Macron retrasa la formación de gobierno para garantizarse ministros irreprochables
El Elíseo aplaza 24 horas, hasta el miércoles, los nombramientos para “verificar” que están a prueba de escándalos
Silvia Ayuso
París, El País
Emmanuel Macron no quiere sorpresas en un gabinete en el que ya va a tener que hacer suficientes equilibrios entre los poderes de izquierda y derecha que quiere aunar. Por eso, el nuevo presidente francés decidió este martes retrasar 24 horas la publicación de la lista de ministros, con el fin de “verificar” que nadie de su equipo tiene cuestiones fiscales sin resolver o algún tipo de conflicto de intereses que pueda manchar el gobierno “irreprochable” que ha prometido el nuevo jefe de Estado galo.
“Conforme a su compromiso de moralizar la vida pública, el presidente, de acuerdo con el primer ministro, ha deseado introducir un tiempo de verificación”, anunció el Elíseo en un comunicado. Son 24 horas extra durante las cuales la Dirección General de Finanzas Públicas y la Alta Autoridad para la Transparencia de la Vida Pública, el organismo que controla el patrimonio de los funcionarios públicos en puestos de responsabilidad, deberán dar luz verde a los futuros ministros. La ley francesa prevé ya una verificación de la situación fiscal de estos cargos públicos, pero esta se efectuaba hasta ahora una vez nombrados, no antes, como ha impuesto Macron.
Además, los miembros del nuevo Gabinete deberán firmar, una vez investidos, un “compromiso de honor de integridad y moralidad” por el que asegurarán el ejercicio de su función gubernamental “de manera irreprochable”.
En la nota oficial del Elíseo no se mencionan casos concretos, pero no hace falta. En la mente de todos los franceses está el caso de Jérôme Cahuzac, el primer ministro de Hacienda que nombró François Hollande al comienzo de su mandato en 2012, y que tuvo que dimitir menos de un año más tarde, después de admitir que mantuvo una cuenta oculta en Suiza durante 20 años. Cahuzac, que precisamente ocupó la cartera que debía dirigir la lucha contra el fraude fiscal, fue condenado el pasado diciembre a tres años de prisión firme y cinco de inhabilitación en la vida pública por blanqueo, fraude fiscal y por haber mentido en sus declaraciones fiscales. El escándalo persiguió a Hollande durante todo su mandato.
Durante la campaña electoral que acaba de concluir, la sombra de la corrupción acosó también a dos de los candidatos. Marine Le Pen, la líder de extrema derecha que se midió contra Macron en la segunda vuelta, tiene abiertas varias investigaciones por presunta corrupción, entre otras por haber desviado supuestamente fondos del Parlamento Europeo para pagar a empleados del Frente Nacional. La corrupción fue también la espada de Damocles de quien comenzó como favorito a ocupar el Elíseo, el candidato de Los Republicanos François Fillon. La revelación de que habría estado pagando durante años un salario a su esposa, Penelope, como supuesta asistenta parlamentaria del ex primer ministro fue solo el principio. Luego se conoció que también había contratado a dos de sus hijos y que había aceptado como regalo trajes por miles de euros. También fue cuestionado por una consultora que creó justo antes de ocupar su escaño de diputado, sorteando así por la mínima una ley que prohíbe combinar esas dos actividades. Fillon tiene una cita ante los jueces que investigan los salarios a su esposa el próximo 30 de mayo.
La aprobación de una ley de “moralización de la vida pública” que precisamente impida prácticas como las de Fillon —y tantos otros parlamentarios que contratan a familiares o próximos a cuenta del Estado— es una de las prioridades de Macron. De hecho, podría ser presentada en el primer consejo de ministros que celebre, este jueves, una vez su equipo reciba la verificación de “irreprochables”.
Silvia Ayuso
París, El País
Emmanuel Macron no quiere sorpresas en un gabinete en el que ya va a tener que hacer suficientes equilibrios entre los poderes de izquierda y derecha que quiere aunar. Por eso, el nuevo presidente francés decidió este martes retrasar 24 horas la publicación de la lista de ministros, con el fin de “verificar” que nadie de su equipo tiene cuestiones fiscales sin resolver o algún tipo de conflicto de intereses que pueda manchar el gobierno “irreprochable” que ha prometido el nuevo jefe de Estado galo.
“Conforme a su compromiso de moralizar la vida pública, el presidente, de acuerdo con el primer ministro, ha deseado introducir un tiempo de verificación”, anunció el Elíseo en un comunicado. Son 24 horas extra durante las cuales la Dirección General de Finanzas Públicas y la Alta Autoridad para la Transparencia de la Vida Pública, el organismo que controla el patrimonio de los funcionarios públicos en puestos de responsabilidad, deberán dar luz verde a los futuros ministros. La ley francesa prevé ya una verificación de la situación fiscal de estos cargos públicos, pero esta se efectuaba hasta ahora una vez nombrados, no antes, como ha impuesto Macron.
Además, los miembros del nuevo Gabinete deberán firmar, una vez investidos, un “compromiso de honor de integridad y moralidad” por el que asegurarán el ejercicio de su función gubernamental “de manera irreprochable”.
En la nota oficial del Elíseo no se mencionan casos concretos, pero no hace falta. En la mente de todos los franceses está el caso de Jérôme Cahuzac, el primer ministro de Hacienda que nombró François Hollande al comienzo de su mandato en 2012, y que tuvo que dimitir menos de un año más tarde, después de admitir que mantuvo una cuenta oculta en Suiza durante 20 años. Cahuzac, que precisamente ocupó la cartera que debía dirigir la lucha contra el fraude fiscal, fue condenado el pasado diciembre a tres años de prisión firme y cinco de inhabilitación en la vida pública por blanqueo, fraude fiscal y por haber mentido en sus declaraciones fiscales. El escándalo persiguió a Hollande durante todo su mandato.
Durante la campaña electoral que acaba de concluir, la sombra de la corrupción acosó también a dos de los candidatos. Marine Le Pen, la líder de extrema derecha que se midió contra Macron en la segunda vuelta, tiene abiertas varias investigaciones por presunta corrupción, entre otras por haber desviado supuestamente fondos del Parlamento Europeo para pagar a empleados del Frente Nacional. La corrupción fue también la espada de Damocles de quien comenzó como favorito a ocupar el Elíseo, el candidato de Los Republicanos François Fillon. La revelación de que habría estado pagando durante años un salario a su esposa, Penelope, como supuesta asistenta parlamentaria del ex primer ministro fue solo el principio. Luego se conoció que también había contratado a dos de sus hijos y que había aceptado como regalo trajes por miles de euros. También fue cuestionado por una consultora que creó justo antes de ocupar su escaño de diputado, sorteando así por la mínima una ley que prohíbe combinar esas dos actividades. Fillon tiene una cita ante los jueces que investigan los salarios a su esposa el próximo 30 de mayo.
La aprobación de una ley de “moralización de la vida pública” que precisamente impida prácticas como las de Fillon —y tantos otros parlamentarios que contratan a familiares o próximos a cuenta del Estado— es una de las prioridades de Macron. De hecho, podría ser presentada en el primer consejo de ministros que celebre, este jueves, una vez su equipo reciba la verificación de “irreprochables”.