Trump se muestra confiado en lograr un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos

Abbas habla de una “nueva oportunidad” en su reunión con el presidente estadounidense en Washington

Joan Faus
Washington, El País
Hubo optimismo y buenas intenciones, pero escasos detalles y concesiones. El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció este miércoles, junto al responsable de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, el inicio de un proceso para tratar de lograr un acuerdo de paz que ponga fin a décadas de confrontación entre israelíes y palestinos. “Lo haremos. Creo que hay una posibilidad muy buena”, dijo Trump. Abbas también confió en tener “éxito” y habló de una “nueva oportunidad”, pero dejó claras sus dos líneas rojas a las que Israel se opone: un Estado palestino con capital en Jerusalén Este y las fronteras previas a la guerra de 1967.


Ambos líderes leyeron un comunicado ante la prensa, sin aceptar preguntas, antes del inicio de un almuerzo en la Casa Blanca. No articularon una hoja de ruta sobre los siguientes pasos. Trump se mostró abierto a hacer de “facilitador y mediador” pero insistió en que el entendimiento entre ambas partes no puede ser impuesto por Washington. No hizo ninguna petición concreta más allá de pedir unidad a los líderes palestinos y que promuevan la paz. Abbas ya había manifestado su intención de reunirse, bajo el auspicio de Trump, con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

El encuentro entre Trump y Abbas era un termómetro para medir la voluntad del presidente republicano de alcanzar lo que ha llamado el “acuerdo definitivo”. Lograr la paz en el conflicto más enquistado de Oriente Próximo es un propósito común en todos los últimos inquilinos del Despacho Oval. Pese algunos avances, todos fracasaron.

Pero en el caso del magnate inmobiliario, dada su imprevisibilidad e inexperiencia política, el objetivo desata sentimientos encontrados: un profundo escepticismo generalizado dada la desconfianza entre israelíes y palestinos, pero cierto optimismo de Abbas y de países clave en el convulso tablero regional, como Jordania.

Trump se ha mostrado ambivalente sobre sus intenciones. Como reflejo de su difusa política exterior, no ha definido por ahora cuál es su estrategia para relanzar el proceso de paz que naufragó en 2014 por las diferencias sobre los asentamientos israelíes tras una ronda de negociaciones impulsada por la Administración de Barack Obama.
Papel regional

El entorno de Donald Trump ha sugerido que quiere incorporar en el proceso de paz a los vecinos árabes suníes de Israel, que recelan, como el Estado Judío y la Casa Blanca, de las ansias expansionistas del chií Irán. Mahmud Abbas dijo este miércoles que un acuerdo de paz llevaría a los países árabes e islámicos a tener “relaciones normales” con Israel.

En su reunión en febrero en la Casa Blanca con Netanyahu, Trump se alejó de la posición oficial de Washington a favor de la creación de un Estado palestino, lo que indignó a Ramala. “Un Estado o dos Estados. Aceptaré lo que acuerden”, dijo entonces. En su comparecencia de este miércoles, Abbas defendió la creación de dos Estados pero Trump no hizo mención alguna.

El republicano le pidió a Netanyahu contención en la expansión de asentamientos de colonos judíos en Cisjordania, que se ha acelerado en los últimos años. También moduló su promesa electoral de trasladar de Tel Aviv a Jerusalén la Embajada estadounidense en Israel, lo que enfurecería a los palestinos dado que consideran la ciudad como la capital de un futuro Estado.

A mediados de marzo, Trump invitó a Abbas a Washington, lo que se interpretó como un aval al debilitado líder de la Autoridad Palestina. Es impopular entre su población, está erosionado por el pulso con Hamás —considerado un grupo terrorista por EE UU y que controla la franja de Gaza desde 2007— y presionado por una huelga de presos palestinos en Israel, orquestada por Marwan Barguti, el líder de Fatah —el partido de Abbas— y favorito para sucederle.

Como condición para una negociación, Netanyahu ha instado a Abbas a reconocer la existencia de Israel, como ha hecho, pero también la de un “Estado judío”. El presidente palestino ha rechazado hacerlo y podría entenderse como una renuncia a reclamar derechos históricos anteriores a la guerra de los Seis Días, en 1967, en la que Israel se anexionó Jerusalén Este y ocupó partes de Cisjordania, los Altos del Golán y la península del Sinaí (que luego devolvió a Egipto).

Abbas sonó poco conciliador en la Casa Blanca. Urgió a Israel a reconocer un Estado palestino y a “poner fin a su ocupación”, en referencia a los 400.000 colonos judíos en Cisjordania, una tierra que la Autoridad Palestina considera propia pero también los colonos hebreos.

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