Macron refuerza sus opciones en un duro debate con Le Pen

El cara a cara de los candidatos a la presidencia francesa expone ante millones de telespectadores dos visiones y estilos diametralmente opuestos

Marc Bassets
París, El País
Pocas veces se ha visto un combate dialéctico de tal intensidad en un debate electoral. Los argumentos, rotundos a un lado y otro de la mesa. Las acusaciones, ad hominem y ofensivas en muchos momentos. El ritmo, endemoniado, un veloz pimpón dialéctico que expuso ante millones de telespectadores dos visiones y estilos diametralmente opuestos. El centrista Emmanuel Macron salió la noche del miércoles del último debate televisivo consolidado como favorito para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas del próximo domingo frente a Marine Le Pen, la candidata del viejo partido ultraderechista Frente Nacional (FN).


Macron, candidato de la nueva formación En Marche!, exhibió un enorme dominio técnico de los temas, un control del matiz que contrastaba con el estilo de brocha gorda de su rival que le sirvió para ponerla en dificultades cuando el debate entraba en los detalles. “Usted dice tonterías”, repitió en varias ocasiones. O “miente permanentemente”. Macron, favorito indiscutible según todos los sondeos, recordó desde el principio que Le Pen es la heredera de la extrema derecha: su padre, Jean-Marie, fundó el Frente Nacional. Y contrastó su visión apocalíptica y derrotista con el optimismo y el “espíritu de conquista” —la Francia que gana, que no teme la globalización— que él encarna en esta campaña.

Le Pen buscó desde la primera réplica el cuerpo a cuerpo con argumentos más generales, una o dos ideas que martilleaba fuese cual fuese el asunto a tratar. Primero, la idea de que Macron es responsable de la herencia del impopular presidente François Hollande, de quien fue asesor en el Elíseo y luego ministro de Economía. Y, segundo, que Macron, que trabajó como banquero antes de entrar en política y hace gala de un europeísmo sin complejos, está al servicio no de los intereses de los ciudadanos franceses o de la nación, sino de poderes supranacionales como la Comisión Europea o los grandes grupos financieros. Es, según la aspirante del FN, el hombre del sistema.

El debate fue un acontecimiento televisivo y político excepcional. Por primera vez desde que Valéry Giscard d’Estaing y François Mitterrand debatieron ante las cámaras en 1974, los dos candidatos no pertenecían a ninguno de los dos grandes partidos, eliminados en la primera vuelta del pasado el 23 de abril. Cuando en 2002 Jean-Marie Le Pen llegó a la segunda vuelta, su rival de entonces, Jacques Chirac, se negó a debatir con él.

Quince años después, mucho ha cambiado. La unidad de entonces contra Le Pen père se ha resquebrajado. Macron no podía permitirse el lujo de no bajar al ruedo. Con unos 20 puntos de ventaja, el debate, organizado por las cadenas TF1 y France 2, suponía una plataforma para demostrar que él, novato en las campañas, joven a los 39 años para la política presidencial, tiene el fuste para ocupar el cargo. Para Le Pen, de 46, representaba la última oportunidad para darle la vuelta a la carrera. Será difícil que lo logre.
Jubilación y terrorismo

La economía centró la primera parte. Le Pen intentó situar el debate en el marco de la pugna entre la “globalización salvaje”, el “ultraliberalismo” y la ideología del dinero frente a la soberanía de los franceses y los derechos de los trabajadores. Defendió la jubilación a los 60 años. Y cargó contra Macron, a quien asoció con las reformas de Hollande por pedir sin cesar sacrificios a los franceses. “Esta culpabilización de los franceses no la acepto”, señaló. Era la versión más izquierdista de una candidata que viene de la extrema derecha pero que busca un mensaje transversal que atraiga —o como mínimo desmovilice— a los votantes del izquierdista radical Jean-Luc Mélenchon.

Al abordar el terrorismo, cuestión predilecta de Le Pen, la tensión aumentó. La aspirante acusó a Macron de “complacencia con el terrorismo islamista”. Macron no le permitió apoderarse de esta cuestión. Alertó de que las medidas de Le Pen alimentan al Estado Islámico y llevan al país a la “guerra civil”.

De fondo, una colisión de visiones antagónicas sobre el lugar de Francia en el mundo y la identidad del país. Nada quedó fuera en las dos horas y veinte minutos de debate. Ni siquiera la política de la memoria, el impacto de la historia en el presente. Para Macron, es necesario asumir los episodios más traumáticos, como los crímenes en la guerra de Argelia o el régimen colaboracionista de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial. Le Pen, cuyo partido nació para oponerse al gaullismo, apeló al general De Gaulle, fundador de la V República, para defender que Francia no tuvo nada que ver con los crímenes de Vichy. Macron, que también se reclama del general, replicó: “Deje al general De Gaulle tranquilo”.

Entradas populares