, desmarque, balón parado y artillería pesada. Keylor le sacó una falta de la escuadra y Keko, participativo y chisposo, dejó ir dos cabezazos, uno de ellos en envío del canario, la bala culé del partido.
El Madrid fue mejor con la pelota que sin ella. A Isco volvió a írsele la mano en la conducción, pero fue un gran administrador de la ventaja. La baja de Bale ha abierto la posición del mediapunta en una plantilla que anda sobrado de ellos, porque ahí se le van los ojos al presidente cada verano, pero que se ven enterrados en el 4-3-3 con el que se autocondena a causa de la BBC. Tuvo buena ayuda en Benzema, al que lo mejor de su vida le ha ocurrido fuera del área, lo que no es noticia siempre grata cuando se vive como ariete. Modric y Kroos templaron en el centro del campo, Casemiro ofreció una buena vigilancia en la zona más creativa del Málaga y los centrales resultaron solventes ante los pelotazos del Málaga. Los laterales ofrecieron menos despliegue de lo habitual. A pesar de la sosería general, Benzema, Cristiano y Kroos anduvieron cerca del segundo tanto antes del descanso.
Después marcó Benzema, en fuera de juego, y preparó el after hours en Cibeles. Quedó un partido homenaje, con minutos de despedida para Duda, James y quizá Morata y un pelotazo de Chory al larguero mientras el Madrid se abrazaba a la Liga, una sensación que echaba de menos.