Trump reveló supuestamente información secreta a los rusos en la Casa Blanca

The Washington Post asegura que el presidente dio datos sobre una amenaza del ISIS vinculada al uso de ordenadores personales en vuelo. La Casa Blanca lo desmiente

Jan Martínez Ahrens
Washington, El País
La sombra rusa se cierne otra vez sobre Donald Trump. En su reunión del pasado miércoles en la Casa Blanca con el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, y el embajador Sergéi Kislyak, el presidente de Estados Unidos les reveló supuestamente información de alto secreto sobre una amenaza del grupo terrorista ISIS vinculada al uso de ordenadores portátiles en aviones. La actitud del mandatario, según una investigación de The Washington Post , ha generado un fuerte malestar en los servicios de espionaje. No sólo porque puso en peligro una fuente extranjera crucial, sino porque dejó patente que el comandante en jefe dio a los rusos más datos que a los propios aliados. La Casa Blanca ha desmentido rotundamente la investigación y considera que es "falsa".


Trump ha vuelto a desbordarse a sí mismo. La reunión con Lavrov era de alto voltaje. El día anterior, el mandatario había despedido al director del FBI, James Comey, el principal encargado de investigar si el equipo de campaña del republicano se coordinó con el Kremlin para atacar a la candidata demócrata Hillary Clinton. Es la denominada trama rusa. Una tupida red de conexiones entre los hombres del presidente y Moscú que no deja de perseguir a Trump desde que entró en la Casa Blanca.

A la reunión, además, asistía el sinuoso embajador Kislyak. El contacto con este personaje radiactivo ha fulminado a dos de los más estrechos colaboradores del presidente. El primero fue el consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, que cayó por ocultar el contenido de sus conversaciones con el embajador. Y el segundo fue el mismo fiscal general, Jeff Sessions, quien quedó inhabilitado para tratar cualquier aspecto de la trama rusa por haber mentido al Senado sobre sus reuniones con Kislyak.

Con este bagaje, Trump recibió el miércoles al embajador y a su superior, Lavrov, en la Casa Blanca. Posaron juntos, se dieron la mano y charlaron distendidamente.

Fuera de los focos, siempre según la reconstrucción de The Washington Post, basada en fuentes oficiales, el presidente alardeó de la excelente información de inteligencia que recibe a diario. Pasaron entonces a tratar las amenazas comunes y fue a esa altura de la conversación cuando el republicano reveló los detalles sobre el operativo del ISIS e incluso facilitó el nombre de la ciudad donde se estaba desarrollando. Unos datos extremadamente delicados, dada su viralidad y posible mímesis, y que en manos de los servicios secretos rusos, ampliamente implantados en la zona, pueden permitir a Moscú descubrir la fuente de Estados Unidos.

El origen de la información, según el citado diario, es un aliado extranjero, que no habría dado permiso para compartirla. Sus aportaciones han sido mantenidas en el máximo secreto y sólo son conocidas por un reducido círculo de altos cargos. La supuesta brecha en la seguridad ocasionada por Trump puede hacer peligrar la continuidad de esta cooperación. Para contener los daños, siempre según la versión del periódico estadounidense, tanto la CIA como la Agencia Nacional de Seguridad fueron alertadas de lo ocurrido.

La actuación de Trump está destinada a desatar nuevas tormentas sobre Washington. Pero no supone ninguna conducta punible, a juicio de los expertos, dada la autoridad que tiene como presidente para desclasificar información confidencial. En este sentido, la Administración niega que se haya revelado secreto alguno. Es más, el consejero de Seguridad Nacional, el general Herbert R. McMaster, presente en el encuentro, sostuvo que ninguna operación militar tratada con los rusos era materia reservada y “que tampoco se discutieron métodos ni fuentes de inteligencia”. "La información es falsa. Estuve en la reunión, eso no ocurrió", zanjó McMaster.

El desmentido del consejero del Seguridad Nacional, acompañado por el del secretario de Estado, Rex Tillerson, se refiere a "métodos y fuentes", dos aspectos que Trump no trató en su conversación. El presidente hizo solo uso del contenido de la información clasificada.

La palabras de McMaster, con todo, quedaron amortiguadas por las fuertes críticas de los demócratas. La oposición recordó la dureza con que el republicano trató a Hillary Clinton por el uso de su correo privado para asuntos oficiales. Un asunto menor en comparación con el material de alto secreto presuntamente compartido por Trump con Rusia.

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