Trump posa sonriente con el polémico embajador ruso al día siguiente de despedir al jefe del FBI
Las reuniones secretas con Kislyak forzaron la dimisión del primer consejero de seguridad del presidente y el fiscal general a inhibirse de investigar la trama rusa
Joan Faus
Washington, El País
La llamada óptica visual desató un sinfín de elucubraciones. Al día siguiente de despedir al director del FBI, el máximo responsable de la investigación sobre sus presuntos lazos con Rusia, Donald Trump se reunió este miércoles por primera vez con el entorno del presidente ruso, Vladímir Putin. El republicano posó sonriente en el Despacho Oval con el ministro de Exteriores, Sergey Lavrov, y el polémico embajador en Washington, Sergey Kislyak. Ambos encuentros, según la Casa Blanca, estaban programados desde hace días, pero fue imposible no lanzar especulaciones.
Kislyak propició en febrero la dimisión de Michael Flynn como consejero de seguridad de Trump y forzó en marzo al fiscal general, Jeff Sessions, a inhibirse de la investigación a la trama rusa tras destaparse que ambos mintieron sobre sus reuniones secretas con el embajador antes de la investidura del republicano. El diplomático también se vio con Jared Kushner, asesor y yerno de Trump, que ha sido convocado a testificar en el Congreso sobre ese encuentro.
James Comey encabezaba en el FBI la investigación sobre si el entorno de Trump se coordinó con Rusia en su injerencia electoral. Las conversaciones entre Flynn y Kislyak, entre las elecciones y la toma de posesión, son una pieza clave en esas pesquisas.
El Gobierno de Barack Obama atribuyó a Moscú el robo de correos electrónicos del Partido Demócrata que fueron distribuidos por Wikileaks en la antesala de las elecciones del pasado noviembre con el objetivo de ayudar a Trump y dañar a la candidata demócrata Hillary Clinton. Trump criticó entonces esa acusación y sostiene que no se ha demostrado si el autor de los ciberataques fue Rusia u otros países como China.
Kislyak, de 66 años, nueve de ellos como embajador en Washington, es un veterano de la Guerra Fría y se especula con que es espía. Las reuniones con Flynn y Sessions tuvieron lugar en un momento en que Trump elogiaba a Putin y los servicios de inteligencia estadounidenses analizaban los intentos desestabilizadores rusos durante la campaña.
Flynn —que en 2015 cobró 33.750 dólares de la televisión rusa RT, considerado un brazo propagandístico del Kremlin, por atender una gala en Moscú con Putin— fue forzado a dimitir cuando solo llevaba 24 días en el cargo tras revelarse que mintió cuando aseguró que no habló con el embajador de un posible levantamiento de sanciones a Rusia. Obama ordenó en diciembre la expulsión de 35 “operativos de inteligencia” rusos como represalia por los ciberataques.
Optimismo sobre la relación
En las reuniones de Lavrov con Trump y una anterior con el secretario de Estado, Rex Tillerson, se percibió optimismo y voluntad de cooperación —sobre todo en Siria— pese a que se mantienen diferencias de fondo y desconfianza entre Washington y Moscú.
La reunión con Lavrov fue cerrada a la prensa y solo pudieron acceder dos fotógrafos oficiales. Tras la cita, Trump recibió en el Despacho Oval a Henry Kissinger, que fue secretario de Estado de Richard Nixon. Algunos ven paralelismos entre la investigación a la trama rusa y el Watergate, el escándalo de espionaje que acabó con la presidencia de Nixon hace cuatro décadas.
En unas breves declaraciones a la prensa, Trump explicó, junto a Kissinger, que tuvo un “muy, muy buen encuentro” con Lavrov y subrayó que ambos países quieren poner fin a la sangrienta guerra civil siria. “Creo que vamos a hacerlo muy bien respecto a Siria y hay cosas que están ocurriendo que son realmente positivas”, señaló.
Según un comunicado de la Casa Blanca, el presidente instó a Moscú —el principal valedor del régimen de Bachar El Asad— a utilizar su influencia con los gobiernos de Damasco y Teherán para hallar una salida a los seis años de laberinto sirio. Y abogó por mejorar la relación con Rusia y reforzar la cooperación en Oriente Próximo.
Lavrov, por su parte, admitió que las relaciones bilaterales “no son muy positivas” pero lo achacó al poso ideológico del anterior gobierno de Obama. Habló de “obstáculos artificiales” y aplaudió la voluntad de Trump de limar asperezas.
El diplomático ruso invitó a Washington a sumarse a una iniciativa, poco detallada, de creación de zonas seguras para refugiados en Siria. Y aseguró que no habló con Trump ni de un posible levantamiento de sanciones ni sobre la supuesta injerencia rusa en la campaña, que negó categóricamente. “Conocemos su posición. No hay ninguna prueba”, dijo.
Joan Faus
Washington, El País
La llamada óptica visual desató un sinfín de elucubraciones. Al día siguiente de despedir al director del FBI, el máximo responsable de la investigación sobre sus presuntos lazos con Rusia, Donald Trump se reunió este miércoles por primera vez con el entorno del presidente ruso, Vladímir Putin. El republicano posó sonriente en el Despacho Oval con el ministro de Exteriores, Sergey Lavrov, y el polémico embajador en Washington, Sergey Kislyak. Ambos encuentros, según la Casa Blanca, estaban programados desde hace días, pero fue imposible no lanzar especulaciones.
Kislyak propició en febrero la dimisión de Michael Flynn como consejero de seguridad de Trump y forzó en marzo al fiscal general, Jeff Sessions, a inhibirse de la investigación a la trama rusa tras destaparse que ambos mintieron sobre sus reuniones secretas con el embajador antes de la investidura del republicano. El diplomático también se vio con Jared Kushner, asesor y yerno de Trump, que ha sido convocado a testificar en el Congreso sobre ese encuentro.
James Comey encabezaba en el FBI la investigación sobre si el entorno de Trump se coordinó con Rusia en su injerencia electoral. Las conversaciones entre Flynn y Kislyak, entre las elecciones y la toma de posesión, son una pieza clave en esas pesquisas.
El Gobierno de Barack Obama atribuyó a Moscú el robo de correos electrónicos del Partido Demócrata que fueron distribuidos por Wikileaks en la antesala de las elecciones del pasado noviembre con el objetivo de ayudar a Trump y dañar a la candidata demócrata Hillary Clinton. Trump criticó entonces esa acusación y sostiene que no se ha demostrado si el autor de los ciberataques fue Rusia u otros países como China.
Kislyak, de 66 años, nueve de ellos como embajador en Washington, es un veterano de la Guerra Fría y se especula con que es espía. Las reuniones con Flynn y Sessions tuvieron lugar en un momento en que Trump elogiaba a Putin y los servicios de inteligencia estadounidenses analizaban los intentos desestabilizadores rusos durante la campaña.
Flynn —que en 2015 cobró 33.750 dólares de la televisión rusa RT, considerado un brazo propagandístico del Kremlin, por atender una gala en Moscú con Putin— fue forzado a dimitir cuando solo llevaba 24 días en el cargo tras revelarse que mintió cuando aseguró que no habló con el embajador de un posible levantamiento de sanciones a Rusia. Obama ordenó en diciembre la expulsión de 35 “operativos de inteligencia” rusos como represalia por los ciberataques.
Optimismo sobre la relación
En las reuniones de Lavrov con Trump y una anterior con el secretario de Estado, Rex Tillerson, se percibió optimismo y voluntad de cooperación —sobre todo en Siria— pese a que se mantienen diferencias de fondo y desconfianza entre Washington y Moscú.
La reunión con Lavrov fue cerrada a la prensa y solo pudieron acceder dos fotógrafos oficiales. Tras la cita, Trump recibió en el Despacho Oval a Henry Kissinger, que fue secretario de Estado de Richard Nixon. Algunos ven paralelismos entre la investigación a la trama rusa y el Watergate, el escándalo de espionaje que acabó con la presidencia de Nixon hace cuatro décadas.
En unas breves declaraciones a la prensa, Trump explicó, junto a Kissinger, que tuvo un “muy, muy buen encuentro” con Lavrov y subrayó que ambos países quieren poner fin a la sangrienta guerra civil siria. “Creo que vamos a hacerlo muy bien respecto a Siria y hay cosas que están ocurriendo que son realmente positivas”, señaló.
Según un comunicado de la Casa Blanca, el presidente instó a Moscú —el principal valedor del régimen de Bachar El Asad— a utilizar su influencia con los gobiernos de Damasco y Teherán para hallar una salida a los seis años de laberinto sirio. Y abogó por mejorar la relación con Rusia y reforzar la cooperación en Oriente Próximo.
Lavrov, por su parte, admitió que las relaciones bilaterales “no son muy positivas” pero lo achacó al poso ideológico del anterior gobierno de Obama. Habló de “obstáculos artificiales” y aplaudió la voluntad de Trump de limar asperezas.
El diplomático ruso invitó a Washington a sumarse a una iniciativa, poco detallada, de creación de zonas seguras para refugiados en Siria. Y aseguró que no habló con Trump ni de un posible levantamiento de sanciones ni sobre la supuesta injerencia rusa en la campaña, que negó categóricamente. “Conocemos su posición. No hay ninguna prueba”, dijo.