Masiva marcha en Argentina contra la sentencia favorable a los represores
Decenas de miles de personas se movilizan a Plaza de Mayo junto a madres, abuelas y familiares de desaparecidos
Carlos E. Cué
Ramiro Barreiro
Buenos Aires, El País
Argentina demostró en las calles y en el Parlamento que en temas de memoria histórica sigue siendo un ejemplo mundial. Los anticuerpos incrustados en la sociedad argentina después de años de convivir con los represores en las calles, tras los indultos de 1991, han provocado una inédita revuelta cívica contra la Corte Suprema y su fallo favorable a los condenados por delitos de lesa humanidad. Después de una movilización política inédita, que hizo que en menos de 24 horas el Congreso aprobara de forma casi unánime una ley para limitar el efecto de ese fallo e impedir que salgan a la calle antes de tiempo, llegó la hora de la calle. Y decenas de miles de personas salieron a gritar "nunca más privilegios para los criminales de lesa humanidad, nunca más genocidas sueltos".
Familias enteras con niños pequeños, y mucha gente joven, dejaban claro que el antídoto pasa de generación en generación, acudieron a la Plaza de Mayo para rechazar la sentencia y recordar que estarán allí cada vez que alguien intente modificar una política de Estado que ha hecho de Argentina un modelo a seguir y la envidia para muchas víctimas en otros países. Hubo gritos contra el Gobierno, al que algunos acusan de estar detrás de la sentencia -aunque se ha desmarcado y hasta el presidente, una semana después, la ha rechazado- pero el ambiente era de felicidad porque la presión ha dado sus frutos.
"Afortunadamente la sociedad ha reaccionado con firmeza. Numerosos jueces están rechazando los pedidos de excarcelación de los represores. Los legisladores aprobaron una ley que busca frenar la aplicación de la sentencia de la Corte Suprema. Esto nos llena de esperanza y gratitud. No estamos solos como en otras épocas", sentenció Estela Carlotto, líder de Abuelas de Mayo. "Ole, olá, adonde vayan los iremos a buscar", cantaba la plaza.
Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Abuelas y Familiares de Detenidos y Desaparecidos por razones políticas, que convocaron la marcha, estaban desbordadas por el éxito. Según los organizadores había 400.000 personas. La marcha era enorme, con una columna que superaba los 500 metros, no en una sino en todas las arterias que desembocan en la plaza. La masiva movilización se organizó para rechazar el fallo de la Corte Suprema que permite aplicar el llamado dos por uno, esto es que los días pasados en prisión preventiva cuentan doble, a los más de 500 represores de la última dictadura militar que aún siguen en prisión.
Poco antes de la marcha, en un intento de la política y en especial del Gobierno, que nombró a dos de los tres jueces –Rosatti, Rosenkantz y Highton de Nolasco- que firmaron la sentencia, para no verse arrollado por la movilización social en contra del fallo, el Congreso Nacional sancionó de urgencia una ley que limita los alcances de la norma de la que se valió el máximo tribunal en el caso del exmilitar Luis Muiña. “Señores jueces nunca más, ni un solo genocida suelto”, rezaba un cartel ubicado en uno de los palcos instalados en la plaza.
El movimiento social es de tal calibre que el rechazo a la sentencia puso en sintonía por primera vez a Mauricio Macri, que dijo "estoy en contra de cualquier herramienta que esté a favor de la impunidad, más cuando se trata de delitos de lesa humanidad", y a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien desde Bruselas, una de las paradas de su gira europea, afirmó: "Con estos tres votos se quiere retrotraer a la Argentina a 20 años atrás en materia de derechos humanos luego de llegar a ser ejemplo en esta materia". Ahora el problema es para los tres jueces que aprobaron el fallo, dos de ellos nombrados por el Gobierno, cuya imagen ha quedado muy tocada pocos meses después de tomar posesión. Las repercusiones de este ambiente en la propia Corte Suprema son aún imprevisibles, ya que su presidente, Ricardo Lorenzetti, quedó en minoría con su rechazo a la sentencia.
Tati Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, dijo a EL PAÍS que “se demostró una vez más que el pueblo unido jamás será vencido. Es tan aberrante esta ley dos por uno que esta Corte Suprema tuvo la osadía de dictar, queriendo dejar en libertad a los genocidas y a sus cómplices que la reacción no solo ha sido en Argentina sino también en el extranjero”. “El gobierno se dio cuenta, porque finalmente es en este gobierno que ocurren estas cosas, ya que desde que está Mauricio Macri se violan permanentemente los Derechos Humanos. Entonces, comprendieron que era un papelón internacional y algunos empezaron a querer despegarse". “Qué casual que la jerarquía de la iglesia también habla de reconciliación. Jamás. Ni reconciliación ni perdón. Los únicos que podrían hacerlo son nuestros hijos y no están”, cerró Almeida.
Carlos E. Cué
Ramiro Barreiro
Buenos Aires, El País
Argentina demostró en las calles y en el Parlamento que en temas de memoria histórica sigue siendo un ejemplo mundial. Los anticuerpos incrustados en la sociedad argentina después de años de convivir con los represores en las calles, tras los indultos de 1991, han provocado una inédita revuelta cívica contra la Corte Suprema y su fallo favorable a los condenados por delitos de lesa humanidad. Después de una movilización política inédita, que hizo que en menos de 24 horas el Congreso aprobara de forma casi unánime una ley para limitar el efecto de ese fallo e impedir que salgan a la calle antes de tiempo, llegó la hora de la calle. Y decenas de miles de personas salieron a gritar "nunca más privilegios para los criminales de lesa humanidad, nunca más genocidas sueltos".
Familias enteras con niños pequeños, y mucha gente joven, dejaban claro que el antídoto pasa de generación en generación, acudieron a la Plaza de Mayo para rechazar la sentencia y recordar que estarán allí cada vez que alguien intente modificar una política de Estado que ha hecho de Argentina un modelo a seguir y la envidia para muchas víctimas en otros países. Hubo gritos contra el Gobierno, al que algunos acusan de estar detrás de la sentencia -aunque se ha desmarcado y hasta el presidente, una semana después, la ha rechazado- pero el ambiente era de felicidad porque la presión ha dado sus frutos.
"Afortunadamente la sociedad ha reaccionado con firmeza. Numerosos jueces están rechazando los pedidos de excarcelación de los represores. Los legisladores aprobaron una ley que busca frenar la aplicación de la sentencia de la Corte Suprema. Esto nos llena de esperanza y gratitud. No estamos solos como en otras épocas", sentenció Estela Carlotto, líder de Abuelas de Mayo. "Ole, olá, adonde vayan los iremos a buscar", cantaba la plaza.
Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Abuelas y Familiares de Detenidos y Desaparecidos por razones políticas, que convocaron la marcha, estaban desbordadas por el éxito. Según los organizadores había 400.000 personas. La marcha era enorme, con una columna que superaba los 500 metros, no en una sino en todas las arterias que desembocan en la plaza. La masiva movilización se organizó para rechazar el fallo de la Corte Suprema que permite aplicar el llamado dos por uno, esto es que los días pasados en prisión preventiva cuentan doble, a los más de 500 represores de la última dictadura militar que aún siguen en prisión.
Poco antes de la marcha, en un intento de la política y en especial del Gobierno, que nombró a dos de los tres jueces –Rosatti, Rosenkantz y Highton de Nolasco- que firmaron la sentencia, para no verse arrollado por la movilización social en contra del fallo, el Congreso Nacional sancionó de urgencia una ley que limita los alcances de la norma de la que se valió el máximo tribunal en el caso del exmilitar Luis Muiña. “Señores jueces nunca más, ni un solo genocida suelto”, rezaba un cartel ubicado en uno de los palcos instalados en la plaza.
El movimiento social es de tal calibre que el rechazo a la sentencia puso en sintonía por primera vez a Mauricio Macri, que dijo "estoy en contra de cualquier herramienta que esté a favor de la impunidad, más cuando se trata de delitos de lesa humanidad", y a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien desde Bruselas, una de las paradas de su gira europea, afirmó: "Con estos tres votos se quiere retrotraer a la Argentina a 20 años atrás en materia de derechos humanos luego de llegar a ser ejemplo en esta materia". Ahora el problema es para los tres jueces que aprobaron el fallo, dos de ellos nombrados por el Gobierno, cuya imagen ha quedado muy tocada pocos meses después de tomar posesión. Las repercusiones de este ambiente en la propia Corte Suprema son aún imprevisibles, ya que su presidente, Ricardo Lorenzetti, quedó en minoría con su rechazo a la sentencia.
Tati Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, dijo a EL PAÍS que “se demostró una vez más que el pueblo unido jamás será vencido. Es tan aberrante esta ley dos por uno que esta Corte Suprema tuvo la osadía de dictar, queriendo dejar en libertad a los genocidas y a sus cómplices que la reacción no solo ha sido en Argentina sino también en el extranjero”. “El gobierno se dio cuenta, porque finalmente es en este gobierno que ocurren estas cosas, ya que desde que está Mauricio Macri se violan permanentemente los Derechos Humanos. Entonces, comprendieron que era un papelón internacional y algunos empezaron a querer despegarse". “Qué casual que la jerarquía de la iglesia también habla de reconciliación. Jamás. Ni reconciliación ni perdón. Los únicos que podrían hacerlo son nuestros hijos y no están”, cerró Almeida.