Rashford frustra al Celta

Un golazo de falta del delantero en el 66' pone de cara la eliminatoria al United de Mourinho. Sergio salvó a su equipo y Wass y Aspas fallaron dos buenas ocasiones.

Clemente Garrido
As
El sueño todavía no está roto. Mirando el vaso medio lleno, el Celta 'sólo' necesita ganar en Old Trafford para viajar hasta Estocolmo. Doctorarse en el Teatro de los Sueños es posible, porque el Manchester tampoco demostró ser muy superior ayer. Fue mejor, sí, pero también porque los nervios locales pasaron factura, parecía que el sistema estaba bloqueado, con las líneas saturadas en el momento de mayor demanda. Al United le bastó lo justo para encarrilar la eliminatoria. Una genialidad del joven Rashford y a vivir de las rentas. Si dentro de siete días mantienen el plan, pueden llevarse una bofetada. Ahora debe renacer el espíritu de Jarkov, donde el Celta consiguió remontar un 0-1 a uno de los gigantes de la competición, el Shaktar Donetsk. Afouteza, corazón, orgullo y suerte hace falta ahora.


En un día histórico, Balaídos respondió. Brillaban los ojos de los niños y de los abuelos, resplandorosos al ver cómo su equipo se codea con los grandes en Europa. Después de los intensos prolegómenos, el balón echó a rodar. Y el Celta enseguida alimentó el sueño, en una clara ocasión de Wass que se marchó al limbo. El danés aún no se cree cómo pudo errar. No obstante, el gran héroe de la primera parte no vistió de celeste. Tampoco de rojo. Iba de verde y su nombre es Sergio Álvarez. O más bien, San Sergio.

San Sergio se merece una estatua. En Vigo, en Catoira o en el medio de la ría, para que lo vean bien los mercantes ingleses durante su travesía por el Atlántico. Que cada vez que pasen vean su rostro y recuerden aquella legendaria noche en la que un portero de clase obrera despedazó los billetes de un equipo millonario. Él ha conseguido mantener vivo el sueño hasta el Teatro, con intervenciones imposibles, con paradas de dibujos animados. Su primera aparición ya fue de póster, con una parada a mano cambiada que desvió el perfecto disparo de Rashford. Aquel sólo fue el primer susto, después de que Wass desperdiciara aquel testarazo con todo a favor. Balaídos ya se venía abajo para celebrar el tanto, pero el balón ensució las caras célticas de decepción al irse por la borda. Los locales quisieron que Romero se sintiera amenazado, pero los disparos lejanos eran su única vía y el argentino respiró tranquilo durante la primera parte. Todo lo contrario que los corazones célticos, cuyas pulsaciones se disparaban cada vez que Mkhitaryan pisaba el área. El armenio se inventó un centro con el exterior que aumentó el miedo en Balaídos. Por suerte, Lingard no llegó. Poco después perdió en el mano a mano con el gigante meta y finalmente el gato de Catoira gastó su tercera vida ante Lingard, en otra oportunidad de gol clamorosa.

Calidad. Si el encuentro estaba ordenado en la primera parte, con los veinte jugadores de campo más preocupados de vigilar su marca que de desequilibrar, enseguida se rompió tras la reanudación. En el ida y vuelta, el Celta parecía cómodo, difuminando las contras rojas con inteligencia y acercándose a Romero con peligro. Aspas provocó el primer uy de la grada con un cabezazo que rozó el palo. Y poco después, Balaídos se puso en pie con un disparo de Sisto que se dirigía envenenado hacia la red, hasta que Romero lo desvió con la punta de los dedos. El gol parecía cerca, mientras el United se encontraba desubicado. Pero en una falta al borde del área, Rashford enseñó a Europa todo su talento con un magistral lanzamiento. Fue imposible hasta para Sergio. Vigo se quedó helado, el sueño se iba por la ventana.

Lejos de acusar el varapalo, Balaídos reaccionó animoso, aupando a su equipo hacia la portería de Romero. Pero las ideas seguían electrocutadas. Y el United estaba cómodo en la trinchera, ni siquiera con la intención de aprovechar los espacios a la contra. El botín ya les parecía suficiente. Los célticos pusieron todo su empeño, pero faltó mucha imaginación. Aspas, siempre con uno o dos guardaespaldas a su lado, realizó el único remate. Fue en una cabriola imposible tras un mal centro de Jonny. En los últimos minutos ya no se jugó nada. El United no quería y el Celta no podía. El sueño queda pendiente de un milagro. ¿Por qué no?

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